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¿Cómo liderar escuelas en crisis? Opinión Francisco Castillo/Agencia Uno

¿Cómo liderar escuelas en crisis?

Javier Pascual
Por : Javier Pascual Analista de Incidencia Pública 
Educación 2020.
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Las crisis siempre son desafiantes, pero a su vez son oportunidades de cambio y de aprendizaje. Por eso, es importante que una vez terminada una crisis los líderes propicien espacios de reflexión conjunta sobre lo que ocurrió, para extraer lecciones que permitan afrontar no solo nuevas situaciones, sino también desafíos de la enseñanza y aprendizaje para el futuro.


La actividad del volcán Villarrica nuevamente aumenta el número de escuelas que este año han tenido que cerrar sus puertas por alguna crisis social o natural. Recordemos que las lluvias de agosto hicieron lo suyo en más de 1.600 establecimientos durante una semana, y más de 600 han quedado con daños. Adicionalmente, las movilizaciones docentes significaron el cierre de cientos de establecimientos en todo el país. Aun así, este está lejos de ser un año atípico. Terremotos, incendios, inundaciones, alertas sanitarias o movimientos sociales ocurren con cada vez más frecuencia en nuestro país y necesitamos estar preparados para lo que conllevan.

¿Cómo liderar una escuela que enfrenta una crisis? El liderazgo directivo es diferente en estos contextos y la extensa lista de habilidades y prácticas necesarias suele poner a las directivas y los directivos en jaque, entre la necesidad de mirar el presente y resolver los problemas urgentes, y la necesidad de mirar al futuro y trazar un camino para no perder los focos de la función pedagógica.

Afortunadamente, la pandemia hizo proliferar investigaciones nacionales e internacionales sobre liderazgo educativo en tiempos de crisis, con pistas para caminar por estos senderos espinosos.

Los estudios señalan que los líderes deben ser resilientes y serenos. Afrontar la crisis requiere de personas centradas y planificadas, que proporcionen estabilidad y confianza y reflejen una sensación de control de la situación, revelando que su prioridad siempre será el bienestar de la comunidad educativa y los aprendizajes de las y los estudiantes.

Sin embargo, al mismo tiempo los líderes deben actuar ante el ritmo de cambio acelerado que imponen las crisis, mostrando flexibilidad, velocidad, capacidad de leer las situaciones, resolver los problemas, reconocer las amenazas e iniciar esfuerzos para mitigarlas, confiando en su intuición al momento de tomar decisiones. Dicha intuición no se trata de tomar decisiones “a lo loco”, sino sobre la base de su experiencia y conocimientos pasados, recordando que durante una crisis muchas veces hay que ser creativos para pensar alternativas fuera de los procedimientos, roles y responsabilidades regulares.

Este complejo camino que fluye entre tomar decisiones aceleradas y mantener calma y control requerirá de la colaboración entre toda la comunidad. Para esto, un elemento clave es unificar a sus miembros sobre la base de un único propósito que esté bien contextualizado y que apunte a retomar el foco pedagógico del establecimiento.

Este propósito, así como las acciones y avances, debe ser comunicado de forma clara y transparente, de manera que no haya interpretaciones o rumores que puedan entorpecer las soluciones ante las crisis. Se recomienda, por lo mismo, centralizar los canales de comunicación hasta que la crisis haya pasado y estar disponibles para responder a las preguntas, escuchar inquietudes y recibir ideas.

La crisis inevitablemente implica una sobrecarga en los equipos directivos. Por lo mismo, es clave saber delegar y distribuir liderazgos, descansando en las capacidades de las y los docentes y asistentes de la educación, del estudiantado y de sus familias. En una crisis pueden aprovecharse los liderazgos existentes previamente, o incluso pueden surgir nuevos liderazgos, como ocurrió en muchos establecimientos con las duplas psicosociales, que asumieron un rol fundamental en la vinculación con las familias y la formación de las y los docentes durante la pandemia.

Las crisis siempre son desafiantes, pero a su vez son oportunidades de cambio y de aprendizaje. Por eso, es importante que una vez terminada una crisis los líderes propicien espacios de reflexión conjunta sobre lo que ocurrió, para extraer lecciones que permitan afrontar no solo nuevas situaciones, sino también desafíos de la enseñanza y aprendizaje para el futuro.

Para avanzar hacia liderazgos cada vez más preparados ante los tiempos actuales, capaces de adaptarse, responder asertivamente y mantener siempre el foco en los aprendizajes, es fundamental que avancemos en la implementación de una política de trayectorias directivas que sea capaz de incentivar el desarrollo directivo y el fortalecimiento de sus capacidades. Solo así tendremos escuelas más y mejor preparadas para este futuro incierto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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