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Los talibanes de la Constitución de Pinochet

Por: Carolina Rossetti


Señor Director:

Seamos francos: la Concertación de Partidos por la Democracia ya no es tema. Si está viva o en la UTI con muerte cerebral; si murió y descansa en paz, o no tanto para algunos, a pocos les importa. La oposición al gobierno de derecha debe abocarse a trabajar el programa de gobierno para el 2014, en conjunto con los movimientos sociales, que será encabezado por quien mejor represente los intereses populares. Sí populares, del pueblo, de la ciudadanía que ha echado a andar y que se manifiesta más en las calles que en las encuestas.

Lamentablemente hay quienes se aferran al pasado y aprisionan ese puñado de cenizas que es hoy la Concertación, ilusionados en que donde hubo fuego… vaya a saber, si de las brasas vuelven a La Moneda,  vuelven al poder, vuelven a ser elegidos parlamentarios, ministros, jefes de servicio, qué se yo. Y para que eso ocurra abrazan la Constitución de Pinochet y Jaime Guzmán, convertida a estas alturas en un verdadero Corán, que cuales talibanes de cuello y corbata, defienden desde sus púlpitos dorados del Ejecutivo o del Congreso Nacional.

Hubo un tiempo que pregonar la necesidad de una Nueva Constitución, originada desde la soberanía popular a través de una Asamblea Constituyente, era políticamente correcto; la posibilidad de concretarse era tan remota que parecía perderse en el horizonte feliz  de los acuerdos entre la derecha y la Concertación. Pero hoy, cuando es el pueblo organizado, de mil maneras, en un movimiento social diverso y decidido, llama a una Nueva Constitución, las solas dos palabras de Asamblea Constituyente producen una sensación de pánico de quienes quieren seguir manteniendo el poder y a los que quieren volver a toda costa, sintiéndose estos últimos los salvadores de la nación.

Por eso, la tan anhelada aspiración ciudadana de una Asamblea Constituyente se ha convertido en estas últimas semanas en un peligro, en “el cuco” como dirían algunos. Los talibanes le tienen miedo a la gente, al cambio posible y necesario e invocan para detener esta ola ciudadana, la llegada del caos, los tanques rusos, el pueblo tomándose La Moneda cual Palacio de Invierno. Descalifican de manera prepotente y despectiva al movimiento social que no está dispuesto a “ordenarse”, uno, dos, tres marcha… detrás de la ex Presidenta Bachelet, sin saber qué propone para democratizar Chile.

Nadie duda del afecto que el pueblo le tiene a Michelle Bachelet pero no basta para gobernar. La oposición, que el vicepresidente de la DC, diputado Jorge Burgos, califica de izquierdizante, como si fuera un pecado mortal, necesita que la candidata de esa inédita alianza PS/DC se defina ya (después será muy tarde) sobre algunos temas entre los cuales destaco: si apoya o no el proyecto de la Cuarta Urna planteada por el Movimiento Social y los partidos radical, PPD, comunista, de izquierda, el MAS, Revolución Democrática, humanista, ecologista y tantos otros grupos de independientes por una Nueva Constitución. Necesita que se pronuncie si incluiría en un eventual gobierno a ministros comunistas, posición que rechaza la DC; si haría lo necesario para modificar el actual modelo neoliberal y sistema político; si cree en la democracia económica, si comparte la visión de un Estado Protector y no la de uno subsidiario, si enviaría una ley sobre matrimonio homosexual y lésbico, si la paridad fuese más que un veranito de San Juan como lo fue en su gobierno, en fin, si se saca la foto con el pueblo o con los talibanes. De no ser así, al menos yo, tengo otro candidato.

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