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Urgencia de contar con regulación para envases en contacto con alimentos Opinión

Urgencia de contar con regulación para envases en contacto con alimentos

Ximena Valenzuela Bascuñán
Por : Ximena Valenzuela Bascuñán Investigadora Co-Inventa y Laben Chile Universidad de Santiago de Chile
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La lucha contra la contaminación química en los envases de alimentos es un desafío que requiere el esfuerzo conjunto de científicos, reguladores, industrias y consumidores.


Aunque los envases desempeñan un papel esencial en la preservación y distribución de los alimentos, no podemos ignorar los riesgos asociados con algunos compuestos utilizados en su fabricación. En términos técnicos, la transferencia de contaminantes químicos de los materiales, que están en contacto con alimentos y, por lo tanto, pueden pasar al alimento, se le denomina “migración”.

Los envases de alimentos de acuerdo a su naturaleza química, pueden contener diversos compuestos que presentan cierto grado de toxicidad, dependiendo de la concentración y condición de uso. Estos compuestos han sido estudiados y regulados internacionalmente desde hace décadas, sin embargo, como país se está en deuda, ya que no existe una regulación específica que establezca los límites seguros para la migración de estos contaminantes químicos, desde los envases a los alimentos. Este problema se agudiza cuando se necesita mayor seguridad e inocuidad con materiales reciclados, pues se deben incorporar en los materiales, de acuerdo con regulaciones recientes, con miras hacia una transición hacia una economía circular.

Pero ¿qué contaminantes puede contener el envase? Responder a esta pregunta no es sencillo, ya que hay sustancias que se agregan de marera intencionada, se conocen y están reguladas internacionalmente, pero también existe un grupo de compuestos denominados sustancias no intencionalmente añadidas (NIAS) que, como su nombre indica, no se agregan de manera premeditada, sino que se forman durante el proceso de fabricación, pueden también ser resultado de la degradación de aditivos utilizados o, asimismo, pueden formar parte de las impurezas de otros compuestos. En este contexto, las sustancias químicas más estudiadas son las “aminas aromáticas primarias”, que pueden generar compuestos cancerígenos. La Unión Europea ha fijado límites de no detectables en la última actualización del año 2020 del Reglamento para Materiales Plásticos en Contacto con Alimentos. 

Entre los contaminantes químicos derivados de materiales plásticos que han sido más estudiados, están los ftalatos y el bisfenol A (BPA). Estas sustancias, conocidas por su efecto de disruptores endocrinos, pueden interferir con el sistema hormonal humano, lo que potencialmente conlleva efectos adversos en la salud, especialmente en el desarrollo infantil y la salud reproductiva.

Otro grupo de cuestionados son las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), un amplio grupo de compuestos de síntesis que consisten en una cadena alquílica hidrofóbica de longitud variable (total o parcialmente fluorada), con un grupo final hidrofílico. Las PFAS pueden migrar del envase a los alimentos según el tipo de material, el tiempo de contacto, la temperatura y la longitud de la cadena de PFAS. Existe evidencia de que la exposición a las PFAS puede causar efectos perjudiciales a la salud humana. Los estudios científicos asocian la exposición a una serie de PFAS con efectos adversos graves para la salud, como cáncer de riñón y testículo. 

La lucha contra la contaminación química en los envases de alimentos es un desafío que requiere el esfuerzo conjunto de científicos, reguladores, industrias y consumidores. Debemos actuar ahora para proteger la salud de las generaciones presentes y futuras, así como, también, salvaguardar el medio ambiente. Necesitamos como país tener instrumentos regulatorios que permitan garantizar que los alimentos lleguen a los consumidores sin comprometer la salud y la de nuestro entorno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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