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La incontenible potencia social de las bandas sonoras está aquí

Un cuchillo entra sin piedad en el cuerpo desnudo de una rubia que toma una ducha. John Travolta con treinta kilos menos mueve la pelvis en la pista de baile. Un Jesucristo hippie canta agudas notas con sus pelucones amigos. Un sinfín de imágenes con sonido grabadas a fuego en el inconsciente colectivo explican la fuerza de este fenómeno que no deja de sorprendernos.


La multitud colapsa una página de Internet con tal de conseguir un ticket o dos. La multitud agota los cupos gratuitos en quince minutos. La masa insiste, reclama, alega: consigue un nuevo concierto para ver al sorpresivo ídolo del momento, Ennio Morricone. Nuevamente la multitud se agolpa, ahora presencialmente, en las afueras de la Estación Mapocho.



La masa se amanece esperando un boleto, lleva el termo con café y los sándwiches, se instala con su cojín a esperar en la calle, hasta que la taquilla abre sus puertas y las entradas se esfuman en cosa de media hora. Insatisfecha, aquella masa que se queda fuera protesta y es repelida a punta del chorro del guanaco policial.



A nadie le suena conocido que películas como "Cinema Paradiso", "La Misión", "El bueno, el malo y el feo" o "Misión a Marte" hayan causado tal estupor y frenetismo entre la gente cuando se estrenaron en el cine. Sin embargo, escuchar al autor de la música de estos filmes parece tener un valor agregado que cuesta separar del detalle de que los conciertos que ofrecerá hoy y mañana sean gratuitos.



Roberto Aschieri es una voz autorizada para hablar de los soundtracks. Tanto, que asesoró a la productora que trae a Morricone interiorizándolos sobre el artista y participó en la elección del repertorio que interpretará el italiano en Chile. Mirando el ejemplo de John Williams -autor de la música de la saga "Star Wars", entre otras-, quien repleta sus conciertos, a Aschieri no le sorprende el furor local por ver y escuchar al músico en vivo.



"Lo que sí más me sorprende es que a muchos les sorprenda", dice. "Eso habla de la ignorancia que hay respecto a este tipo de cosas", agrega Ascheri, quien además de curador del concierto es cineasta, académico y responsable del programa Función Privada que transmite radio Beethoven Para Ascheri, que este tipo de conciertos no se haya realizado antes responde sólo a prejuicios.



"La música de Ennio Morricone ha tenido tanto impacto en el inconciente colectivo que es inevitable que en algún momento de tu vida hayas escuchado alguna de sus partituras", asegura. Según él, el impacto de la música incidental puede explicarse porque evoca emociones, "que no necesariamente son simples, sino también complejas. Y la única respuesta que hay para interpretarlas es simplemente experimentarlas".



Ahora, ¿qué determina que un soundtrack trascienda una película y se convierta en la banda sonora de nuestras vidas?



Los elementos clave



"La música que se independiza de un filme es la que tiene melodía y armonía desarrolladas, además de un gran tratamiento orquestal" asegura Rodrigo Baño, sociólogo y académico de la Universidad de Chile, quien dedica una de sus cátedras a la sociología de la música.



Según Baño, la orquestación le otorga una gran variedad de timbres a la composición "y eso a la gente le gusta". Una buena música de película suele tener una melodía simple, pero no en extremo, "porque la que es demasiado simple cansa muy luego, se agota muy rápido. A la gente le gusta seguir escuchando la misma música cuando puede encontrar algo más", dice.



El periodista y creador de la web "Super45", Cristián Araya, rescata que la trascendencia de una banda sonora pasa por la calidad de la composición "y también por una cosa de contextos. Hay veces en que la música de una película está muy acorde a lo que está pasando en la industria, pero hay veces que pueden pasar veinte años para que la gente se de cuenta del valor de una composición".



Para el cineasta y académico Miguel Ángel Vidaurre, una música incidental es buena cuando, después de vista la cinta, una vez sucedida la experiencia fílmica, "te aparece la película con sólo escuchar la música". Algo que es poco habitual: "hay mucha banda sonora que no tiene sentido, muchas películas en que el soundtrack es una recopilación de temas que suenan bien y se acabó", dice.



Vidaurre explica que en casos como filmes de David Lynch ("Carretera Perdida") y Wong Kar-Wai ("2046"), la diferencia entre rellenar con música y usar las composiciones como parte constitutiva de las películas es notoria. "Incluso en algunos casos se piensa la película desde la música", dice. "Se podría hacer una especie de mapa de películas con momentos en que la música sintetiza y construye algo más que la película, con una determinada imagen. Y eso es lo que a uno le queda después".

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