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El secuestro de los niños por el narcotráfico y la delincuencia Opinión AgenciaUno

El secuestro de los niños por el narcotráfico y la delincuencia

Marcelo Sánchez
Por : Marcelo Sánchez Gerente General Fundación San Carlos de Maipo.
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Necesitamos hacernos cargo ahora del aumento de la delincuencia y evitar la normalización de esta. No se puede perder el Estado de Derecho en los barrios, pues el narcotráfico implementa una estrategia destinada a que la comunidad sea cooptada por medio del involucramiento de niños y jóvenes en las bandas, para que padres o cuidadores no colaboren con la policía y no apoyen a la autoridad. Así, se normaliza la actividad delictiva en el sector y se genera una pérdida en la cohesión social.


Cayó muerto. A su lado, sus amigos desangrándose apenas luchan por vivir y una mujer llora sobre el cuerpo abatido, recordando sus primeros pasos, el primer día de clases, el día que llegaron al barrio, las pichangas hasta la noche y cuando por primera vez sintió que algo no andaba bien. Pero era tarde. Mañana iba a ser un gran día. Cada cumpleaños ella pedía uno de los deseos de su hijo. Siempre era el mismo: que vuelva, que no se pierda. En definitiva, el sueño de un hijo pródigo que no fue y que terminó secuestrado por la mano del barrio, abandonado a su suerte.

En los últimos años, hemos podido observar un incremento en la participación de niños en delitos violentos, particularmente por parte de bandas criminales que se aprovechan de su inimputabilidad o, en el caso de los mayores de 14 años, de su régimen penal distinto al adulto. Carabineros ha establecido que uno de cada tres miembros de bandas criminales es niño.

Del total de la población menor a 18 años que comete delitos, aquella menor de 14 años corresponde a unas cinco mil personas, según la Subsecretaría de Prevención del Delito. No obstante, hay poca uniformidad en el acceso y en la calidad de la información. Los inimputables son invisibles ante la política pública, porque su tratamiento es desde el sistema de protección como vulneración de derechos, sin contar con herramientas de oferta suficientes para interrumpir trayectorias. Siete de cada 10 niños que delinquen dejan de hacerlo al volver a vivir en un entorno prosocial y reingresar al colegio. Sin embargo, vemos con preocupación el deterioro sistemático de los entornos protectores de la niñez.

El estudio de trayectorias delictuales, impulsado por la Fundación San Carlos de Maipo, demostró que el 39% de los adolescentes encuestados se siente acogido por sus amigos que cometen delitos. Y, por el contrario, el 73% de quienes dejaron de pasar tiempo con sus amigos, no cometió actos delictivos. En la misma línea, el 67% de los que se relacionaron con amigos convencionales desistieron del delito. Los niños que delinquen a temprana edad son vulnerados de múltiples formas e inician trayectorias que se consolidan con fuerza a través del tiempo. Según la evidencia, la actividad más prolífica de delincuentes adultos tiene como común denominador el inicio temprano.

Necesitamos hacernos cargo ahora del aumento de la delincuencia y evitar la normalización de esta. No se puede perder el Estado de Derecho en los barrios, pues el narcotráfico implementa una estrategia destinada a que la comunidad sea cooptada por medio del involucramiento de niños y jóvenes en las bandas, para que padres o cuidadores no colaboren con la policía y no apoyen a la autoridad. Así, se normaliza la actividad delictiva en el sector y se genera una pérdida en la cohesión social.

No se requieren más cuerpos legales ni ministerios especializados si no somos capaces de hacer cumplir las disposiciones normativas, con la potestad administrativa y legal que existe, con decisión y oportunidad. Las querellas llegan tarde, cuando un niño cae muerto por la ausencia de prevención del delito. Lo que vemos es que se requiere una intervención profunda, que signifique abordar aquellos factores de exclusión (deserción escolar, la falta de oportunidades, el acceso a los tratamientos de drogas y alcohol) que requieren ser trabajados desde la articulación de todos los actores públicos y con apoyo de la sociedad civil, con programas que tengan evidencia y que se traduzcan en una juventud con un desarrollo positivo, que no esté a merced del inicio de trayectorias delictuales de la mano de bandas organizadas.

Ninguna estrategia tendrá resultados sostenibles si, junto a los cambios de la ley, no implementamos una agenda temprana de prevención social, con programas que apunten a los factores de riesgo y fortalezcan la protección, así como una oferta pública basada en la evidencia y no meramente intuitiva. No obstante los avances en la materia en gobiernos anteriores, desde la Subsecretaría de Prevención del Delito eliminaron del sistema Lazos el programa Familias Unidas, de la Universidad de Miami, con más de 20 años de evidencia en la reducción significativa de la probabilidad de consumo de alcohol y otras drogas en población adolescente, principal catalizador de conductas violentas. Asimismo, se informó que parte de su reemplazo se llevaría a cabo a través de Senda, cuyo principal programa preventivo “Senda Previene”, el año 2023, ha sido evaluado por Dipres con “Mal Desempeño”.

No podemos seguir llegando tarde e improvisando. Tenemos que darnos cuenta de que el narcotráfico y la delincuencia avanzan con más recursos y rapidez y siguen sin contrapeso. El costo hoy lo pagan los niños, invisibles hasta que mueren. Un niño son todos los niños del mundo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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