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Cámaras encima

En el territorio de las manifestaciones masivas, la gente hoy se arma de cámaras y sale a las calles buscando atrapar eso real. Luego, guarda o desecha con una facilidad imprevista lo que retrata. Se hace urgente visualizar el nuevo lugar del fotógrafo y documentalista, cuando la gran mayoría de los manifestantes están con sus cámaras generando sus propios materiales audio visuales.


«Toda fotografía es una ficción que se presenta como verdadera. Contra lo que nos han inculcado, contra lo que solemos pensar, la fotografía miente siempre, miente por instinto, miente porque su naturaleza no le permite hacer otra cosa. Pero lo importante no es esa mentira inevitable. Lo importante es cómo la usa el fotógrafo, a qué intenciones sirve. Lo importante, en suma, es el control ejercido por el fotógrafo para imponer una dirección ética a su mentira. El buen fotógrafo es el que miente bien la verdad.»

(Joan Fontcuberta)

Fotografía, manifestaciones y post fotografía

Corren tiempos en que la imagen ha cobrado un lugar impensado, dicho por Feuerbach “nuestro tiempo prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser”. Ese Boom de la imagen, se ha podido apreciar también en la explosión de marchas y protestas que ha habido en Chile este 2011, espacio en que la gran mayoría de los manifestantes están con sus cámaras generando sus propias imágenes. En ese marco, la fotografía de producción masiva se ha convertido en un arma importante sobre todo hoy, cuando fuera de los distintos soportes de prensa, se suman como gran medio de difusión las redes sociales e Internet. Sabemos que el Thriller por la educación o el Suicidio masivo de los estudiantes, como performance e intervención del espacio público tienen trascendencia evidente, pero sus fotos y videos, difundidos en las redes sociales multiplicaron su impacto como acción social.

Aunque cuestionado por su objetividad, el valor documental de la foto ha proporcionado contundentes  discursos visuales a través de su formato. Ese discurso se ha hecho cada vez más relativo a partir de la manipulación de la imagen con la revolución digital, la aparición de Adobe PhotoShop más los programas que aparecen con el pParaguasan de cada día. Este constructo, es lo que transforma para algunos el concepto fotografía  en Post fotografía.

Marta Martín,  en su ensayo ¿Ha muerto la fotografía? Reflexiones en torno a la fotografía y la post fotografía, intenta develar el problema por capas, en tanto afirma que hoy incluso “la memoria es digital” ya que la democratización de la información y de las imágenes, se fractura por su  híper producción y nos otorga un conocimiento y una memoria  tan fugaz o desechable  como puede ser una imagen llevada a la papelera.

Sin embargo, Martín aclara que  el fotógrafo desde siempre ha intervenido en aquello de capturar la realidad y crear imagen, de momento que decide un encuadre, su  luz y compone sobre esa realidad. Aún así, teniéndose esto en conocimiento desde siempre, la fotografía “representa realidad”.

Los distintos lentes

Resituándonos en el territorio de las manifestaciones masivas,  la gente hoy se arma de cámaras y  sale a las calles buscando  atrapar eso real. Luego, guarda o desecha con una facilidad imprevista  lo que retrata,  ¿para qué? Sobre ello el documentalista Ignacio Agüero reflexiona que “La representación de la realidad es una nueva realidad y ésta puede ser una manera de mejor comprender el mundo en que vivimos cuando tras ella hay una elaboración, un pensamiento o un re-ajuste de la realidad. Si en las manifestaciones la mayoría de los manifestantes creara un re-ajuste de la realidad sería extraordinario, pero no creo que sea lo que de verdad ocurre.  Porque la manifestación es sólo una entre infinidad de acciones que son registradas a diario. Los manifestantes no dejan de registrar en cuanto terminó la manifestación. Siguen haciéndolo a cada instante, porque es posible.

Los mejores documentales del atentado a las torres gemelas aparecieron mucho después habiéndose surtido de imágenes comprándolas a cientos de portadores de cámaras  que no sabían qué hacer con su material… Lo que sí es un hecho es que en el futuro habrá “materiales de archivo” de los sucesos  como nunca los hubo antes.

Por ejemplo, las imágenes que se usan para contar el golpe militar chileno son escasísimas, son las mismas repartidas en cientos de películas. Sólo dos cámaras filmaron los aviones hawker hunter bombardeando La Moneda: SÓLO DOS CÁMARAS  (una de Pedro Chaskell).  Hoy un bombardeo como ese tendría miles de puntos de cámara”.

