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El sentido de lo colectivo, elemento clave en la actual política habitacional y territorial Opinión

El sentido de lo colectivo, elemento clave en la actual política habitacional y territorial

Camila Ramírez
Por : Camila Ramírez Directora ejecutiva de Fundación Urbanismo Social
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Desde lo más íntimo de la vivienda, y lo cotidiano del barrio, hemos apostado por ir más allá. En la planificación y gestión territorial buscamos aumentar la capacidad de incidencia de la ciudadanía, comunicando de manera clara, cercana, directa, transparente, simple y eficaz, información que es muchas veces lejana por su contenido técnico.


Cada acción que ocurre en la ciudad tiene impacto en la calidad de vida y en la experiencia cotidiana de las personas, así como en las relaciones que se generan entre estas mismas y con las instituciones. Esto hace indispensable seguir avanzando en construir y diversificar espacios de participación y colaboración, que vinculen a la comunidad en la transformación de sus barrios y viviendas, desde los distintos sectores de la sociedad. 

En este contexto, celebramos la mención del ministro Montes, en la reciente Cuenta Pública del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), al indicar que “construir tejido social es otro desafío fundamental”, considerando también que el ministerio debe aportar a este desafío país desde sus políticas. 

En nuestra trayectoria, uno de los principales aprendizajes ha sido que el involucramiento ciudadano, sentirse y ser parte de un proyecto común, puede transformar y fortalecer las relaciones entre diversos individuos, haciéndolos parte del proceso y de la toma de decisiones. 

Donde esto se vuelve más imprescindible es en la vivienda, sobre todo en las últimas décadas, período en el que se ha construido la mayor cantidad de viviendas colectivas en la historia, sumado a que, en la actualidad, el plan de emergencia del Minvu considera la entrega de 260.000 nuevas soluciones habitacionales. Esto vuelve aún más importante, desafiante y complejo, organizar y potenciar comunidades en una cultura de convivencia y diálogo. A esto, además, se suman nuevas formas de organización y tenencia, como el arriendo o el cooperativismo. 

Bajo este contexto, celebramos la creación de Territorio Ciudadano, el Centro de Formación, Diálogo y Participación del ministerio, pero a la vez vemos oportunidades de fortalecimiento de sus programas habitacionales y territoriales que no se pueden dejar pasar y que, con sus distintos alcances, pueden también contribuir al tejido social y avanzar hacia sociedades y ciudades más cohesionadas. Más aún cuando desde el 2006 nacen los planes sociales para la vivienda, contando con una batería de acciones que se van conjugando para poner en el centro a la comunidad organizada, la integración social y la ciudad. 

Elementos que, sin embargo, no han sido suficientes para generar consolidación de las comunidades, lo que incide en las capacidades de administración y mantención de espacios comunes, buena convivencia y apropiación, como lo indica el estudio realizado por el Minvu (2021), que indica que actualmente los planes son “insuficientes para generar sentimientos de comunidad y capacidades de administración”, siendo uno de los principales desafíos de la política habitacional en términos sociales y de sostenibilidad. 

Entonces, ¿cómo incorporamos el valor de lo colectivo a favor de lo individual? 

Desde Urbanismo Social hemos potenciado estos planes a través de tres componentes: 1) Desarrollo comunitario y organizacional; 2) Articulación, vinculación y gobernanza; y 3) Desarrollo físico e integración con la ciudad. Al propiciar el desarrollo de una estructura organizacional, hacemos posibles formas de participación transversales, democráticas y con incidencia, mediante las cuales buscamos la sostenibilidad del barrio en cuanto a aspectos físicos y sociales, entendiendo que esta no se da por sí sola. Esto ha traído como resultado el empoderamiento a las comunidades y generación de gobernanzas, el fortalecimiento de confianzas, la promoción de liderazgos legitimados por los(as) vecinos(as) y la formación en temáticas de vivienda y barrio para la administración de estos espacios.

De esta forma, las personas adquieren el sentido de pertenencia al barrio, se sienten orgullosos de vivir en el lugar donde viven y lo recomiendan. Sin ir más lejos, en la última evaluación de nuestra intervención, el 90,5% de las familias recomienda vivir en el barrio, y un 88,5% se siente orgulloso(a) de ser parte de este. 

Desde lo más íntimo de la vivienda, y lo cotidiano del barrio, hemos apostado por ir más allá. En la planificación y gestión territorial buscamos aumentar la capacidad de incidencia de la ciudadanía, comunicando de manera clara, cercana, directa, transparente, simple y eficaz, información que es muchas veces lejana por su contenido técnico. Elementos que nos permiten fortalecer la participación y democratización de los territorios, y hacer posibles acuerdos y gobernanzas a escala de barrio, comuna y ciudad. 

Estos puntos, que unen la políticas urbanas y habitacionales, pueden seguir fortaleciéndose y adaptándose a los desafíos de una sociedad que requiere volver a encontrarse para lograr objetivos comunes.  

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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