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Derecha radical: ¿una alternativa política en el Chile de hoy? Opinión

Derecha radical: ¿una alternativa política en el Chile de hoy?

Fabián Bustamante Olguín
Por : Fabián Bustamante Olguín Doctor en Sociología, académico Departamento de Teología Universidad Católica del Norte, Coquimbo.
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Con frecuencia se culpa a la inmigración de problemas económicos, sociales y culturales por los medios de comunicación, la derecha radical (Partido Republicano) y la extrema derecha (Partido Social Patriota), en un esfuerzo por dinamizar sus bases de apoyo. Sin embargo, los crímenes parecen respaldarlo: el desmembramiento de un ciudadano colombiano, descuartizado en pleno centro de Santiago; el tiroteo de otro ciudadano que cayó muerto en Coquimbo; o el mapa de bandas extranjeras en Santiago Centro que exhibió hace algunas semanas un diario de circulación nacional; el hallazgo de dos personas enterradas vivas por el Clan de Los Gallegos en Arica. Así, suma y sigue.


Con el asenso del Partido Republicano en las elecciones de mayo, surge la pregunta sobre si esta derecha radical se convertirá en una alternativa política viable en el Chile de hoy. ¿Se emitirán los votos necesarios para la derecha radical en las próximas elecciones presidenciales?

En primer lugar, diremos que la derecha radical es un subconjunto al interior de las derechas que se distingue por su oposición a las corrientes políticas tradicionales y su adhesión a posturas “radicales” en temas sociales, económicos e incluso culturales.

Además, dependiendo del país o región en la que se encuentren, los partidos o movimientos de la derecha radical pueden adoptar diferentes formas, pero generalmente tienen algunas cosas en común. Pueden ser nacionalistas y proteccionistas, por ejemplo, defendiendo la identidad cultural de su nación contra influencias externas. Por ejemplo, el caso del partido de los “finlandeses” (Perussuomalaiset) de Riikka Pukka defiende el nacionalismo económico y un Estado de bienestar exclusivo de los finlandeses. A contrapelo, en Chile, el Partido Republicano no comparte esa misma concepción del nacionalismo económico; más bien, está a favor de radicalizar aún más la actual economía de libre mercado a expensas de promover la industrialización nacional.

Dado que el Partido Republicano ofrece más de lo mismo que los partidos tradicionales de la derecha (UDI, RN y Evópoli) en materia económica, esto podría resultar una desventaja para la colectividad. La observación de Hugo Herrera de que el Partido Republicano apoya ideas afines a la UDI de la década de los 90, ayuda explicar esto. El filósofo chileno tiene razón en este sentido, como señalé en mi tesis doctoral sobre la hibridación ideológica discursiva de la derecha Chicago gremialista, pues muchas de las tesis defendidas por los partidarios del Partido Republicano son ideas que ya están expuestas en la Revista Libertad y Desarrollo.

Cabe destacar que el modelo económico “neoliberal” ha estado en problemas desde hace un buen tiempo, porque tiende a aumentar la concentración económica y produce lo contrario de lo que propugna (un libre mercado). Sin embargo, a pesar de los daños colaterales que provoca, es el único modelo que resulta efectivo, porque ni la izquierda chilena ni ningún otro grupo ofrece una alternativa al neoliberal. Las críticas a las políticas económicas de la actual administración por parte de personeros de la derecha son incomprensibles, porque al menos esta administración del Presidente Boric no ha buscado “derrotar o superar el neoliberalismo” por ningún motivo.     

En tercer lugar, algunas derechas radicales tienen puntos de vista opuestos a la inmigración y los derechos humanos universales, al mismo tiempo que albergan animosidad hacia los grupos minoritarios, como los inmigrantes, los refugiados o las personas LGTB+. Es difícil que los valores defendidos por el Partido Republicano ganen un apoyo generalizado en este caso (incluso al interior de la derecha liberal), porque nuestro país ha progresado en esas áreas. El abogado Luis Silva, que funge como de los consejeros constitucionales, es miembro del Opus Dei, lo que genera cierta tensión.

El tema de la inmigración ilegal y el crimen organizado es uno que a esta derecha radical podría entregarle muchos réditos electorales. En los últimos años, la inmigración se ha convertido en un tema candente en todo el mundo. Chile no es una excepción. A medida que más personas emigran a Chile en busca de mejores oportunidades económicas, educativas y laborales (como sucedió con los venezolanos, colombianos y haitianos), se han desarrollado nuevas tensiones políticas y sociales. Particularmente, los medios de comunicación han informado en numerosas ocasiones en los últimos años sobre las bandas extranjeras que operan en nuestro país. Todo esto ha comenzado a traer a discusión el tema de la inmigración irregular.

En este sentido, durante las últimas elecciones presidenciales de 2021, con José Antonio Kast, la derecha radical hizo de la inmigración un tema importante de discusión en su discurso político. Este no es un tema menor, porque existe la creencia generalizada de que se debe controlar la inmigración y prohibir la entrada de extranjeros, particularmente en ciertas ciudades, como Arica, Iquique, Antofagasta, Santiago, etcétera.

Con frecuencia se culpa a la inmigración de problemas económicos, sociales y culturales por los medios de comunicación, la derecha radical (Partido Republicano) y la extrema derecha (Partido Social Patriota), en un esfuerzo por dinamizar sus bases de apoyo. Sin embargo, los crímenes parecen respaldarlo: el desmembramiento de un ciudadano colombiano, descuartizado en pleno centro de Santiago; el tiroteo de otro ciudadano que cayó muerto en Coquimbo; o el mapa de bandas extranjeras en Santiago Centro que exhibió hace algunas semanas un diario de circulación nacional; el hallazgo de dos personas enterradas vivas por el Clan de Los Gallegos en Arica. Así, suma y sigue.

Según los estudios, los inmigrantes cometen delitos en menor proporción que los chilenos, pero los delitos con un impacto social significativo, que en ocasiones involucran a ciudadanos extranjeros, se destacan mayormente. Todo esto contribuye a la fuerte estigmatización de los extranjeros que ya existe en Chile y que la derecha radical seguirá utilizando como tema central para dinamizar su base de apoyo.

Y he aquí un dilema para el Partido Republicano: convertirse o no en un partido antiinmigración, como ha ido ocurriendo en los partidos de derecha radical en Europa. La dinámica política que se está dando en Occidente, específicamente el ascenso de la derecha radical, ¿incluirá a Chile en esto?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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