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El último tiempo del Presidente Boric Opinión

El último tiempo del Presidente Boric

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Gabriel Boric tiene apenas el primer semestre para consolidar algunos de los temas que preocupan a la gente y/o estaban en su programa original. De ahí en adelante, se inicia la fase electoral, por tanto, más que un segundo tiempo, el Presidente comenzará el último tiempo. O su última oportunidad.


El Presidente Gabriel Boric puede mirar con un poco más de optimismo el inicio de este marzo –comienza su tercer año el día 11– que el de 2023. La Constitución ha dejado de ser un tema importante para la gente, después de los dos fracasos experimentados por un país amnésico. Y aunque el estado de ánimo de los chilenos sigue siendo depresivo, el Mandatario ha comenzado a recuperar el carisma con que empezó su período y que fue perdiendo entre 2022-2023. Cuenta con el respaldo de la única figura histórica que queda en la política chilena, Michelle Bachelet, quien cada vez está asumiendo un rol más maternal con Boric y con el país. Ya no estarán Piñera ni Lagos –retirado este a los cuarteles de invierno unos pocos días antes de la tragedia del lago Ranco– y Kast sigue cayendo en picada después del plebiscito y el regreso del piñerismo. 

Y aunque en el entorno del Presidente y la mayoría de los medios hablan ya del “segundo tiempo”, que se inicia el próximo 11 de marzo, la verdad es que, entrando al tercer año de un Gobierno, los tiempos para dejar un legado se acortan brutalmente. En términos simples, Gabriel Boric tiene apenas el primer semestre para consolidar algunos de los temas que preocupan actualmente a la gente y/o estaban en su programa original. De ahí en adelante, se inicia la fase electoral, por tanto, más que un segundo tiempo, el Presidente comenzará el último tiempo. O su última oportunidad.

El Jefe de Estado ha señalado que la etapa que viene será para “cumplir las promesas y no para hacer promesas”, advirtiendo a sus ministros que deberán tener más calle –el 11 de marzo el gabinete se desplazará a distintas regiones–. Claro que, aunque prefiere no hablar de promesas, lo cierto es que declaró que la agenda prioritaria será la seguridad: “Tenemos que habitar tranquilos los diferentes rincones de nuestra patria, recuperar nuestros barrios… combatir el crimen en todas sus dimensiones, en particular el crimen organizado y el narco”, dijo. Sin un sistema de inteligencia robusto, que permita detectar y combatir a las bandas delictuales y ligadas al narcotráfico, esta frase no pasará de ser una simple declaración de intenciones. U otra promesa más.

Pero, además, tendrá que enfrentar dos reformas estructurales que por ahora no se ven muy auspiciosas, como el pacto fiscal y la reforma de pensiones –que fracasaron en los gobiernos de Piñera y Bachelet–. Sin ir más lejos, el proyecto de pensiones que salió de la Cámara en enero se aparta completamente de la idea original de La Moneda, al dejar el incremento del 6% íntegramente para el empleado y desechar el ente estatal. Sin embargo, tendrá la ventaja de que podrá cargarle los dardos a una oposición que se opone a su avance, precisamente en años electorales. Y, por supuesto, también deberá dar urgencia a la reforma a la salud y la reconstrucción de las zonas afectadas por los incendios. 

Aunque, quizás, uno de los frentes más difíciles para Gabriel Boric estará en su propio entorno. Del Frente Amplio (FA) ya no queda nada. Al menos, nada de épica, porque a la catástrofe de Revolución Democrática y los convenios –que se ha camuflado entre los alcaldes de derecha presos en su casa o la cárcel– se sumó el dictamen del Servel que eliminó a Comunes. De ahí la oportunidad del Presidente de liderar el renacimiento del FA, esta vez como un partido. Y, claro, afianzar las relaciones con el resto del oficialismo, especialmente con un PS y PC que se disputan quién es el peso pesado de una coalición que se quedó sin su principal protagonista.

Aunque el escenario no es malo para La Moneda, pues por ahora irá en una sola lista a las municipales, a diferencia de la derecha que, después de la muerte de Piñera, quedó dividida en cuatro, con Matthei, Carter, Kast, Kaiser y Oyarzo de precandidatos, a los que se sumarán Parisi y algún UDI, que buscará subirse en el último carro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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