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Los filmes imperdibles del Sanfic 10 El ciclo se inauguró ayer en el Centro de las Artes 660/CA de Las Condes

Los filmes imperdibles del Sanfic 10

La décima versión del “Santiago Festival Internacional de Cine” ha comenzado, y su parrilla programática, aparte de las películas participantes en las habituales líneas de competición, trae consigo los estrenos de los más importantes directores del mundo: obras de Abel Ferrara, Denis Villeneuve, Ventura Pons, Martin Provost, entre otros realizadores, podrán observarse inéditamente en las salas de la capital. La muestra se extenderá hasta el próximo domingo 26 de octubre y acá te ofrecemos, una selección de lo que no te puedes perder, realizada por el magazine cultural de El Mostrador.


Con una concurrida ceremonia de gala, se dio inicio anoche, en las instalaciones del Centro de las Artes 660/CA de la comuna de Las Condes, al ya tradicional “Santiago Festival Internacional de Cine”, evento más conocido por sus siglas, Sanfic. La instancia -que se inauguró en el año 2005- se ha organizado ininterrumpidamente desde esa temporada, hasta llegar a su histórica y décima versión, la que se desarrollará durante estos días en distintas salas de la capital del sector oriente (Parque Arauco), La Reina, Maipú y el centro de la ciudad (Sala UC), y que recién concluirá el próximo domingo 26 de octubre.

Aquí, la selección que hizo para sus lectores, El Mostrador Cultura+Ciudad:

Woody Allen: Magia a la luz de la luna (Estados Unidos, 2014):

Ambientada en la lujosa Costa Azul de la Francia de los años ’20, del siglo pasado, Magia a la luz de la luna es una comedia romántica, que relata la historia de un hechicero (interpretado por Colin Firth), el que intenta desenmascarar a una farsante médium (encarnada a su vez por la actriz Emma Stone).

Al cineasta de Brooklyn le fascina la magia desde que hacía trucos cuando era un adolescente, y, desde entonces, los giros de la ilusión y sus cultores han aparecido frecuentemente en sus trabajos, como por ejemplo en el número de monólogos The Great Renaldo; en el corto galardonado con un premio O. Henry: The Kugelmass Episode, en la obra de teatro The Floating Lightbulb (en la que uno de los personajes principales es un joven mago); en “Edipo reprimido”, uno de los segmentos de Historias de Nueva York; y en Scoop, donde él mismo Allen interpretaba el papel del charlatán Splendini.

En las películas de Woody también han aparecido hipnotizadores (en Broadway Danny Rose y en La maldición del escorpión de jade, sin ir más lejos), un curandero (en Alice), y una adivina (en Conocerás al hombre de tus sueños). La fantasía y las extravagancias, son, asimismo, temas recurrentes en muchas otras obras del realizador estadounidense: lo demuestran cintas como Zelig, La rosa púrpura del Cairo y Medianoche en París, y esta comedia romántica que reseñamos.

Finalmente, el tema de Magia a la luz de la luna es el mayor de los misterios que tiene la vida: el amor, un sentimiento que es tan real, como imposible de explicar. En palabras del director: “El hecho de que te sientas atraído por alguien la primera vez que ves a esa persona es algo inexplicable. Puedes intentar buscar razones, como por ejemplo: me gusta el estilo que tiene, su sentido del humor, su manera de pensar, su aspecto… pero al final, no sabes por qué no te atrae otra persona que tenga el mismo estilo, idéntico sentido del humor o lo que sea; resulta complejo porque tiene que ver con algo intangible. Seguro que dentro de millones de años, los ordenadores podrán representar matemáticamente lo que sucede, pero por ahora, y en un futuro próximo, no hay pruebas de que eso vaya a cambiar. El entusiasmo que te produce conocer a alguien y sentir algo romántico y positivo es mágico”, dice Woody Allen sobre su último filme.

 Francois Ozon: Joven y bella (Francia, 2013):

“Nadie es serio a los 17 años”, es la frase de un poema de Arthur Rimbaud, al cual recurrió el director francés François Ozon, para darnos una pista del argumento de su nueva película Joven y bella (Jeune & Jolie).

El filme seleccionado como largometraje en competencia de Cannes, también es escrito por Ozon y protagonizado por Marine Vacth, Géraldine Pailhas, Frédéric Pierrot y Charlotte Rampling.

Isabelle es una joven francesa de 17 años que pasa el verano con su familia en la playa y conoce el primer amor de la mano de Félix, pero tras no vivir un encuentro como ella esperaba, vuelve a París y comienza a explorar su sexualidad.

Sin embargo, poco a poco se encamina hacia la prostitución como una forma de vida, a pesar de que cuenta con un ambiente familiar relativamente sano y con una posición económica estable. Su odisea de auto descubrimiento ocurre a lo largo de cuatro episodios, cada uno de ellos dividido por una canción de François Hardy, con el fin de reflejar la situación por la que pasa Isabelle.

