Publicidad
CinemaChile defiende la calidad del cine local como educador de la mirada cinematográfica Controversia entre agencia de promoción del cine chileno y gestores culturales

CinemaChile defiende la calidad del cine local como educador de la mirada cinematográfica

En la Fundación CinemaChile opinan que formación de audiencias en cine de calidad pasa necesariamente por la promoción del cine chileno «ya que negar la calidad de las películas nacionales» es producto del «deporte provinciano del chaqueteo». Por el contrario, desde la sala Normandie y el ICEI de la U. de Chile insisten en que mayor difusión de la industria nacional en ningún caso es sinónimo de un fortalecimiento en el camino de calidad, que busca educar a los públicos consumidores de esta producción simbólica en el país.


Las réplicas a los diagnósticos que concluía el tema propuesto por Cultura+Ciudad hace unos días, no tardaron en llegar entre los agentes cinematográficos del medio local. La investigación demostraba que en Chile, la labor sistemática para formar audiencias cinematográficas en el consumo de un séptimo arte crítico y de excepción, sólo era la preocupación moral de un grupo de privados que dialogaban entre la soledad heroica y la orfandad material.

Para Constanza Arena, directora de Cinemachile, la agencia que adquirió su figura jurídica actual en 2012, y cuyo trabajo principal es la promoción del cine chileno en el exterior, una política que persiga la creación de espectadores intelectualmente formados, debe contemplar sí o sí la permanente difusión de la industria audiovisual local al interior de sus filas.

Para generar audiencias de calidad, dice la licenciada en Estética, «la primera estación por definirla de algún modo, es que la gente pueda ver una película, que pueda realizar ese acto primordial de tener que enfrentarse a un artefacto cinematográfico, y en ese sentido, nosotros creemos que una producción tan heterogénea, de valor y diversidad artística como la que se genera en este país, tiene mucho que argumentar al respecto”, comenta.

Constanza Arenas y  Foto: Gonzalo Rubio

Constanza Arenas y Roberto Doveris
Foto: Gonzalo Rubio

“El cine chileno es una instancia cada vez más demandada y con una frecuencia creciente por los mercados y festivales del rubro de mayor rango en el mundo, mientras que aquí mismo, entre el público local, su estatura es subvalorada o sencillamente menospreciada”, observa.

“Por eso es que CinemaChile tiene como meta esencial la formación de audiencias preparadas para poder apreciar los más destacados ejemplos de la producción nacional. Ese es el camino que esta fundación está convencida de que hay que seguir: si más personas tienen acceso a ver cine chileno, mejor será su disponibilidad estética y mental, para habituarse a ver un buen cine toda su vida”, añade su directora ejecutiva.

Con la realización de ese objetivo, esta asociación de derecho privado acaba de ganarse un fondo audiovisual del Consejo de las Artes y la Cultura, por más de $180 millones, los que serán íntegramente destinados a la publicación de una revista de crítica cinematográfica de carácter gratuito y masivo a principios del mes de abril (Chile Territorio Cine), desplegar un convenio con distintas salas del país para tener en cartelera 30 estrenos locales por un período de dos semanas cada uno y organizar ciclos de exhibición con título criollos, y su presentación a cargo de los respectivos directores y reparto, como el que llevaron en conjunto con la Universidad Alberto Hurtado durante el año pasado.

El primer paso, confirma Roberto Doveris,  editor de contenidos de CinemaChile, a propósito de originar una audiencia cinematográfica participativa «es observar cine, el que entra por los ojos… Las películas nacionales tienen derecho a ser exhibidas, de estar disponibles al paladar de los chilenos. Y nuestra industria tiene dificultades para valérselas sola, requiere de la ayuda de fundaciones como ésta y del Estado”, anuncia el director audiovisual formado en la Universidad de Chile.

Ahora bien, prosigue Doveris, quien también dirige Chile Territorio Cine, «las películas locales no tienen por qué asumir el rol de educar a las personas, ese es un trabajo del Estado”, afirma convencido. “Al revés de lo que piensa y emite el profesor Claudio Salinas en el reportaje de la semana pasada, no creemos en teorías marcusianas de dominación y de que exista un interés por mantener a las audiencias cautivas. La gente debe pensar de forma espontánea, pero luego de ver todo el cine que pueda y esté a su alcance y disposición”, advierte.

