Publicidad
Mis lecturas Opinión

Mis lecturas

Juan Guillermo Tejeda
Por : Juan Guillermo Tejeda Escritor, artista visual y Premio Nacional "Sello de excelencia en Diseño" (2013).
Ver Más

Mis lecturas son en estos momentos un poco las de siempre, necesito tener a mano para leerle un párrafo o un par de páginas de repente al buen Montaigne…


Llego hasta la librería del Fondo de Cultura Económica del paseo Bulnes segunda cuadra, paso por una puerta acristalada que se desliza y me hace pisar algo como una plataforma y avanzo hacia la delicia de los libros, vengo decidido comprarme ‘Los Anormales’ de Michel Foucault, un autor desagradable que aborda temas desagradables de una manera desagradable y con conclusiones desagradables, y sin embargo necesito leerlo, hasta ahora he logrado bajar en Perlego una versión en inglés que entiendo todo, no quiero cachiporrearme por eso, es que leer en inglés un texto francés es un retroceso hacia la barbarie y mucho mejor va a ser en castellano que es un primo hermano del francés.

No encuentro el libro en la sección correspondiente de filosofía, aunque no sé si Foucault es un filósofo, quizás lo sea, así es que me dirijo a un puestecillo como redondo que hay pegado a la ventana en medio de la librería, donde se ve muy abstraído por su computer un joven que parece modelo de Calvin Klein o quizá de alguna marca japonesa… mi presencia no lo saca de la pantalla, así es que en frío me animo a preguntarle si tiene ese libro, y él, como es ya trendy entre los vendedores no sólo de librería sino de cualquier cosa, me mira con una mirada transparente que conduce a la nada y la nada soy yo, yo le miro las pupilas y en las pupilas está todo o sea nada, es un dependiente neutro o desmaterializado.

Tras buscar un poco en su computer, no en las estanterías, su voz me comunica con tono neutro que el libro está agotado. Animoso y dicharachero, admirando sus dedos pálidos y perfectos, le comento que estuve en el sitio web de la librería y ahí decían que hay ejemplares, y él como un espectro me comenta que la librería es una cosa y el sitio web otra, etc.

Bueno, estuvimos un rato en esa guerra de desgaste y al final compré otras cosas, un tomo de la historia de la locura del propio Foucault que estaba en oferta, me preguntó si tenía yo el otro tomo o los otros tomos, le dije que a mí los tomos me daban lo mismo, que si me enganchaba con este ya llegaría a los otros, y compré también uno del también insoportable aunque minimalista Byung-Chul Han esta vez sobre no hacer nada, el ocio, la inactividad, en fin, me fui de allí con mis libritos en la mochila y caminé por la dificultosa calle Tarapacá… pasé por una plaza aun más ausente que el vendedor de la librería, un trozo despiadado de cemento con una farola y lógicamente su bordado grafitero y su ruco habitacional al pie de un edificio asqueroso de 25 pisos, atravesé luego San Isidro que es ahora una calle como de Calcuta o de Medellín, colorida y agitada, para bordear luego el Cerro Santa Lucía donde unos chicos de Irací correctamente uniformados repintaban zonas afectadas por la erisipela del grafiti creativo y amenazante.

Mis lecturas son en estos momentos un poco las de siempre, necesito tener a mano para leerle un párrafo o un par de páginas de repente al buen Montaigne, a quien le copio todo lo que puedo, al perverso y bondadoso Oscar Wilde que me alimenta con sus chistes existenciales especialmente de las obras de teatro, es reconfortante conectar con él de vez en cuando, una miniautobiografía de Voltaire, y también Adiós a Berlín de Christopher Isherwood que siendo un escritor muy menor, serie B, se mandó en esta novela que después la hicieron película y se llamó Cabaret, una crónica convincente del Berlín de preguerra donde ya había olor a nazis, mucha vida nocturna, facilidades para la fluidez de género, y un ambiente en extremo pintoresco.

También devoro a trozos y en formato digital una novela que me recomendaron de un japonés que murió más o menos cuando yo nací, un descreído, un suicida, el protagonista que es él mismo es un absurdista a quien sin embargo las mujeres se le dan fáciles y es muy chistoso, se llama “Indigno de ser humano” y el autor Osamu Dazai, un ídolo, un autor de culto, el dato es de Pablo.

Otras lecturas más especializadas van y vienen, son no para acompañarme sino para saber cosas, por ejemplo con Foucault no me siento acompañado sino más bien amenazado, él inventó eso de que no es que nos exploten como aseveraba Marx, sino que nos maltratan sobre todo mediante microagresiones, porque todo poder es violento, lo que me parece una lesera, pero igual Foucault es a veces muy agudo y me ha ayudado a entender la maldad de los humanos…

 

  • Esta opinión fue publicada originalmente en el Facebook de Juan Guillermo Tejeda. Ver AQUÍ 
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias