Publicidad
¿Cómo salimos de esta? Presupuesto 2024 y el futuro de Chile Opinión

¿Cómo salimos de esta? Presupuesto 2024 y el futuro de Chile

Paula Schmidt
Por : Paula Schmidt Periodista y licenciada en Historia
Ver Más

Nuestra economía permanece estancada y, lo que es peor, enfrenta las consecuencias de una recesión técnica, lo que a grandes rasgos se traduce en menos oportunidades y mayor desigualdad; por lo que la frágil clase media, que ha resistido apenas los embates de la pandemia, la inflación y la desaceleración mundial, deberá seguir esperando. O sea, por el momento, nuestro desarrollo humano es de todo menos sustentable.


Chilenos como el economista de MIT Ricardo Caballero vienen del futuro, dos pasos más adelante que la mayoría de los mortales promoviendo ideas llamativas que impulsan el desarrollo y el progreso de los países. Y así lo hizo esta semana al exponer en el seminario del Banco Security, cuyo título fue “¿Cómo salimos de esta? (del estancamiento al crecimiento)”. Una gran pregunta –que tenemos varios– y que se ajusta a nuestra situación actual, dado el desfavorable escenario social, político y económico que nos envuelve y que, hasta el momento, no cuenta con ninguna solución verdaderamente original.

Es así como el académico fue explícito: avanzar significa pragmatismo, seguir el exitoso ejemplo de Singapur, no seguir comparándonos con los países OCDE, debido a que muchos ya alcanzaron su máximo potencial y, sobre todo, no teorizar, porque una cosa es ponerse creativo entre cuatro paredes soñando con el mundo feliz de Huxley y lo otro –muy distinto– es aplicar medidas (algunas dolorosas) que se ajusten a la realidad. Paso a paso, sin apuro ni mensajes rimbombantes es como se llega a Roma, ¿no es verdad? No obstante, tras los anuncios del Presidente Boric sobre el Presupuesto 2024, el Gobierno parece inclinarse hacia la ensoñación. Pongámoslo en perspectiva.

Nuestra economía permanece estancada y, lo que es peor, enfrenta las consecuencias de una recesión técnica, lo que a grandes rasgos se traduce en menos oportunidades y mayor desigualdad; por lo que la frágil clase media, que ha resistido apenas los embates de la pandemia, la inflación y la desaceleración mundial, deberá seguir esperando. O sea, por el momento, nuestro desarrollo humano es de todo menos sustentable.

Por otra parte, acorde al Fraser Institute de Canadá, hemos retrocedido en libertad económica. Esto es, en políticas que fomentan la apertura y flexibilidad de nuestra economía (tiempos aquellos, entre los años 90 y comienzos del 2000, cuando éramos un polo de atracción para la inversión extranjera); y nuestro PIB tendencial (nuestra magnitud productiva) para los próximos cuatro años será solo de un 2,1%, lo que indica la pérdida de nuestra capacidad para crecer (y desarrollarnos).

Como si todo lo anterior fuera insuficiente para hacer ver a un ciego de que el país va en la dirección contraria para fortalecer la estabilidad fiscal y recuperar su capacidad de ahorro, el Consejo Fiscal Autónomo indicó como preocupante que persistirán los riesgos financieros a nivel internacional; que la crisis de las isapres podría abultar de manera alarmante el gasto público en salud, al haber un traspaso masivo de usuarios a Fonasa; y, entre otras cosas más, que nuestra moral tributaria (cotizar y pagar impuestos) se ha visto debilitada por asuntos como el caso Convenios. Cuestión delicada que llegó a salpicar la reputación de la actual directora de Presupuestos, Javiera Martínez, cuyo cuestionamiento en nada mejora la situación para esclarecer los hechos y que la moral no se mantenga alicaída por los más de $32 mil millones traspasados a 53 fundaciones, ONG o corporaciones, hoy bajo el radar del Ministerio Público. 

Pero volvamos a los inputs de Ricardo Caballero sobre la importancia de corregir errores al igual que Singapur y la necesidad de combatir la mentalidad de “suma cero”, donde se cree que, para que unos ganen, otros necesariamente deben perder. Esto, además de erróneo, es corrosivo en lo económico y también en lo político, causando divisiones y escepticismo.

Por lo tanto, ampliar la cancha y hacerla más inclusiva no requiere solo de más recursos (ni mensajes rimbombantes) sino de una mejor gestión que, entre otras cosas, transparente gastos, acabe con las licitaciones a dedo o por WhatsApp, combata la corrupción y lleve a cabo necesarias reformas al Estado. Si no, ¿para qué están los impuestos? 

A diferencia de otros años, y como pocas veces, la atención de muchos compatriotas estuvo concentrada sobre las palabras del Mandatario acerca del presupuesto, conscientes de que, a pesar de su esfuerzo, el tamaño de la torta ha decrecido. Repartirla bien, sin que se pierda ni una sola miga, es necesario para comenzar a pensar en serio sobre el crecimiento, ya que si no se prioriza bien, tal como se manifestó en el seminario, será muy difícil salir de esta. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias