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La calle Namur sigue siendo Namur Opinión

La calle Namur sigue siendo Namur

Juan Guillermo Tejeda
Por : Juan Guillermo Tejeda Escritor, artista visual y Premio Nacional "Sello de excelencia en Diseño" (2013).
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Boric tiene más sentido común que Irací, no cabe duda, y el sentido común es la sabiduría rancia de la comunidad, ese saber estar tontorrón que nos da seguridad y nos confirma en nuestra identidad de toda la vida, lo que sea, las empanadas, las personalidades y lugares importantes, las fachadas limpias, saludarse y despedirse correctamente, celebrar el cumpleaños feliz, y que la calle en que uno vive siga llamándose esta mañana como se llamaba ayer.


Estupendo que la calle Namur se siga llamando Namur, es una callecita mínima con dos o tres edificios de época muy bonitos, el de la esquina está firmado por el arquitecto Prieto Casanova y lleva un relieve con unos elefantes y un caracol, lo recuerdo desde que era niño, y al frente por la calle Estados Unidos hay una casa de tres pisos convertida hoy en bar o zandunga tropical donde en otros años, en otra dimensión del tiempo y el espacio vivieron durante unos meses creo dos de mis primas.
Ahora soy un señor al que no le gustan tanto ni los cambios de nombres ni el cambio climático, y entiendo muy bien a mi abuela Ana Rita que también en otra era decía aquello de: es que ya no hayan qué inventar.
En eso Irací, a la que no pretendo hacer bullying como hacen despiadadamente con ella los medios y algunos políticos de mal corazón, no ha sabido mucho qué inventar, y en iniciativas como esta del cambio de nombre de algunas calles muestra la propensión de todas las izquierdas que es el poco sentido común, el adelantarse con ‘ideas’ que alteran la costumbre y cortan la mayonesa. Sobre eso advertía el malvado Bukele a Boric que debe ser tan difícil para él presidir un país teniendo tan poco sentido común.
Boric tiene más sentido común que Irací, no cabe duda, y el sentido común es la sabiduría rancia de la comunidad, ese saber estar tontorrón que nos da seguridad y nos confirma en nuestra identidad de toda la vida, lo que sea, las empanadas, las personalidades y lugares importantes, las fachadas limpias, saludarse y despedirse correctamente, celebrar el cumpleaños feliz, y que la calle en que uno vive siga llamándose esta mañana como se llamaba ayer.
Edmund Burke, que ha sido uno de los pocos filósofos o ideólogos bien de derecha, también lo fueron Platón y Hobbes, Burke celebraba el prejuicio, y decía de él que es sabiduría acumulada por la especie. Yo lo asocio a Margaret Thatcher, creo que ella aludió al prejuicio alguna vez. Nos disgustan algunas cosas por puro prejuicio, pero algo hay de consistente en ese prejuicio. Por ejemplo es bueno casarse primero y con una situación económica sólida que deje libertad para estar en casa a uno de los cónyuges, entonces procrear, y no al revés: eso es puro prejuicio y a menudo se ve en la práctica lo arduo que se pone todo si desatendemos al prejuicio.
Pero bueno, Namur sigue siendo Namur, una calle de una sola cuadra un poco curva que desemboca en la Alameda y le dieron duro durante el estallido, a los elefantes y al caracol les metieron spray rojo recuerdo, y aun quedan por ahí algunos grafitazos. En la esquina de los elefantes vive ahora gente que tiende la ropa hacia la calle, cosa que no ocurría en otro tiempo.
El flanco poniente de Namur está ocupado por la mole muerta de la parte del GAM paralizada desde Piñera 2. En Chile somos pobres pese a ser el país con el PIB más alto de Latinoamérica, y no podemos tener un gran teatro capaz de acoger óperas y espectáculos complejos, sobre todo porque el GAM es público y el credo religioso aquí sería privado. Namur sigue siendo pública, no cambia de nombre, y brindo por ella.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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