Sin duda, la sobreproducción de imágenes puede llegar a confundirse con lo desechable, y dejar fuera de foco el acontecimiento. Pero también vemos que de entre esos millones de disparos de cámaras,  algunos se escapan del abundante  relato diario y personal, y logran instalarse rápidamente en sitios de difusión, gracias a los cuales  hemos visto detenciones, apaleamientos, helicópteros lanzando lacrimógenas, e incluso a las fuerzas armadas perturbadas por estos lentes que los enfocan aficionada y desafiantemente. Así también uniformados (o de civil) usan sus cámaras como parte de su desempeño habitual. El ver gente grabando, fotografiando o posando es parte de la actual  panorámica de las marchas.  Los medios oficiales usan y completan  su información con fotografías enviadas por testigos que con sus cámaras se blindan y denuncian. De ellos ha surgido un nuevo gesto-reacción frente a los abusos represivos: se agrupan con sus cámaras o celulares, alzan sus manos, rodeando a los implicados y graban o fotografían a la voz “cámaras encima, cámaras encima” “Te estoy grabando, te estoy grabando”

Desde su nacimiento, la fotografía ha cumplido un rol social clave. Su disparo ha sido revolucionario y como contraparte ha tenido el mismo uso protagónico desde los organismos oficiales y por cierto, en tiempos de terrorismo de Estado. Basta  recordar el aparataje audiovisual y fotográfico que la DINA y CNI  usaron como sus principales armas de rastreo.

Viene al caso mencionar como permanente homenaje,  a los  fotógrafos de a AFI (Agrupación de fotógrafos independientes)  quienes arriesgando sus vidas, estuvieron con su cámara activa en dictadura. Las imágenes  de los fotógrafos de la AFI son sobrecogedoras, en tanto confirman cómo estuvieron allí, como se cuestionaron el lugar ético del disparo de su obturador, como persistieron,  incluso advirtiendo que estaban perdiendo su capacidad de asombro al fotografiar las atrocidades de la represión de Pinochet.

Hoy en día, grupos como  el Frente  de Estudiantes  por la Fotografía  Popular, FEFP, cumplen un rol activo desde la calle y su sitio en internet. Nos informan sobre su línea de acción a través de un manifiesto. En sus archivos no aparecen nombres propios,  créditos de autores sobre fotografía alguna, ni nada que los aleje de  ser un solo frente de acción. Parte de su manifiesto dice: Nuestras fotos NO están a la venta, son de uso publico y mientras más gente la vea mejor. Misión: contra informar.payasa

El lugar del oficio

Se hace urgente visualizar el nuevo lugar del fotógrafo y documentalista, cuando la gran mayoría de los manifestantes están con sus cámaras generando sus propios materiales audio visuales. Para Verónica QuenseElegir una cámara como instrumento de trabajo  dice relación con querer  registrar la mirada, la propia y por lo tanto la memoria propia, la que incluye parte de la memoria de los  otros.  Si tuviéramos un registro de Arturo Prat saltando al barco enemigo, sabríamos  si estaba borracho o si tenia cara de terror o de maniaco y lo del héroe no habría sido instalado tan fácilmente por los dos  historiadores a los que, con suerte, algún testigo les contó el cahuin e hicieron de él lo que su sentir ético y político les permitió. O si hubiéramos visto la ametralladora gritando balas en la escuela Santa María de Iquique y escuchado los gemidos  obreros, le habríamos dado un lugar en la gran Historia de Chile, y no el silencio en que se la ha mantenido.

La masificación de cámaras  o masificación de testigos permite una multiplicidad de representaciones que forman una narración  contada por muchos,  por lo tanto se acercará mas  a una innegable verdad  y no a una que yace en la antojadiza  penumbra de bien y mal de un par de dos .

Entre tanto flashes, la mirada lúcida, el punto de vista, la revisión  y conocimiento del objeto que  se registra, podría decirse que sigue siendo territorio de quien se construye en el oficio, ya que su mirada y subjetividad pueden catalizar un discurso importante y necesario, generando documentos que surgen  en medio de una multitud activa y colaborativa, que logra a su vez  un foco sustancial que ha permitido visibilizar, por ejemplo, lo que los estudiantes hoy  piden  con conmovedora e inamovible convicción.

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