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Una relación a otro nivel: Un apunte sobre política exterior


China -el país en desarrollo más poblado del planeta- enfrenta actualmente un momento de dura prueba en materia de empleo. Son más de 25 millones las personas que en estos precisos instantes están compitiendo abiertamente en ferias laborales u otros mecanismos ideados para promocionar vacantes y orientados a captar los mejores recursos humanos disponibles en todo el país.



Múltiples son los retos que deben asumir las personas interesadas en ocupar una de las once millones de plazas laborales disponibles para el presente año. Desde esperar interminables horas haciendo una fila para ser entrevistado, o hacer largas travesías en tren o bus para llegar a tiempo a una de las instancias en donde se sellará el futuro profesional de unos nueve millones de jóvenes que están buscando un empleo por primera vez en China. Dormir en la intemperie invernal es también un elemento que deben considerar quienes no cuentan con recursos para alojar en un hostal o parientes dispuestos a recibirlos en sus hogares.



Y el problema no es de solución simple para el gobierno central pues se espera que la falta de disponibilidad de plazas laborales para todos quienes buscan un trabajo se mantendrá hasta el 2010, cuando los denominados «baby boomers» chinos -nacidos a fines de los años ochenta- podrán ir accediendo a los empleos que irán dejando sus padres o se beneficiarán del establecimiento de nuevas fuentes laborales, gracias a la creciente globalización de la economía local. Así, serán nuevamente varios millones de personas quienes anualmente enfrentarán el mismo escenario laboral actual al menos durante los próximos cuatro años.



Resulta particularmente sensible para la autoridad atender con celeridad las demandas que presenta un sector de la población equivalente al total combinado de los habitantes de Australia y Nueva Zelanda -como ejemplo-, debido a los problemas sociales y de estabilidad política que podría acarrear la falta de empleo, particularmente en zonas rurales o en áreas en donde se requiere implementar una profunda transformación económica, la cual incentive a la población a beneficiarse de los cambios que han ubicado a China en la vanguardia en cuanto a poderío comercial se refiere.



El tema laboral -particularmente en zonas rurales- es una materia de máxima prioridad para el gobierno del presidente Hu Jintao y será abordado detalladamente durante la próxima sesión de la Asamblea Popular Nacional, la cual deberá sesionar durante las primeras semanas de marzo para aprobar el 11ÅŸ Plan Quinquenal Chino (2006-2010). El propio premier Wen Jiabao se comprometió recientemente a disponer de un fuerte incremento en los fondos destinados para el desarrollo de zonas rurales ya que «construir un nuevo campo socialista es un paso trascendental en la histórica misión del proceso de modernización del país».



Porque aunque el regalo más preciado en Oriente es el tiempo, la autoridad china está empeñada en identificar en el plazo más breve, experiencias exitosas e innovadoras que sirvan para dar un salto cualitativo en el estándar de vida de su población. El recientemente concluido Acuerdo de Libre Comercio en bienes, suscrito por China y Chile durante la Cumbre Informal de Líderes APEC -motivado principalmente por la voluntad política de los jefes de gobierno de ambos países- ha incentivado al gobierno local a concretar negocios, acceder a tecnología, capacitación y experiencias positivas destinadas a provocar una real transformación de diversas áreas de su quehacer económico.



Y debe subrayarse el hecho que Chile puede aprovechar esta ventaja comparativa que le presenta el actual favorable nivel de la relación política y económica o es del todo posible esperar que otro sería «el socio» que asumiría el reto. China está negociado TLC con otros dos países de la región del Asia Pacífico que pueden estar disponibles para colaborar en programas de cooperación en materia agrícola: Australia y Nueva Zelanda.



Según observadores independientes, la estabilidad del régimen político chino está íntimamente ligada a lo que el gobierno pueda lograr concretar en materia de inversión tecnológica, acceso a educación especializada, salud, vivienda, fuentes de riego para evitar la degradación de una ya difícil topografía e internacionalización del sector agrícola local. Son más de 700 millones las personas que hoy dependen de la agricultura para su subsistencia en China. Y la escasez de agua y terrenos aptos para transformar a este sector sí son demandas que requieren de expertise de primer orden.



