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De Perón a Chávez: los caudillos tendrán su propia fotonovela

A estas alturas, la frase "por qué no te callas" suena como un chiste demasiado repetido. Pero más allá del militar polémico de moda, el tema son las figuras que encarnan la historia común de sociedades que aspiran al orden y el progreso, buscándolos en personajes carismáticos que hipnotizan a las multitudes. Esta es la mirada de una apuesta artística que recorrerá el continente partiendo desde Matucana 100.


La distancia permite comprender mejor los hechos y un suceso puede observarse desde infinitas miradas. Esa es la premisa desde la cual el artista mexicano Erick Beltrán enfrentó el tema del caudillismo latinoamericano, particularmente enfocado a la primera mitad del siglo veinte.



Beltrán estará saltando de país en país durante un año y medio. En ese período visitará Chile, Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia y México. Y en cada parada pretende inundarse de cada experiencia histórica particular, para luego referirse a ella desde otro lugar geográfico.



Porque la idea es hablar de nosotros, los latinoamericanos, pero sin pisarle los callos a nadie. Beltrán piensa que hay un espacio vacío, muy cruzado por la polémica, que se tiene que completar, "pero lo tiene que llenar cada persona dependiendo de su perspectiva". Y es que tratar el tema del caudillo en un terreno que no le corresponde, le permite referirse a la condición sudamericana sin hablar de ella.



Según el mexicano, el "efecto Rashomón" -o el término que adoptó del cineasta Akira Kurosawa para referirse a la constelación de distintas versiones sobre un mismo hecho- permite observar al fenómeno del caudillismo desde ópticas tan contradictorias que pueden incluso negarse unas a otras. Así, podemos comprender a estos militares como dictadores, tiranos, o hasta como padres de una nación. "El caudillo adquiere las características que el interlocutor le encuentra", dice Beltrán.




Chile es su estación inicial. En las dependencias de Matucana 100 instalará una proyección que constituye el primero de seis capítulos de una fotonovela que se irá armando a medida que el viaje y la investigación de Beltrán progresen. En esta etapa inaugural se abordará la imagen del caudillo desde su faceta heroica, "como el gran líder, como una persona que tiene una visión en la vida", dice el artista.



Sea porque en este país las heridas están todavía un poco abiertas o por una decisión azarosa, Beltrán dispuso que en Chile se comience a narrar la fotonovela desde un filtro más onírico, como una especie de microfábula en que los protagonistas serán Getulio Vargas y Lázaro Cárdenas. De O’Higgins, Carrera o Pinochet no veremos nada aquí.





El líder



"La singularidad de América Latina excluye cualquier paralelo con los países angloamericanos o europeos", dice el historiador Alfredo Jocelyn- Holt. Por lo tanto, cuestionarse el por qué los caudillos aparecen con frecuencia por estas latitudes, a diferencia del primer mundo, no tiene mucha cabida.



Lo que sí existe es una evidente adaptación o copia a partir del modelo hispano, que tanto ha marcado el rumbo de Latinoamérica. Para Beltrán, la tendencia al caudillismo responde evidentemente a nuestra situación tercermundista: "somos un grupo de países pobres que se están tratando de reorganizar en cosas internas para que no haya un desequilibrio", dice. Y en la búsqueda del orden surgen una serie de personajes que han determinado los rumbos de un conjunto de países y que reúnen muchas características comunes.



"Lo primero importante para que se dé el caudillismo es la idea de masa, el apoyo del pueblo, esta masa informe abstracta que le da la plataforma de validez a algo", dice el mexicano, recordando que la historia de Latinoamérica está llena de movimientos de masas brutales.



Jocelyn- Holt ocupa prácticamente los mismos términos. Es esta "masa informe" la que se encarna en este líder, quien acepta este
rol motivado principalmente por la megalomanía. Un rasgo potente, presente sobre todo en los caudillos del siglo veinte. "En eso, los líderes de América Latina se parecen mucho a los líderes nacionalsocialistas y fascistas", dice.



Juan Domingo Perón dijo "yo no quiero convencer a nadie de nada, yo los quiero seducir". Y con este simple dicho, el carismático argentino graficó con precisión la idea que Beltrán explica como la necesidad de un pueblo de tener "una figura caleidoscópica, que adquiera la forma de la persona que uno quiere ver, una especie de gran espejo. El caudillo está dispuesto a luchar por todas estas verdades", dice el artista, que pretende responderse a lo largo de su viaje por qué una persona es capaz de aceptar el rol de caudillo y llevarlo a los extremos y qué significa encarnar a una nación y sus direcciones



Beltrán asegura que estas figuras siempre han tenido una "especie de halo epopéyico. Es un héroe que generalmente quiere tomar las riendas, encarna la patria. Es renunciar un poco a la personalidad propia para hacerla colectiva, pero a partir de definiciones personales muy específicas", que terminan convirtiéndose en el motor simbólico de naciones e identidades.



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