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Chile hecho bolsa Opinión

Chile hecho bolsa


Al igual que en el resto del mundo, las bolsas plásticas se introdujeron al país en los años 70 como una forma de facilitar el transporte de productos. Desde entonces, las bolsas se han convertido en un compañero inseparable en el proceso de consumo de los chilenos y un subproducto clave para el mundo de retail y los supermercados.

La penetración de las bolsas en la vida cotidiana de los chilenos ha sido profunda. Para hacerse una idea, hoy en Chile se utilizan 386.000 bolsas por hora (de acuerdo al Instituto Nacional de Normalización, 2015). Esto quiere decir que una persona utiliza 1,5 bolsas diariamente, lo que se traduce en 2.100 toneladas al año.

La gravedad de las consecuencias de su utilización las ha entregado el propio Ministerio del Medio Ambiente, repartición que aclara que, de un total de 250 millones de bolsas plásticas que se utilizan cada año en nuestro país, el 90% termina en un vertedero.

El gran problema de las bolsas plásticas es que son de un solo uso, es decir, con una vida útil de entre 15 y 20 minutos. Frente a ese período de tiempo de “utilidad”, existe una “eternidad” de 300 a 500 años en desintegrarse. No solo eso, sino que una vez disgregada en pequeñas partículas, los restos se convierten en otra serie de componentes nocivos (como plomo y otros metales pesados), los que pasan a formar parte de la cadena alimentaria, de manera especialmente en los océanos.

El problema del plástico en los océanos ya es un asunto dramático. Hoy, del total de basura presente en los mares, entre el 60% y el 80% corresponden a plásticos en diversos formatos. Para 2050, si se continúa este patrón de contaminación, se proyecta que existirá más plásticos que de peces en los océanos.

La gravedad del asunto es tal que se estima que el 86% del todas las especies de tortugas están siendo afectadas, el 44% de especies de pájaros marinos y el 43% de las especies de mamíferos marinos. ¿El problema? Que las especies tienden a confundir bolsas plásticas con su alimento.

La presidenta Michelle Bachelet anunció el envío de un proyecto de ley que garantice la prohibición de uso de bolsas plásticas en zonas costeras. Esto va en sintonía con las regulaciones municipales de más de 60 municipios que en los últimos años han adoptado medidas regulatorias para limitar el número de bolsas plásticas que puede utilizar el comercio.

Se trata de avances importantes, pero insuficientes, sobre todo si se considera que más del 40% de la población nacional se ubica en la única región (metropolitana) no costera del país y que, además, genera las cantidades más relevantes de desechos plásticos.

Se requiere, por tanto, de un plan más ambicioso que limite el uso de bolsas plásticas en todo el país, no sólo en zonas costeras. Y en ello juegan un rol clave las cadenas de supermercados cuyas cifras vinculadas al plástico son abrumadoras. Por ejemplo, solo la cadena Jumbo ha dicho que entregaba anualmente –dato del 2012– alrededor de 120 millones de bolsas plásticas a sus clientes.

El liderazgo no implica solo ir a la par de la norma, sino ser osado e ir más allá. Adelantarse y marcar un rumbo. Generar transformaciones profundas. De ahí nuestro llamado a que los supermercados, especialmente Jumbo, se adelanten, vayan más allá y señalen un camino: el de un país que ya no esté hecho bolsa.

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