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Guerra maldita Opinión EFE

Guerra maldita

Daniel Silberman
Por : Daniel Silberman Escritor y ensayista israelí-chileno, activista de DDHH.
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Netanyahu seguirá aplastando la Franja de Gaza, declarando que no parará hasta la eliminación de Hamás, y al mismo tiempo necesita continuar la alianza con Hamás, esa alianza silenciosa, en la cual permitió a Qatar financiar a Hamás con millones de dólares mensuales.


Noviembre de 2023: ya llevamos más de 40 días de guerra en la frontera con Gaza, una guerra que ha causado la muerte de miles de víctimas en ambos lados, la mayoría de ellos civiles y, lamentablemente, el fin no solo no se ve en el horizonte todavía, sino que amenaza extenderse a una guerra regional, no solo contra Hamás, con Hezbolá en el norte, los Jusim de Yemen desde el sur y potencialmente Irán desde el este, lo que podría ser una amenaza existencial para el Estado de Israel.

La masacre de mil 400 mujeres y hombres, niños y ancianos, en el sur de Israel el mes pasado, y el secuestro de alrededor de 240 rehenes, han dejado a la sociedad israelí en un estado de profundo trauma, con una sensación abrumadora de dolor, una incapacidad para articular nuestros pensamientos y una dificultad para comprender nuestra dura realidad.

El lector chileno debe entender que Hamás es una organización terrorista que declara públicamente su deseo de eliminar el estado de Israel y, como tal, no es el representante legítimo del pueblo palestino. Creo, como muchos otros israelíes, en la coexistencia, en la solución de dos Estados, pero el ataque del 7 de octubre cambió las reglas para siempre.

Podría citar acá algunas de las horríficas historias personales de víctimas, de los rehenes, de familias que quedaron quebradas para siempre, de la crueldad con la cual fueron enfrentados. Historias similares existen también en el otro lado, en Gaza. El lector astuto conoce las estadísticas. En cambio, prefiero concentrarme en un análisis político y en el camino para una solución.

El interés de Hamás es prolongar la guerra, pues sigue ganando la simpatía mundial a medida que continúan las horribles imágenes de Gaza y aumenta el número de víctimas. Actualmente eso parece ser lo único que puede salvar su poder político. Hamás no teme sacrificar a miles de civiles más en aras de la victoria ante la opinión pública y que olviden los terribles crímenes del 7 de octubre.

Al Estado israelí, por el contrario, la continuación de la guerra no le favorece por muchas razones:

  1. Cada día está más aislado en el escenario mundial. Los crímenes de odio contra israelíes y judíos en todo el mundo seguirán aumentando de forma muy preocupante.
  2. Políticamente, el Estado de Israel está paralizado. Mientras la guerra continúe, no se iniciará ninguna investigación sobre las omisiones, no habrá cambios en el mapa político, no se resolverá la disputa sobre la reforma de legislación jurídica que el primer ministro trataba de llevar, u otros problemas que estaban en la agenda aquí incluso antes de la guerra. Mientras, la extrema derecha religiosa continuará sus esfuerzos por debilitar la democracia israelí a través de regulaciones de emergencia y con una violencia de los colonos que apenas consigue eco en los medios locales, que están enfocados en la campaña de guerra.
  3. La economía, por supuesto, no solo no puede recuperarse, sino que se deteriorará cada vez más, con cifras récord de desempleados, evacuados, refugiados, una caída del consumo, graves daños a los propietarios de pequeñas empresas, cientos de miles de reclutados en las reservas, cada vez más muertes, una caída de la calificación crediticia del país y más Estados y corporaciones que preferirán no importar productos y servicios fabricados en Israel y, por supuesto, el alto coste financiero de continuar los combates.
  4. El sentimiento nacional, algo que no debe subestimarse en estos días, seguirá debilitándose mientras haya israelíes secuestrados en Gaza, que cada día disminuye la chance de traerlos de vuelta. Existe en el publico israelí un debate sobre la prioridad de las metas de la batalla: ¿devolver a los rehenes o eliminar a Hamás?
  5. A pesar de estos argumentos, Netanyahu, igual a Hamás, tiene un claro interés personal en prolongar la guerra lo más posible, pues eso mantiene alejado no solo su juicio penal, sino también la investigación de los incumplimientos que permitieron ese “sábado negro” del 7 de octubre. Netanyahu se encuentra en un agudo conflicto de intereses. El regreso de los secuestrados debería ser el mayor interés y la única manera de lograrlo es mediante negociaciones. Una operación militar logrará quizás devolver a algunos secuestrados, pero no a la mayoría. Netanyahu entiende que su  carrera política está en peligro y se basa en la corta memoria colectiva.

Así  enfrentamos una situación absurda: Netanyahu seguirá aplastando la Franja de Gaza, declarando que no parará hasta la eliminación de Hamás, y al mismo tiempo necesita continuar la alianza con Hamás, esa alianza silenciosa, en la cual permitió a Qatar financiar a Hamás con millones de dólares mensuales, con la meta de debilitar a la autoridad palestina en Cisjordania, la legítima representante del pueblo palestino y con la cual Israel podría buscar un acuerdo de paz, una ruta de coexistencia.

Si es que hay un consenso en Israel hoy, es que Hamás no podrá seguir existiendo en la Franja de Gaza. Hamás será eliminado no vía el bombardeo masivo que destruye toda la infraestructura civil y cuesta miles de vidas sin distinción, sino a través de un esfuerzo global con herramientas económicas, o sea, ahogar todas sus  fuentes de financiamiento, idéntico a lo que se hizo con la nación islámica de Isis-Daesh. Para lograr esto, es esencial que el mundo occidental y las organizaciones económicas mundiales reconozcan a Hamás como una organización terrorista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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