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50 años de pobreza material y espiritual: el oprobio del negacionismo Opinión

50 años de pobreza material y espiritual: el oprobio del negacionismo

Alex Ibarra Peña
Por : Alex Ibarra Peña Doctor en Estudios Americanos.
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El negacionismo es terrible, por ejemplo ha permitido que varios golpistas sigan en actividad política gozando de impunidad, lo mismo ha sucedido con torturadores que nunca tuvieron condenas y que incluso ocupan cargos en instituciones principalmente privadas. La normalización de esta impunidad hace cómplices a varios otros actores políticos que son parte de las instituciones del Estado.


Pensaba escribir una columna en torno a la violencia política, económica y social inaugurada con el Golpe de Estado que terminó uno de los procesos culturales más democráticos y populares de nuestra historia. Es evidente la violencia del orden político instalado por Pinochet y sus colaboradores, los cuales siguen gozando de la impunidad estableciendo un relato retórico que pretende situarlos como legítimos demócratas. Dicho relato, no es más que un engaño ideológico que clausura el desarrollo de la democracia desde la hegemonía del poder que sigue dominando nuestras instituciones. 

La meditación se ha visto perturbada en el acontecer de estos días. La derecha a endurecido su violencia desde un férreo relato desde el dogma del negacionismo. Por cierto, que este dogma no es novedoso, es el que ha buscado justificar el peor daño causado a nuestra democracia. En otras palabras los protagonistas de la violencia y sus sucesores siguen avalando el dominio de clase que les otorga los privilegios usurpándole todos los bienes y negándoles todas las posibilidades a los más desprotegidos. Si bien, está ideología anti ética es desde hace ya siglos, el régimen militar del dictador blindó esa injusticia.

El negacionismo es terrible, por ejemplo ha permitido que varios golpistas sigan en actividad política gozando de impunidad, lo mismo ha sucedido con torturadores que nunca tuvieron condenas y que incluso ocupan cargos en instituciones principalmente privadas. La normalización de esta impunidad hace cómplices a varios otros actores políticos que son parte de las instituciones del Estado.

Un Estado que desde sus instituciones no ha logrado superar este mal democrático, es sin duda partícipe por herencia de esta corrupción. Desde esta perspectiva se entiende que en una de las sesiones de hace unos días atrás en el Congreso se aprobara la lectura del documento que hace cincuenta años atrás le daba luz verde a los golpistas. Documento traidor a la democracia nacido desde el lugar más propicio para asegurar el respeto a la democracia. Militares y políticos traidores que no ven en problema en que se le dispare al pueblo. Son los mismos que han justificado toda impunidad y son los mismos que lograron situarse nuevamente en el poder después de que se les pidió que se fueran en los días que siguieron al estallido social.

El daño causado por el Golpe aún no se dimensiona en su totalidad, hemos llorado las pérdidas, víctimas de la violencia, torturados, mutilados, asesinados y desaparecidos. Hemos sufrido la injusticia del orden económico que entrega la riqueza y los privilegios a unos pocos, a los dominadores. El daño material causado a nuestra sociedad, es sin duda terrible. Sin embargo, el daño espiritual a nuestra cultura caló en profundidades que aún nos mantienen en esta crisis cultural. Este es nuestro presente histórico que seguimos sin restaurar y que sigue violentado por las fuerzas políticas de la derecha que controlan el poder.

Los 50 años no son una historia pasada, son parte de nuestra historia presente y lo que es peor el negacionismo no permitirá avanzar en la superación de la crisis, dado que su violencia sigue siendo un dedo en la llaga prolongando las heridas. La ineptitud de la derecha chilena sigue mostrándonos una escasa valoración real por el bienestar y el derecho de los seres humanos. La ideología del negacionismo es la actualización de la violencia golpista, no son inocentes los cómplices de antes y tampoco los cómplices actuales, bien lo ha expresado el poeta José de la Fuente: “Por ahí escucho decir que los días más amargos ya pasaron. No es así siguen defendiendo al dictador. Quieren someternos por cincuenta años más, quieren dominarnos por los afanes y los días, quieren quemar los resuellos que nos quedan, en la resistencia del amor y de los libros”. Estos 50 años no son sólo una conmemoración de hechos “pasados” sino que son una nueva posibilidad para seguir disputando el campo de poder, la memoria que rescata el valor político del allendismo es la vía para encauzar las luchas sociales a favor de nuestro pueblo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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