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La paradoja del desempleo en Portugal

Los bares de esta zona turística tienen problema en encontrar personal para que atiendan a los comensales que buscan tomarse algo después de un día de playa, pero las largas jornadas de trabajo, generalmente de seis de la tarde a las cuatro de la mañana, seis días a la semana, los alejan de estas fuentes laborales. Además, con un 65% del salario que recibían antes de quedarse sin trabajo, los cesantes obtienen entre 419 y 1.048 euros (entre US$549 y US$1.374) al mes durante el primer medio año y un 10% menos después.


Las terrazas de los bares comienzan a llenarse de turistas con la piel enrojecida por el sol y con ganas de tomarse algo después de un día de playa. La luz del día va dando paso a la de los carteles de neón. Las carcajadas se mezclan con las canciones del verano.

Empieza la noche en la zona de bares de la costa más turística de Portugal, el Algarve. Se espera que sea ajetreada, pero a los dueños de los locales les está costando encontrar empleados en un país que acaba de alcanzar un máximo de 18% de desempleo.

«Casi todo el mundo está buscando gente para trabajar», asegura Joao Carvalho, el joven dueño del bar Piccadilly. En la ventana del local, un anuncio en inglés y portugués indica que buscan camareros.

En el Algarve, donde el desempleo es el más alto en Portugal, los bares y los restaurantes son la fuente de uno de cada seis trabajos.

Pero las largas jornadas de trabajo, generalmente de seis de la tarde a las cuatro de la mañana, seis días a la semana, alejan a quienes buscan empleo de los bares.

«Quieren trabajar en hoteles, tener dos días libres y buenos salarios», dice con aspecto de cansado Rui Carvalho, dueño del bar Second. Durante semanas, se las ha tenido que ingeniar para contratar los empleados que le faltaban.

¿Más felices desempleados?

Pero, ¿qué pasa con quienes no consiguen trabajos en hoteles? «Algunos prefieren vivir de los beneficios de desempleo a trabajar», lamenta Jorge Sa, del bar JC.

Pese a todos los recortes que ha implementado el gobierno portugués en los últimos meses para tratar de atajar la crisis económica, las subvenciones a los desempleados aún son bastante generosas.

Con un 65% del salario que recibían antes de quedarse sin empleo, los desempleados obtienen entre 419 y 1.048 euros (entre US$549 y US$1.374) al mes durante el primer medio año y un 10% menos después.

Los jóvenes de entre 20 y 30 años -la edad típica de un empleado de bar- pueden recibir subvenciones durante 12 meses si han trabajado un par de años.

Y precisamente las personas en esa franja de edad son una parte significativa de los desempleados en el Algarve. Una de cada cuatro personas de entre 25 y 34 años estaba desempleada en marzo, según el instituto de estadística portugués.

Y no todos ellos tienen beneficios de desempleo. «La gente joven vive demasiado tiempo en casa de sus padres y no tienen necesidad de conseguir un trabajo», afirma Lourenco Vicente del bar Meet.

Hay quejas similares de otros, no sólo de los gerentes.

¿Entonces son los portugueses más felices en el Algarve desempleados que trabajando? Los expertos aseguran que no es tan simple.

«La situación en Portugal es muy dura para creer que la gente tiene la elección entre el trabajo y el desempleo», afirma el economista José Reis.

Empleo de temporada

En una cálida mañana de junio, uno de los centros de empleo del Algarve es un ajetreo constante. Muchos de los que llegan están «deseando aceptar trabajos que hace años ni se hubieran planteado hacer», afirma Carlos Baia, director regional de la agencia de empleo portuguesa.

Sin embargo, quienes se lo pueden permitir tienen cuidado con el trabajo que escogen. «No quieren trabajar sólo seis meses», afirma Rui Carvalho.

La temporada turística en el Algarve acaba en octubre. Pocos bares permanecen abiertos y mantienen a sus empleados todo el año.

Muchos de ellos tienen que sobrevivir el invierno sin trabajo y sin opción a una ayuda financiera del estado.

Sólo los desempleados que han trabajado al menos 12 meses en los dos últimos años pueden solicitar beneficios de desempleo, lo que deja fuera a todos los que trabajan una sola temporada.

Y la idea de los largos meses de invierno sin empleo reduce considerablemente el llamado de los que de otra forma serían buenos salarios de los bares. Además, eso se ha reducido más si cabe con una reciente subida de impuestos.

«Gano 100 euros menos que el año pasado», afirma el camarero Daniel Napier que está pensando en irse a trabajar al Reino Unido durante el invierno. «Luego, cuando vuelva, trabajaré otra temporada aquí. En Portugal es así».

Mirando al este

Para fomentar que los empleadores mantengan sus trabajos durante el invierno, el gobierno se ha ofrecido a pagar la mitad de los salarios.

«Durante la temporada baja, daremos cursos de formación a los trabajadores para que mejoren sus habilidades y hagan mejor su trabajo al verano siguiente», afirma Baia, de la agencia estatal de empleo.

El programa que contempla esta posibilidad se presentó tarde la temporada pasada y no tuvo un impacto significativo.

Pero todavía se desconoce si interesará a los dueños de los bares. «A los jefes no les interesa quedarse con los empleados», dice Vicente. «Nadie quiere prometer nada porque no sabes lo que va a pasar al año siguiente».

Además, los gerentes de los bares esperan cada año el fin del año escolar cuando estudiantes extranjeros llegan a Portugal para trabajar durante el verano.

«El año pasado tuve empleados de Dinamarca, Holanda y hace dos años de Noruega», explica Vicente.

Los trabajos en los bares que evitan algunos portugueses atraen a quienes buscan empleo en la vecina España, donde el desempleo alcanzó una cifra récord del 27%.

Pero los más deseados por los gerentes son los inmigrantes del este de Europa: ucranianos, rumanos y moldavos forman una buena parte de la comunidad extranjera en el Algarve.

No le dicen que no a ningún tipo de trabajo. «Puede que no les guste, pero pueden hacer su trabajo», afirma Vicente. «Vienen a trabajar, no a divertirse».

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