El famoso músico y vocalista norteamericano Bobby McFerrin clausuró hoy la 36 edición del Festival de Jazz de San Sebastián (norte de España) con un magnífico cóctel de diversión y exquisitez, que le garantizó desde los primeros compases un rotundo éxito en esta ciudad.
La última velada del «Jazzaldia» comenzó con la actuación de la cantante Alexis Hightower, toda un exponente del «soul» sureño, que llenó rápidamente la plaza de la Trinidad con la energía de sus ritmos urbanos y la belleza de sus movimientos exóticos, que calaron de pleno en un público, que demostró tener aún muchas fuerzas en esta recta final del certamen.
McFerrin fue el gran protagonista de la noche, en la que se erigió como un fenómeno inclasificable, que muchos tratan de imitar, aunque nadie ha sido capaz aún de suplantar.
Sus sonidos guturales y las acrobacias vocales no dejaron indiferentes a los aficionados que abarrotaron el recinto dispuestos a escuchar un jazz menos ortodoxo, aunque también cargado con grandes dosis de espontaneidad.
El vocalista neoyorquino, quien combina su actividad con la dirección de orquestas, estuvo acompañado durante su actuación por un trío de excepción integrado por el teclista, acordeonista y arreglista Gil Goldstein, el bajista y cantante camerunés Richard Bona y el afamado batería Omar Hakim.
Capaz de interpretar piezas de línea clásica y otras con ritmos más contemporáneos, como su ya mundial Don’t worry be happy, McFerrin sujetó el micrófono con las dos manos durante todo el recital como si se tratara de un instrumento de viento, del que sólo se desprendió en contadas ocasiones para acicalar su larga melena o seguir con los dedos el ritmo de la música.
McFerrin parecía eludir la mirada directa con el público, hasta que descendió del escenario con sus pies descalzos y reclamó a algunos espectadores que imitaran con su voz los sonidos que él era capaz de extraer con sus cuerdas vocales.
Aunque intentó acabar en numerosas ocasiones su actuación, el virtuoso vocalista se vio obligado en dos ocasiones a retornar al escenario e interpretar algunos temas, ante la insistencia de un público que le reclamó incluso emitiendo sus sonidos guturales característicos y que necesitaba prolongar su último adiós a la 36 edición del festival donostiarra.
Tras este concierto, McFerrin firmó autógrafos a sus oyentes más incondicionales, que solicitaron su rúbrica en carteles, discos y en las camisetas del «Jazzaldia».
La actuación de este músico precoz estuvo precedida por la de la también cantante Alexis Hightower, quien hizo un derroche de seguridad y expresividad sobre las tablas con su polifacética voz capaz de saltar entre ritmos variados con relativa naturalidad.
Hightower irrumpió en la plaza de la Trinidad dispuesta a convencer a un público expectante ante lo que podía ofrecer esta figura emergente, cuyo primer disco Lucy’s Blues se ha convertido en uno de los más vendidos de las tiendas especializadas en Nueva York.
Con una ascendente carrera teatral a sus espaldas, Hightower conquistó con sus movimientos sensuales a los asistentes, que no pudieron evitar rendirle un fuerte aplauso cuando pronunció algunas palabras en castellano e incluso presentó a los componentes de la banda en este idioma.
Junto a ella estuvieron Danny Osorio a la guitarra, George Farmer al bajo, Ramsey Jones a la batería y Melanie Swift al violín, quien desde el principio abandonó sus sandalias en una esquina para poder deleitar a los presentes con sus movimientos exóticos.
El quinteto también regresó al escenario y en esta ocasión Hightower se atrevió con el tema Tirándote flores, íntegramente interpretado en castellano, esfuerzo que se vio recompensado con el reconocimiento de los asistentes y el ramo de flores que le entregó la organización.
El concierto de Alexis Hightower caldeó el ambiente y consiguió así clausurar un certamen por el que han pasado figuras de la talla de Ray Brown, Pat Metheny, Charlie Haden, Ahmad Jamal, Gato Barbieri o los Brecker Brothers.
EFE