“Es correcto que debe crearse un vínculo entre los espectadores y los órganos de formación, pero en CinemaChile apostamos a que ese cambio se produzca a raíz de que en este gobierno de la Presidenta Bachelet nazca una alianza más firme y sostenida, en una relación muy frágil que hoy se evidencia entre el Consejo de la Cultura y de las Artes y el Ministerio de Educación, a este respecto”, precisa Doveris.

El encargo de efectuar esa novedosa gestión, dicen en la casona del barrio Bellavista donde realiza sus actividades esta fundación, correrá por cuenta de Tehani Staiger, una connotada miembro del staff de este grupo hasta el viernes pasado, pero que desde los próximos días se desempeñará como asesora estelar de la presidencia en esta sensible materia*.

“Confiamos en que la administración de la Nueva Mayoría profundizará aún más el acceso de la población para disfrutar del cine chileno, en que este gobierno centrará sus estrategias culturales en beneficio de ciudadanía y no tanto en el financiamiento de los artistas y de la industria”, espera Constanza Arena.

valparaisomiamor

“El cine chileno es un producto de primera categoría cinematográfica, solicitado en los principales festivales del mundo, aporta la directora ejecutiva de CinemaChile, premiado y reconocido en Cannes y Berlín, y en todas las muestras fílmicas de renombre de Europa y de los Estados Unidos. Y aquí tenemos la convicción de que su exhibición masiva es la piedra angular que nos permitirá formar audiencias de un paladar exigente en este país, que en esta hora presente no la tiene, pero que gracias a su  séptimo arte la gestará”, apuesta.

“Negar la elevada calidad del cine nacional en el circuito de los festivales internacionales, resulta en el típico deporte provinciano del chaqueteo”, sentencia Arena.

Promoción de cine local no es sinónimo de calidad

Sin embargo, el problema vital de la formación de audiencias sigue sin solución definitiva, pese al interesante paquete de iniciativas, piensa Mildred Döll, respaldada por los 32 años de vida del cine arte que gerencia, el mítico Normandie.

“¿De qué me sirve montar muestras infinitas de filmes con cine chileno todas las semanas, si los ciudadanos que concurren a este tipo de actividades, por lo general, no están preparadas pedagógicamente ni cuentan con la formación intelectual suficiente siquiera, muchas veces, para entender la clave última de una película?”, se pregunta la gestora cultural independiente.

Otro punto, resulta de la sobreestimación cualitativa en que se tiene a la industria fílmica nacional. Pujante en su multiplicidad desde 2004, con el punto de partida que significó Machuca, piensan Döll y sus colaboradores, este sector artístico no es la mejor base para montar una política a gran escala, que tenga como propósito cultivar a un público sediento y necesitado de un mejor panorama educativo y existencial en sus perspectivas de vida.

matar

«Matar un hombre» de Alejandro Fernández

“A ver, el cine chileno es un tema complejo. Yo misma tengo graves problemas para seleccionar un material con un mínimo de calidad cinematográfica. Primero, en el país no hay buenos actores de cine, y los que participan en los repartos generalmente son aceptables intérpretes de teatro, y eso… Por otra parte, las historias son de un nivel narrativo que colinda con la orfandad lingüística: los problemas de guión y continuidad son una plaga en el 90% de la producción nacional”, observa la gerente del Normandie.

La opinión de Mildred Döll es apoyada por los profesores de su programa de formación de audiencias para colegios de zonas vulnerables, Gustavo Chiang y Jorge Rivas, ambos, esforzados docentes con amplia experiencia en el Chile real de los liceos públicos, los niños víctimas en la precariedad de sus vínculos familiares y afectivos, relegados al ostracismo cultural y las carencias de infraestructura en todo orden.

“La ausencia de una escuela de guionistas pesa en el cine chileno”, afirma Chiang. “Si hasta una cinta dirigida por un escritor como Pablo Illanes (Video club), es una verdadera ensalada narrativa, incomprensible en su estructura de relato”, complementa Rivas.

