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CEP: chilenos de vocación opositora, influenciables, autoritarios, volubles y pesimistas

CEP: chilenos de vocación opositora, influenciables, autoritarios, volubles y pesimistas

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Y aunque llama la atención que este partido de extrema derecha sea el que tiene la más alta valoración de todos, hay que puntualizar que solo llega al 10%, contra los 3% y 4% del PS o la UDI. Si bien es un mérito que una colectividad tan joven haya alcanzado logros importantes en tan poco tiempo, su líder, José Antonio Kast (JAK), obtiene niveles intermedios en esta encuesta, pese a que otros sondeos lo sitúan en primer lugar. Lo que debería preocupar a ese partido es que Kast tiene un nivel de rechazo altísimo, algo difícil de remontar.


No sé si existe otro país en el mundo en que las personas tengan una evaluación tan ácida y crítica del Presidente o Presidenta de turno, independientemente de su color político y de cuánto haya obtenido en las elecciones. De hecho, los últimos tres fueron elegidos con extraordinarias cifras de votantes (Boric, con el 55.6%, es el Mandatario más votado de la historia). Sin embargo, al poco tiempo, Bachelet II, Piñera II y Boric pasaron a ser rechazados de manera contundente por la ciudadanía. Es decir, en los últimos 9 años y medio, todos los presidentes tienen cifras rojas en respaldo. Por lo visto, el comediante Fabrizio Copano tenía razón: los elegimos y odiamos de inmediato. Dramático.

La encuesta CEP nos mostró una interesante y la vez dramática fotografía de los chilenos. Considerado el sondeo más sólido metodológicamente, cada seis meses vemos cómo cambian nuestras percepciones de la sociedad, la economía, los valores, el Gobierno y la política. Lo cierto es que, especialmente en los últimos cuatro años, el péndulo se ha movido de tal forma que hemos pasado desde un país con visiones progresistas, movilizado contra la desigualdad –el 18-O tuvo una primera parte de amplia participación ciudadana–, que eligió a un Presidente de izquierda y una Convención sin partidos, al triunfo rotundo de la extrema derecha el 7M, la elección de consejeros mayoritariamente republicanos y a tener punteando de “presidenciables” solo a personajes de derecha. Y sin contar que el primer texto constitucional se rechazó y que todo indica que ocurrirá de nuevo (57% dice que votará en contra… sin conocer el texto). Desglosemos la encuesta.

Boric tiene un voto duro, que parece incombustible. Pese a todos los problemas que está viviendo su Gobierno, especialmente en los últimos meses, el Presidente sube su respaldo (5%). Y no solo eso, tiene mejores resultados en comparación con Sebastián Piñera en misma etapa (25%) y Michelle Bachelet (22%). El 27% que le asigna CEP –las otras encuestas están en alrededor de 30%– es equivalente al 24% que obtuvo en 2021 en primera vuelta.

Los chilenos somos totalmente influenciables por la agenda medial. Una primera paradoja es que la delincuencia baja en -6% su percepción como problema. También los chilenos ven menos grave la inmigración respecto de seis meses atrás (-4%) y tampoco parece importarles tanto las pensiones que reciben (-3%). Sin embargo, aumenta la inquietud por la salud (+9%). Todo indica que la delincuencia no ha bajado de manera sustantiva, pero sí su cobertura mediática. Recordemos que, en los meses de la evaluación anterior, desde los matinales a los noticieros nos mostraban escenas que lograban angustiarnos.

Creo que la preocupación por la salud pudo tener resultados mucho más malos, porque el tema de las crisis de las isapres se instaló en los medios como si viniera un colapso total de ellas. Sin embargo, hace más o menos un mes, este tema desapareció por obra de magia de la agenda. ¿Qué pasó con el famoso fallo de la Suprema que obligaba a las isapres a devolver los cobros excesivos a sus clientes? Misterio. De seguro si la encuesta incluyera “temor a que te roben tu computador”, sería una de las preguntas con más respuestas. Y ojo, aunque en la amnesia colectiva que parece afectarnos lo olvidamos, el ítem delincuencia tenía también el primer lugar durante el Gobierno de Piñera.

