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El gallito por el embajador Contreras que Bachelet no quiso perder con Walker Este lunes se vivió un intenso comité político en La Moneda

El gallito por el embajador Contreras que Bachelet no quiso perder con Walker

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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En el oficialismo, quienes conocen bien a la Mandataria, saben que si hay algo que la irrita es que traten de “pautearla”. Más aún a través de los medios de comunicación. Por eso hacen hincapié en que no hay que olvidar que “esta no es la Bachelet” de su primer gobierno, donde era más vulnerable a las presiones de los partidos y los hombres de mayor peso político de la coalición.


Dicen que fue uno de los comités políticos más tensos que se han realizado en La Moneda desde que asumió en marzo la administración bacheletista. La DC expuso su profunda molestia por la ratificación del embajador de Chile en Uruguay, el comunista Eduardo Contreras, mientras que el Gobierno se jugó por cerrar la polémica poniendo sobre la mesa que la decisión corresponde a una facultad presidencial y como tal se debe acatar, lo que es cierto, porque fue la Mandataria Michelle Bachelet quien decidió no remover al representante diplomático, a contrapelo de la opinión que había en su entorno.

En Palacio aseguran que la Presidenta Bachelet “nunca tuvo realmente en su cabeza remover al embajador Contreras”, aunque el viernes todas las señales en el Gobierno apuntaban a que el representante diplomático del PC –el primero en 40 años desde la Unidad Popular– saldría de su cargo, por el error de las polémicas declaraciones que dio al períodico La Diaria, de Uruguay.

En privado, en el Ejecutivo se confirmaba que el canciller Heraldo Muñoz era partidario de remover a Contreras y que incluso en el Ministerio del Interior compartían la idea, considerando que el episodio podía instalar una especie de “precedente” y “doctrina” a futuro para todos los cargos de primera fila sobre el costo de las salidas de libreto y los “gustitos personales” de las opiniones políticas propias por sobre la postura común y mayoritaria del oficialismo.

Incluso, a pesar de las gestiones “al más alto nivel” del PC con el gobierno la semana pasada para evitar la salida de su embajador, declaraciones de ese viernes del timonel comunista, Guillermo Teillier, relativas a que es la Presidenta la que debía nombrar un nuevo embajador y que le gustaría que fuera un hombre de sus filas. Eso fue considerado una señal de que la salida de Contreras ya estaba lista, que era inevitable, que se optaría por una suerte de “funeral vikingo”, en el entendido de darle la opción de salir por la puerta ancha, en consideración a lo que representa para el mundo de la izquierda y el papel que jugó como abogado de derechos humanos.

Pero ese mismo viernes un hecho inclinó la balanza y “afirmó a Contreras” contra viento y marea. El vespertino La Segunda traía en portada al timonel DC, Ignacio Walker, con un titular en que se afirmaba que el senador “logra que embajador fuera llamado a Chile” y una frase del dirigente en la que precisaba que dicha decisión anunciada aquella mañana por el canciller Muñoz “es exactamente lo que hemos pedido, lo valoramos”, mientras que en las páginas interiores se afirmaba que tanto la falange como la derecha habían presionado para lograr la salida del embajador.

[cita]Precisan que no deja de ser un impasse entre la Presidenta y Muñoz el hecho de que, a pesar “todo el peso de su currículo y su reconocida experiencia en materia de Relaciones Exteriores”, al final la Presidenta no le hizo caso y apeló a su facultad constitucional. “El canciller está atragantado”, precisaron en el oficialismo.[/cita]

En el gobierno, en la Nueva Mayoría y en la propia DC reconocieron que ese fue un “factor clave” para “mantener” al embajador en su puesto. Quienes conocen bien a la Mandataria en el oficialismo recordaron que si hay algo que la irrita es que “traten de pautearla”, más aún a través de los medios de comunicación, y precisan que no hay que olvidar que “esta no es la Bachelet” de su primer gobierno, donde era más vulnerable a las presiones de los partidos y los hombres de mayor peso político de la coalición.

