Publicidad
Se acerca la magia (o el terror) de la Navidad Opinión

Se acerca la magia (o el terror) de la Navidad

Tomás Errázuriz
Por : Tomás Errázuriz Académico Campus Creativo, Universidad Andrés Bello
Ver Más

Disclaimer: ¡Todavía estás a tiempo! Esta Navidad regala con sentido y responsabilidad, cuida a tus niñes y, de pasada, ayuda a Santa Claus y al planeta previniendo el derretimiento del Polo Norte.


Escena I

Viernes 22 de diciembre y todavía no compras los regalos de Navidad: el amigo secreto, la pareja, la familia cercana, y un par de regalos obligados. Aunque el año pasado prometiste no volver al mall en estas fechas, ahí estás otra vez. Lo lamento, este es el único lugar donde puedes resolver el problema en una sola tarde. Prepárate a vivir el verdadero espíritu navideño que se respira en un lugar repleto de personas alteradas y ansiosas que todo lo que buscan es salir pronto «del cacho de los regalos», para así volver a descansar a sus casas. Aunque eso signifique gastar un dineral en cosas que en otras circunstancias jamás habrían comprado. Entre el estrés de agotadores villancicos que dan ritmo a tus compras y viejos pascueros agotados que buscan contrarrestar sus bajas pensiones, seguro recordarás con envidia esas navidades donde el tío “especial” regalaba las cosas que tenía en su departamento, la mamá aprovechaba de regalar calzones, calzoncillos y calcetines para el año y la abuela se ahorraba problemas entregando un sobrecito o un chocolate a cada nieto.

Escena II

Domingo 24, por fin es Nochebuena. En algún momento pensaste que no lo lograrías. Todo ha ocurrido como estaba pronosticado y sin grandes diferencias a como ha venido ocurriendo en los últimos años. Se brinda, se come en familia, quizás unas palabras emotivas y luego, terminada la cena, y si todavía hay menores que creen en la magia, mediante algún artilugio aparecen los regalos amontonados en una gran pila. El cansancio de los adultos, cuyo esfuerzo se atribuye injustamente al Viejo Pascuero, contrasta con la hiperexcitación de los niños que ya no aguantan más la larga espera iniciada con los primeros avisos publicitarios después de Halloween. El gran momento ha llegado y comienza la repartija. ¡¡Primer regalo de la noche!! [redoble de tambores] –Para (ti) del Viejito Pascuero–. Todos te miran, mientras un sobrino te ofrece expectante un paquete envuelto sin cariño en alguna gran tienda del retail. Pones tu mejor cara de sorpresa y felicidad, y ruegas que pasen pronto al siguiente regalo. No será así. Están esperando a que lo abras. Con resignación, comienzas a desarmar el paquete, preparándote para fingir que, no importando lo que sea, parezca que era justo lo que necesitabas. Da igual cuánto te esfuerces, seguro te descubrirán y ahí recordarás por qué cuando creciste ya no te gustaba tanto la Navidad.

Escena III

Ya casi todos los regalos se abrieron, el clímax pasó y las energías caen en picada. Efecto rebote. El lugar parece un campo de batalla. Papeles rasgados, cintas, mucho plástico en todas sus formas y colores repartidos en los lugares más insólitos, juguetes abandonados a medio abrir, otros de mala calidad cuyas partes cedieron a la ansiedad del primer uso o que de frentón venían fallados, restos de algún plato roto y otras cosas que solo aparecerán en el orden del día siguiente. Sí, todos recibieron algo, pero no todos se ven contentos. En medio de una atmósfera de cansancio generalizado, se distingue a la legua privilegiados y perjudicados. Entre los niños el panorama es más sombrío. Al frenesí de la descarnada repartija, sobreviene una montaña rusa que los lleva en segundos desde felicidad pura a frustración pura. Porque el Viejo Pascuero no le trajo lo que pidió, porque el juguete no era para su edad, porque se rompió al abrirlo o nunca funcionó, porque luego del primer uso perdió todo su atractivo, porque al primo o a la hermana le llegaron más regalos, porque no me lo quiere prestar, en fin, porque el pasto de la vereda de enfrente siempre es más verde y porque nadie a esa corta edad puede tolerar esos niveles de ansiedad. Al final, algunos niños se divierten tirándose bolas de papel y escondiéndose en la caja de una flamante parrilla que le regalaron al dueño de casa. Por fin concluye la velada y todos se llevan, en proporciones similares, la misma cantidad de cosas que trajeron.

Escena IV

Lunes 25 de diciembre. Se repiten las escenas II y III todas las veces que sea necesario hasta cumplir con los compromisos familiares que cada persona tiene. ¡Suerte con eso!

Escena V

Martes 26 de diciembre. Como todos los días en la mañana, preparas tus cosas, tomas las llaves y sales a la calle. Se siente bien volver a la rutina. Todavía no ha pasado el camión de la basura, pero ya alguien se dio el trabajo de acumularla en montones distribuidos a lo largo de la cuadra. Si hubiese una competencia anual del montón más alto, los de hoy se llevarían el primer premio por lejos. Sobre las bolsas habituales se apilan y desparraman todo tipo de coloridos y brillantes residuos listos para ser comprimidos e iniciar su último viaje en camión. Caminas por la vereda angosta evitando cajas, bolsas y otros envases que se escaparon de los montones y entre los restos vas adivinando los regalos que recibieron tus vecinos. No son muy distintos a los tuyos. Juguetes, lociones, electrodomésticos, electrónicos, ropa, calzado. Todas las secciones de la tienda de departamentos reunidas en un solo lugar: la basura. El escenario se corona con algunos trastos viejos, seguramente reemplazados y dados de baja. Piensas que ojalá pase pronto el camión y despeje nuevamente la calle, porque sabes que no será el Viejo Pascuero quien pase retirando la basura.

Fin.

Disclaimer: ¡Todavía estás a tiempo! Esta Navidad regala con sentido y responsabilidad, cuida a tus niñes y, de pasada, ayuda a Santa Claus y al planeta previniendo el derretimiento del Polo Norte 🙂

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias