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Las dos Españas


En esta nueva relación entre Chile y varios otros países de America Latina con España, en las que un notable aumento de las inversiones ibéricas en sectores claves de la economía de estas naciones, se parece un poco al llamado neo-colonialismo, valga recordar la época en que los Borbones dominaban el sur de Italia, agrupado en el llamado Reino de Nápoles y las Dos Sicilias. Sus representantes muchas veces fueron crueles señores de horca y cuchillo que cometieron abusos y generaron en la población aborigen mas de alguna rebelión.



Tanto fue así la cosa, que la resistencia frente a Garibaldi y los piamonteses fue escaza y de poca duración. El pueblo, imaginativo como pocos en el Mediterráneo, creo una frase que traducía al mismo tiempo la rabia y frustración que producían los abusos e ilegalidades de los representantes del Borbón lejano, reinando en la capital española: «se lo sappessero a Madrid», lo que traducido significa «si lo supieran en Madrid». Hubo más de algún caso en que el rey logró conocer de estos desmanes y aplicó una rigurosa justicia, que servía para paliar el dolor de los ofendidos y que generaba renovadas esperanzas en que algún dia se acataría la real voluntad de vivir en y con justicia.



Bueno, si miramos la conducta de empresas como Telefónica, Endesa y varias otras, sería perfectamente válido que los sindicatos y sus afiliados preguntaran a Madrid si las condiciones en que los tienen aquí son las mismas que rigen en España, cuya legislación laboral está ajustada perfectamente a la de la Unión Europea y se cuenta entre las más avanzadas del mundo actual. Inclusive sus métodos están muy lejos de la trasparencia que exige la ley española a las empresas en su país y, personalmente, conozco casos en que las presiones de estas empresas sobre los medios chilenos hacen imposible que podamos defendernos ante delitos flagrantes que ellas cometen.



Gozan de impunidad también en varios tribunales donde no faltan funcionarios corruptos que reciben «regalitos», que van desde un celular a simples coimas. Seguramente, fueron estimuladas en estos últimos ocho años por la acción del gobierno conservador de Aznar, que en el tema América claramente optó por una alianza estratégica con los EEUU y hacia el sur los vió de nuevo como territorios de caza para «evangelizar» con el nuevo credo neo-liberal. Pero este Aznar al que ahora le descubren que pagó 2 millones de dólares para hacer lobby ante el Congreso de los EEUU; que le otorgó su más alta condecoración, y no personales fondos, sino muy del Estado español, seguramente no les podrá servir como paraguas protector a estos empresarios que se comportan como sargentos de Pedro de Valdivia o de Marcó del Pont.



Es algo más que una verguenza esto de que los lobbistas tengan que ver con condecoraciones que simbolizan valores supremos del pueblo norteamericano. Es una cifra exacta y cabal de la autoestima de Aznar y de su potencia intelectual.



Esa es la cara fea de España que nos toca ver en el cotidiano.
La otra es la que nos traen las noticias internacionales y que por cierto en nuestros medios es disminuída o simplemente ignorada; me refiero a la elección del español Josep Borrell como nuevo Presidente del Parlamento Europeo. No ha sido una simple elección en que se hace un rito que hay que cumplir para dotar de autoridades al legislativo de la Unión Europea, sino una muy seria opción política del Partido Socialista Europeo, primer partido multinacional, parte de la Internacional Socialista y al que pertenece el PSOE, que ahora gobierna en España, precisamente en reemplazo de Aznar, el compra-condecoraciones.



Al ser investido en su nuevo cargo, declaró sin medias tintas ni retórica falsa que aspiraba a una Unión Europea capaz de jugar un rol político activo en la escena internacional, no sometida a los designios de la superpotencia única, amiga de ésta, pero capaz de sostener sus puntos de vista y hasta sus contradicciones. En suma, no esta UE que hemos visto hasta ahora, que es un gigante económico y un enano político. No es un azar que sea alguien estrictamente ligado al Presidente del Gobierno Español, José Luis Rodriguez Zapatero; no que éste haya sido quien primero echó por tierra el mito de la coalición que ocupa Irak, ya sin otra justificación que la avidez energética y un diseño integrista de anti-arabismo rabioso.



Esa es la España que queremos, la que amamos desde adolescentes, cuando llegamos a la poesía y a aprendernos las canciones de la derrotada República. La que puede, en nuestro mismo marco cultural, ser un aire renovador en este ambiente sofocante de la política, nacional e internacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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