Los chilenos somos más autoritarios, creemos menos en la democracia y las libertades de las personas, y más en el orden. Por supuesto que esta dimensión es inquietante, justo cuando se celebran los 50 años del golpe militar. Los encuestados prefieren un Gobierno “firme”, y el orden por sobre las libertades individuales y colectivas. Esto tiene dos líneas interpretativas: por un lado, la percepción de inseguridad que se instaló en el país y, por otro, el cambio conductual experimentado por los chilenos durante la pandemia. Dos años a punta de encierros y restricciones hicieron lo suyo. Curiosa la paradoja que se da aquí, porque también contradice parte del relato de la derecha (libertad), que hoy parece dominar en el inconsciente colectivo nacional.

Más preocupante es que exista un 17% de chilenos que prefiera un régimen autoritario por sobre la democracia y que a otro 25% le dé lo mismo cualquiera de los dos. Este es un tema que parecía estar superado en Chile, pero por lo visto aún tenemos un arraigo importante hacia el autoritarismo. Me imagino que en Alemania nadie respondería que prefiere el nazismo a la democracia.

Aumenta el rasgo depresivo. Vemos el presente en decadencia y el futuro negro. Aunque esto no es nuevo –entre 2019 y 2020 los números fueron peores–, al parecer se ha agudizado en el último año. Los chilenos pensamos que todo puede ser peor en lo económico, personal y en el país. Hace rato que dejamos de ser optimistas. Es como que nos gustara jactarnos de ser los mejores de Latinoamérica, pero en el fondo creemos ser los peores. Bueno, tal vez el nivel paupérrimo que tenemos en el fútbol ayuda a explicar este fenómeno.

¿Es real el fenómeno Republicano? Si cruzamos las variables anteriores mencionadas, por supuesto que tiene sentido que Republicanos haya arrasado el 7M, no solo por su visión más autoritaria y del orden, sino porque el mismo líder de la colectividad dijo que “a nosotros nos va bien cuando al país le va mal”. Si veo el presente y futuro negros, busco alternativas que me den una esperanza. Ni en el oficialismo ni en la derecha tradicional –que ya tuvo a Piñera en el poder– se encuentra eso.

Y aunque llama la atención que este partido de extrema derecha sea el que tiene la más alta valoración de todos, hay que puntualizar que solo llega al 10%, contra los 3% y 4% del PS o la UDI. Si bien es un mérito que una colectividad tan joven haya alcanzado logros importantes en tan poco tiempo, su líder, José Antonio Kast (JAK), obtiene niveles intermedios en esta encuesta, pese a que otros sondeos lo sitúan en primer lugar. Lo que debería preocupar a ese partido es que Kast tiene un nivel de rechazo altísimo, algo difícil de remontar, a diferencia del “grupo de alcaldes”, encabezados por una bien posicionada Evelyn Matthei. Del oficialismo, mejor ni hablar.

Un dato relevante es que la encuesta CEP deja en evidencia lo que podría ser el fin del ciclo Parisi. El expresidenciable tuvo una inesperada –y estrepitosa– caída para el 7M, lo que parece consolidarse con el alto nivel de rechazo que tiene hoy. Lo más recomendable sería que se quede definitivamente en EE.UU.

“Soy de centro”, el principal autoengaño de esta encuesta. Esta debe ser una de las mayores falacias nacionales. Es como cuando las personas, ricas o pobres, se califican como “clase media”. En todas las últimas votaciones que ha tenido el país, el llamado “centro” ha tenido una derrota estrepitosa. Tanto es así que, en la elección de consejeros constitucionales, Amarillos, DC, PPD, PR y otros similares obtuvieron resultados paupérrimos. Sin duda, Chile se ha ido polarizando en un ciclo que empieza con los 16 largos años entre Piñera y Bachelet, pasando por la Lista del Pueblo, Boric, Kast y Luis Silva. Extrema derecha, dicen unos; extrema izquierda, dicen los otros, pero lo cierto es que el centro político desapareció, por completo.

Por eso, cuando esta encuesta nos dice que un 19% se declara de izquierda y un 19% de derecha, frente a los 36% que se autodefinen como de centro –un 25% ni siquiera sabe qué es–, algo no calza con lo que hemos visto en la realidad estos últimos cuatro años. Lo que debemos analizar en profundidad es qué significa para la gente “ser de centro”, porque, por lo visto, con el voto obligatorio, esas personas pueden migrar de derecha a izquierda y viceversa sin problemas, salir a la calle para el 18-O, luego votar por Boric y a continuación por JAK. Y, claro, convertirse de inmediato en opositores acérrimos, un dato que la encuesta CEP nos corrobora con fuerza sobre estos últimos 9 años y medio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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