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Leyendo los diarios del domingo

El Presidente Aylwin fue quien acuñó la frase «justicia en la medida de lo posible». Siempre he pensado que fue un intento sincero de ser realista y no un precepto ético el que expresó Aylwin. Todo lo que hacemos es, en definitiva, en la medida de lo posible.



Es siempre interesante leer diarios en domingo, aún si para alguien como yo resulta cansador el sesgo derechista de la prensa más establecida. El domingo es un día especial en que los lectores disponen de más tiempo para hojear la prensa con calma y dar curso relajado a la búsqueda de significados y mensajes no siempre explícitos. Si es verano de un fin de semana largo y de Navidad, la lectura está, además, llena de referencias a la paz, la humildad, la bondad, la justiciaÂ…



Aparece, entonces, el cardenal Errázuriz, protagonista inevitable de un nuevo aniversario del nacimiento de Cristo. A comienzos de diciembre, a propósito del informe Valech, sugirió que había que terminar con la acusaciones a troche y moche. Ahora el Cardenal celebra el indulto del gobierno a un ex mirista preso por diez años y con cáncer terminal. Y agrega su infaltable mensaje, siempre de paz, de perdón, de reconciliación, de superación de rencores. Se refiere a los enfermos graves, a los mOribundos, y dice que en estos casos no es la hora de poner por delante la justicia.



¿Habrá pensado en Pinochet? Es posible, cómo no hacerlo. La prensa ha estado inundada de noticias sobre su accidente vascular y aparecen profusas declaraciones de familiares ansiosos por mostrar al juez Guzmán como un personaje inhumano y sin compasión. ¿Será un victimario el juez Guzmán?



En los diarios del domingo se encuentran las historias -confidenciales, muy reservadas, por supuesto- que periodistas hábiles han conseguido reconstruir sobre el futuro funeral de Pinochet. Me sorprendo un tanto: desde la famosa equivocación cuando al Almirante Merino lo dieron por muerto y conoció en vida lo que sería la reacción de sus partidarios y del gobierno cuando muriera, no ocurría algo parecido. Pero, sí. Las autoridades son previsoras y a lo mejor es aconsejable que, aún tratándose de materias tan delicadas, la ciudadanía lo sepa.



Nos enteramos así que un buen signo para conocer la salud del ex dictador es observar si los fines de semana el General Cheyre viste uniforme militar o traje deportivo y que, ante las dificultades para encontrar un sitio donde enterrar el cadáver sin que se susciten posteriores ultrajes, se considera la cremación como alternativa óptima. Mal que mal las cenizas se las lleva el viento, se funden con las gotas de agua del mar o son celosamente guardadas por familiares adictos en ánforas especiales, particulares y discretas.



Al leer los diarios del domingo los tribunales quedarán pensativos, supongo. Tanto vaso sanguíneo en mal estado y la inminencia de un sepelio conmueven hasta al más pintado.



El calor del domingo es abrasador. Uno no sabe si es efecto de la canícula o son malos pensamientos, pero es imposible no sentir que, una vez más, las víctimas enfrentan una suerte de reprimenda: no es momento de pensar en la justicia. Es más, puede ser de mal gusto. Voy más lejos en mi especulación: es odioso pensar en la justicia.



Parece un contrasentido. ¿Se trata de cargar a las víctimas con la culpa de querer justicia, de señalarlas como portadores de rencor, como un obstáculo a la convivencia en paz, como victimarios de sus victimarios? Artilugios mediante, artificios mediante, mensajes de paz y buena voluntad mediante.



El Presidente Aylwin fue quien acuñó la frase «justicia en la medida de lo posible». Siempre he pensado que fue un intento sincero de ser realista y no un precepto ético el que expresó Aylwin. Todo lo que hacemos es, en definitiva, en la medida de lo posible. Otra historia es si aquel «posible» que configuramos es tan difuso, opaco y ambiguo que no hacemos, en realidad, tanto cuanto nos es posible. Aylwin calificó también a la justicia como «la mayor virtud social». El Cardenal piensa que no, que es la misericordia.



El abogado Eduardo Contreras señaló en un programa televisivo que no aspiraba a que Pinochet fuera a la cárcel, dada su edad y enfermedades. Es una postura loable que comparto. Pero eso no obsta a la justicia, dijo, es decir a la sentencia que a los tribunales corresponde.



El ex mirista indultado fue procesado, condenado y cumplió diez años de prisión por delitos que no significaron pérdida de vidas. La misericordia ha sido efectivamente bien aplicada en su caso y en el de Pinochet podrá serlo una vez que se le condene.



Jorge Arrate es ex Presidente del Partido Socialista; actualmente preside el Directorio de la Universidad ARCIS.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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