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Nuevos desafíos para la planificación urbana en Chile Opinión

Nuevos desafíos para la planificación urbana en Chile

Luis Fuentes
Por : Luis Fuentes Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos. Director Estudios Urbanos UC e Investigador Cedeus UC.
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La transformación urbana no se logra por arte de magia ni solo con buenos deseos. Requiere de una inversión coordinada, una gestión eficiente y, sobre todo, de una voluntad política enfocada en el bienestar de sus habitantes a largo plazo.


Cuando nos enfrentamos a problemas cotidianos como congestión vehicular, zonas inundadas, barrios tomados por grupos narcos, crisis habitacional y segregación residencial, estamos viendo los síntomas de un problema mayor: no somos capaces de planificar nuestras ciudades. Los recientes socavones en Viña del Mar, con estructuras residenciales levantadas sobre dunas, no son más que la punta del iceberg de un sistema de planificación territorial que no funciona.

Nuestro principal instrumento de planificación –los planes reguladores– parece estar en la Unidad de Cuidados Intensivos. No solo sufren de falta de actualización y cobertura, sino que son instrumentos rígidos y con un enfoque limitado a ofrecer suelo con ciertas condiciones de intensidad y uso. Este enfoque los hace ineficientes para el dinamismo urbano actual. Son necesarios, sí, pero no son suficientes.

Para realmente influir en la transformación de la ciudad y corregir las fallas del mercado en la producción del espacio urbano, debemos combinar estas herramientas con mecanismos de inversión y gestión urbana. Por ejemplo, cuando se diseña una nueva línea de metro, deberíamos estar ya planificando cómo equilibrar la densidad residencial en sus alrededores, comprar suelo y gestionar subsidios para darles diversidad social a esos espacios.

¿Qué nos impide actuar de esta manera? En gran parte, la falta de voluntad política y la coordinación de parte del Estado. Aunque técnicamente muchos expertos están de acuerdo en cómo enfrentar estos desafíos, falta el impulso político para ejecutar y conectar regulación, gestión e inversión. El Proyecto Alameda-Providencia es un claro ejemplo de lo que es posible llevar adelante como proyecto urbano cuando la dirección política y técnica se alinean con un objetivo común.

Por otra parte, la visión de futuro es esencial. Los municipios deberían ser catalizadores activos del desarrollo y no meros observadores. Tomemos, por ejemplo, a Renca. Este municipio no solo ha actualizado su plan regulador con incentivos normativos, definiendo tres zonas estratégicas por la llegada de inversión pública, sino que también ha tomado la iniciativa de atraer inversión privada, alineada con su visión a largo plazo.

La transformación urbana no se logra por arte de magia ni solo con buenos deseos. Requiere de una inversión coordinada, una gestión eficiente y, sobre todo, de una voluntad política enfocada en el bienestar de sus habitantes a largo plazo.

Es hora de potenciar la capacidad técnica de los municipios y fortalecer los liderazgos políticos que realmente busquen un cambio de tendencia del deterioro urbano de muchos sectores de nuestras ciudades. La planificación urbana no es solo una tarea técnica, es un compromiso con el futuro de nuestra sociedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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