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Chile debe diversificar su matriz energética, ahora


Las frecuentes peregrinaciones del ministro Jorge Rodríguez Grossi a Buenos Aires, ya son parte de la insólita política energética chilena: Insistir en la opción del gas natural porque es más barato, sin considerar la escasez e inseguridad del suministro, y mantener una política energética de tal precariedad es por decir lo menos irresponsable.



Desde hace más de dos años Chile enfrenta una crisis energética. El gobierno y las empresas del sector, en su obsesión por continuar centrados solo en criterios de mercado, insisten en depositar sus esperanzas en el gas natural a pesar de la evidente inestabilidad en el suministro de gas natural argentino. Las declaraciones del ministro Rodríguez Grossi luego de su cuarta peregrinacion a Argentina motivado por una obsesiva fe gasífera, son un ejemplo de ello, y también de la debilidad innovativa del país en materia de política energética.



Este hecho es especialmente grave en un ministerio que tiene en sus manos la innovación tecnologica, el fomento a la innovación productiva, y la prospectiva sobre nuevas áreas de desarrollo nacional.



El ministro de Economía pretende tapar el sol con un dedo: argumenta que Argentina invertirá y mejorará la seguridad del suministro hacia Chile. Aunque esta declaración no resiste análisis, en los hechos el gobierno mantiene una política energética en base a la construcción de nuevas centrales a gas natural en la próxima decada. El plan de obras de la Comisión Nacional de Energia-CNE 2004-2015 para el SIC muestra claramente el insólito escenario de 7 nuevas centrales a gas para el futuro.



Lo cierto es que el escenario de incertidumbre en el abastecimiento de gas se mantiene, y la mayor responsabilidad la tiene el gobierno, por no avanzar en políticas para una drástica diversificación de las fuentes, especialmente en el sector eléctrico; y también por negarse a promover las energías renovables no convencionales, de las cuales el país tiene un enorme potencial.



También tienen responsabilidad las empresas. Ellas son, de acuerdo a la institucionalidad energética que nos rige, las que toman las iniciativas de inversión y proponen las nuevas plantas energéticas al gobierno, quien las ubica en forma automática en el Plan de Obras de la CNE.



El país no puede seguir con esta política ensimismada y errática. Desde nuestra perspectiva debe asumirse hoy una politica clara para la diversificación, la generación nacional y la seguridad energética. Ésta debe incluir al menos las medidas siguientes : (1) El establecimiento de incentivos tributarios y un Fondo de Promoción para proyectos de generación en base a energias renovables no convencionales; (2) El cambio inmediato del Plan de Obras 2004-2015 de la CNE, eliminando las centrales a gas natural; (3) Adelantar en el Plan de Obras la entrada de las centrales geotérmicas, mandatando a ENAP el inicio de la exploración en la zona de Calabozo, VII Región, este año, y la evaluación de los campos geotérmicos de «Laguna del Maule» en la VII Región, «Copahue» en la VIII y «Apacheta» y «La Torta» en la II Región



Adicionalmente a estas medidas el gobierno debe innovar, incluyendo en el Plan de Obras al menos cien megawatts de generación eólica, y trescientos megawatts de generación hidráulica en base a pequeñas centrales. Finalmente, en el campo normativo debiera avanzar este año en dictar normas que obliguen el uso de los desechos de la industria forestal y de los gases de vertederos para la generación de energía y establecer normas de eficiencia energética mínima para todos los sectores productivos, el sector residencial y los equipos eléctricos de uso masivo.



La implementación de estas medidas permitiría al gobierno incentivar la generación en el corto plazo de más de 800 megawatts en base a recursos energéticos renovables propios y limpios. Lo que además significa un enorme beneficio para el ambiente y la salud de la población.



Continuar centrados solo en importar gas natural o gas licuado es inaceptable; el gobierno debe innovar. Mantener una política energética precaria e insegura como la actual, es por decir lo menos irresponsable.





Sara Larraín. Programa Chile Sustentable.






















  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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