Los problemas más sensibles que están presentes en la sociedad china actual, tales como el contagio con VIH/SIDA y otras ETS, alcoholismo y drogadicción, también están presentes en las zonas rurales del país. Son aquellos callejones sin salida los que alientan a los jóvenes que habitan en dichas zonas a incursionar – sin la debida preparación académica previa ni dinero para subsistir – hacia la ciudad en busca de un empleo, el cual rara vez se logra materializar con cierta estabilidad.



Al igual como en la India, Brasil e incluso Chile, la brecha entre ricos y pobres en China continúa ampliándose, principalmente debido a las serias deficiencias que presenta el sector rural local y su precaria preparación para interactuar competitivamente en un mercado globalizado. Actualmente las personas que laboran en el campo perciben ingresos que son -en promedio- un tercio menor que lo que reciben quienes están empleados en las zonas urbanas de China, por lo que la amenaza a la estabilidad del sistema sí está latente. Consciente de aquello, el gobierno está desplegando sus máximos esfuerzos para dotar a la sociedad de las herramientas requeridas para una sociedad armoniosa o xiaokang («moderately well off»), pues he ahí la llave para mantener el orden, estabilidad, crecimiento y prosperidad en un país compuesto por múltiples razas, idiomas y credos.



Por lo anterior, resulta interesante destacar que mientras China busca acrecentar su presencia en América Latina mediante la inversión por parte de sus empresas en actividades comerciales principalmente relacionadas con la importación de commodities, léase cobre, petróleo, aluminio, madera, soya, harina de pescado y hierro, también está tanteando terreno con países como Chile para energizar una asociación integral y pensar de manera conjunta en torno a temas de seguridad humana.



Todo indica que China desea establecer una relación sólida de vanguardia con países confiables como Chile, orientada a conocer e implementar las fórmulas que se han empleado para derrotar la pobreza y las faltas de oportunidades las cuales -aunque permanecen en algunas áreas de nuestra geografía- son cada día menos cuando nos referimos al desarrollo e internacionalización de nuestra propia agricultura. Si es este el sector que está llamado a ocupar uno de los diez lugares de vanguardia a nivel mundial cuando conmemoremos nuestro Bicentenario como República. Porque ya el año pasado las exportaciones provenientes de Chile de 5 productos alimentarios ocuparon un lugar destacado entre los 10 mayores exportadores del mundo (uva de mesa, ciruelas y endrinas y vinos, siendo «Top One»).



Luego de haber sido el primer país en América del Sur en reconocerla y establecer relaciones diplomáticas; el primero en alcanzar un acuerdo para su accesión a la Organización Mundial de Comercio; el primero en negociar un TLC bilateral o el primero del continente americano cuyo parlamento estableció un mecanismo de consultas políticas con la Asamblea Nacional Popular, entro otros «firsts» en la historia de la relación bilateral, Chile sí está en condiciones para dar un paso firme hacia delante en su relación con China.



El acuerdo visionario alcanzado recientemente entre China Minmetals Non-Ferrous Metals Co. Ltd (MINMETALS) y la Corporación Nacional del Cobre (CODELCO), es un ejemplo concreto de cooperación de última generación para China, el cual bien podría ampliarse hacia otras áreas. Por ejemplo, China presenta atractivos avances en materia de biotecnología e ingeniería por lo que un trabajo activo y cooperativo en el sector agrícola con Chile bien puede constituir una relación win-win para ambos países, pues incorporaría a un abanico de actores, desde PYME hasta grandes conglomerados multinacionales.



El momento de nuestra actual relación bilateral está mas bien maduro para convertir a Chile – vecino y socio de China en el Pacífico – en un referente que se atreve a incursionar de igual a igual en temas que son de máxima prioridad, especialmente en lo que se refiere a sustentabilidad y desarrollo del modelo económico y social en la región más dinámica del planeta. Un reto vinculado al ámbito del emprendimiento público/privado más que interesante para un país que ya se la juega con optimismo y creatividad en la región del Asia Pacífico.



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* Diplomático de carrera, actualmente destinado en la República Popular China

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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