“Nadie niega el podio técnico que ha alcanzado el cine chileno en cuanto a su producción fotográfica, montaje y sonido, pero eso no basta para conformar una buena pieza cinematográfica… se requiere mucho más que eso”, profundiza Döll.

“Por mi experiencia de más de 30 años en este campo —sin ayuda de ninguna cofradía ni redes de programadores ni de asociaciones de artistas mantenidos por el Estado, salvo la del público espontáneo que me ha apoyado y entregado su confianza—, el único hombre que ha visto los problemas del séptimo arte local e identificado las respuestas y sus soluciones, ha sido el desaparecido Aldo Francia, el fundador del antiguo Festival de Cine de Viña del Mar, y entusiasta propagandista de la estética del neorrealismo italiano entre nosotros, el gran maestro admirado, pionero, animador cultural y director de Valparaíso, mi amor (1969) y Ya no basta con rezar (1972): la gestación de múltiples foros de cine municipales y vecinales a lo largo de Chile, y ese es el espíritu que nos anima”, me cuenta arrebatada la dueña del Normandie, una tarde de domingo en su oficina, cuando el resto de la ciudad de divierte o descansa, y ella, rodeada de otro par de profesionales, trabaja para sacar adelante su proyecto, dedicado a niños de la periferia, que por vez primera disfrutan de una cinta en una sala de verdad.

“Concordamos con CinemaChile en que siempre es un requisito democratizar el acceso de la ciudadanía a las recintos en los que se exhibe una película, asume Jorge Rivas, pero creer que esa iniciativa soluciona por sí misma la cuestión de la formación de audiencias, no guarda relación ni con el estado de las cosas, ni con los desenlaces posibles que nos enseña la experiencia y la literatura acerca de la coyuntura: el sendero más probado es el de presentar una tertulia introductoria, preparar una minuta que explique los factores estéticos implicados en el filme, y una conversación entre el conductor y los espectadores, al finalizar la proyección”, sintetiza el profesor de Historia.

Claudio Salinas, en tanto, investigador del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, es enfático en defender su posición luego de la arremetida de la fundación liderada por Constanza Arena en el debate.

“Dejemos de engañarnos, en este país no existe un proyecto serio para formar audiencias, y la perspectiva de CinemaChile sólo profundiza una postura errada, la de pensar que los públicos son pasivos y que sólo se alimentan a través de la contemplación vacía y simplista de una película. Crasa equivocación que olvida algo fundamental: que el cine es un espacio físico y mental de relaciones intersubjetivas, que es una forma de relacionarse socialmente, y que por ende es un traspaso de información y de imaginarios entre distintos actores culturales. Ahora, si el cine chileno es la mejor herramienta para forjar una comunidad de ciudadanos participantes en esta construcción de identidades sociológicas y antropológicas, ese no es el punto, pues se trata de una industria en sumo grado diversa y con grandes diferencias de calidad entre sus productos. Aunque da lo mismo si ponemos en cartelera obras taiwanesas o vietnamitas, dice Salinas, pues el tema sigue siendo otro, y es que nadie se preocupa de emancipar humanamente a los espectadores, de educarlos y de mostrarles las herramientas para pensar y reflexionar en la órbita del buen cine… pues eso siempre será peligroso para la elite”, cierra el académico de la Casa de Bello.

*Nota de la redacción:

CinemaChile ha solicitado aclarar que no comparte el enfoque del párrafo 10 de la nota y  aclara que la Fundación no cree, expresa, ni espera que el cargo de efectuar la “novedosa gestión” de acercar los públicos a los organismos de formación de audiencias en cine corra por cuenta Tehani Staiger, como tampoco que ellos le atribuyan a la profesional la calificación de «asesora estelar de la presidencia». Recalca también su convicción de que al Estado le corresponde un papel relevante en la reducción de esa brecha, para lo cual resulta de gran utilidad la experiencia de asesores como Tehani Staiger, ex miembro del staff de Cinemachile, quien en su cargo actual depende íntegramente de la orientación de las autoridades del CNCA y que no tiene, por ahora, relación con proyectos particulares de CinemaChile.

 

 

Publicidad

Tendencias