En la DC son varios los parlamentarios y dirigentes que ayer reconocían que el tono y forma de Walker de atribuirse como triunfo el llamado a consulta del embajador “fue un error”. Que debió callar y esperar a que los hechos se concretaran, porque al final solo logró “reafirmar” a Contreras y que la Presidenta le hiciera “un gallito” a toda la falange.

Es cierto que la Presidenta le tiene “cariño” a Eduardo Contreras y “mucho respeto” a su labor de décadas en la defensa de causas de derechos humanos, un área particularmente sensible para Bachelet, y también es verdad que por historia y visión política es más cercana al PC; sin embargo, en la Nueva Mayoría recalcan que, si bien esos puntos puede que hayan sido considerados en su momento, lo que fue “clave” para la Mandataria es el hecho de que el timonel DC apareciera esos días en “sintonía” con la derecha “presionándola públicamente” en la decisión que debía tomar.

Las esquirlas

Que fue un comité político muy tenso, es cierto. En la Nueva Mayoría precisaron que en la escala del uno al diez, el enojo de la DC llega al ocho y que en esa magnitud fue expresado a puertas cerradas en la reunión entre los ministros y los partidos oficialistas.

A la salida de la cita, el timonel DC fue escueto. Reiteró su crítica en cuanto a que “un embajador no da opiniones políticas”, pero acto seguido sentenció que como partido “acatamos la decisión de la Presidenta”. Frase que –según confidenciaron en el oficialismo– no refleja la profundidad de la tensión entre la Presidenta Bachelet y la DC, partido en el que se considera que la Mandataria actuó “en contra” de la colectividad, que el episodio quedó “anotado” y que, por un tiempo, marcará la tónica de la relación de la tienda con La Moneda; una que algunos personeros falangistas mirarán con lupa.

En todo caso, hay quienes consideran en la Democracia Cristiana que el tema no puede seguir en boga más allá de un par de días, que la citación al Congreso del embajador Contreras debería ser el escenario para hablar con él, hacerle planteamientos concretos y luego dar vuelta la página, de lo contrario es “ir abiertamente contra la Presidenta”.

En el Gobierno saben que las relaciones con la DC están en un momento tenso, pero afirman que dicho partido tampoco pueden estirar mucho más el elástico, ya que no pueden olvidar que La Moneda esta semana ha respaldado ciento por ciento al ministro Alberto Undurraga respecto de las informaciones que cuestionan la fundación que presidió, Ciudad Justa.

En el resto del oficialismo, cada partido tiene una postura. El PR y el PPD eran partidarios de la salida del embajador Contreras, mientras que el PS se cuadró con Bachelet. El MAS consideró que el llamado a consulta fue un gesto más que suficiente, considerando que las declaraciones del representante diplomático no generaron ningún conflicto con el país donde cumple funciones.

El sábado, inmediatamente después que el canciller públicamente lo confirmara, Contreras leyó una disculpa pública en la que expresó que “comparar hechos históricos, fue un grave error y así lo asumo (…) pido perdón a los empresarios y a la Democracia Cristiana».

Son mayoría los que en el oficialismo consideraron que, dado el perfil del embajador, toda su historia, el contenido de esa disculpa fue lo más cercano a “una humillación” y que eso fue más que suficiente, opinión compartida en La Moneda.

En la Nueva Mayoría comentaron que otra esquirla del caso es la situación de Heraldo Muñoz, quien, efectivamente, quería sacar a Contreras y es la persona con la que se entendió directamente Ignacio Walker –en su condición de ex canciller– para hacer llegar la molestia de su partido con el embajador y pedir su salida.

Precisan que no deja de ser un impasse entre la Presidenta y Muñoz el hecho de que, a pesar “todo el peso de su currículo y su reconocida experiencia en materia de Relaciones Exteriores”, al final la Presidenta no le hizo caso y apeló a su facultad constitucional. “El canciller está atragantado”, precisaron en el oficialismo.

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