Joven y bella es un filme que profundiza en la búsqueda de identidad y la curiosidad en la vida de una adolescente que pretende ser grande. Hay que mencionar que Ozon no tiene como fin explicar muchas de las razones de su protagonista, ya que conforme la cinta transcurre, el director confía en los espectadores para obtener las conclusiones respectivas.

Por otro lado, uno de los aciertos más grandes es la actuación de Vacht, pues brinda un desempeño sumamente natural, la que atrapa además por su obsesión disimulada ante la cámara, que por cierto cuenta con movimientos sumamente elegantes. Ozon nos presenta un trabajo en el cual su protagonista es una mujer hermosa y radiante, pero que cultiva poco su relación con los demás; así se convierte en una mirada hacia la soledad y el vacío de una adolescente.

Abel Ferrara: Welcome to New York (Estados Unidos, 2014)

Abel Ferrara (Pasolini, 2014) vuelve por los senderos de las historias de corrupción, para contarnos una intimista mezcla de género documental, con una narración poderosa y provocativa.

El filme está inspirado en el polémico suceso en el que se vio envuelto durante 2011, el ex Presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Khan, quien fue acusado de abusar sexualmente a una empleada de un hotel de Nueva York. Interpretada magistralmente por Gérard Depardieu, que muestra un personaje sin escrúpulos llevado al límite por una sensacionalista forma de mover la cámara, la cinta no tiene pudor, no existe ningún tipo de miramientos por contar lo sucedido, y de la forma que más se pueda acercar a la realidad: con una extrema violencia sexual, peyorativa hacia su protagonista, y que lo conduce a parecerse cada vez más a un animal, ayudado por el aspecto de Depardieu, que con su sobrepeso acentúa aún más ese lado grotesco.

Una película que claramente no es para todo el mundo, pero que en cambio se antoja realmente necesaria para entender más los entresijos del funcionamiento de las altas esferas, las adicciones, y la psicopatía que deshumaniza a las personas que contemplan el poder entre sus narcisistas manos.

El realizador nos dirige poco a poco por el camino que quiere construir. Te engaña, te seduce enseñándote algo que te pueda gustar, un tipo de dulce fácil de digerir, y que cuando ya lo estás probando, te somete a un cambio radical, en donde tendrás que resistir los continuos latigazos de la realidad, y que tu entereza como espectador, podrá o no querrá soportar, porque sinceramente, a pocos les gusta saber que no son tan buenos como pensaban.

Xavier Dolan-Tadros: Mommy (Canadá, 2014)

Premio del Jurado en el Festival de Cannes de mayo pasado, la película del joven Dolan (Quebec, 1989), se podría comparar a ver a una casa en llamas. Resulta un evento tan peligroso como fascinante, hipnotizante y al mismo tiempo explosivo e impredecible. Sabemos que va a terminar mal, pero no podemos dejar de ver el desarrollo de la tragedia.

Considerado el nuevo niño prodigio del cine mundial, Dolan, nacido en Montreal y con solo 25 años ha captado la atención de críticos y cineastas del mundo entero. Con cinco largometrajes en su haber, ha alcanzado a su corta edad lo que muchos directores no logran en toda su carrera, y Mommy, su más reciente filme, ganó este año el prestigioso premio del Jurado en el Festival de Cannes, compartido nada más y nada menos que con la leyenda del cine, el octogenario Jean-Luc Godard.

Xavier Dolan se ha hecho un nombre en la cinematografía internacional hablando sobre la sexualidad desde diferentes puntos de vista, pero quizás el tema que ha representado su mayor interés como artista hasta el momento, sea la relación entre madre e hijo, o más específicamente la relación entre madre, sin padre a la vista, e hijo, con un carácter particular, homosexual la mayoría de las veces. Muchos críticos han mencionado que este tema es de corte autobiográfico, si lo es o no, nunca viene a ser un punto tan interesante como el resultado que se ve en pantalla.

Mommy es un gran filme, uno de los mejores de este año. La cinta muestra la dinámica entre, nuevamente, una madre viuda y su hijo adolescente, quien al comienzo del filme está internado en un sanatorio debido a su comportamiento sociópata y extremamente agresivo. Tras un ataque en el que el hijo, Steve, interpretado de manera sumamente compleja y al mismo tiempo humana por Antoine-Olivier Pilon, quema severamente a otro de los reclusos; la institución decide devolverlo al cuidado de la madre. Esta es Diane, una mujer de carácter ordinario, que roza en el mal gusto, alcohólica, y que viste como una adolescente, la que es interpretada de manera impecable por otra de las musas de Dolan, Anne Dorval.

Para generar aún más tensión, al comienzo del filme, el director nos hace saber que las acciones que estamos por presenciar ocurren en un futuro cercano e hipotético, período durante el cual el gobierno canadiense ha aprobado una ley en la que los padres de hijos con problemas mentales, pueden ceder la custodia de éstos al Estado.

De este modo, durante todo el filme está presente la tensión de si Diane cederá o no a la tentación de entregar a su problemático hijo adolescente a las autoridades. Desde que ambos personajes se reencuentran, la madre hace todo lo que puede, con lo poco que tiene, para darle estabilidad a su hijo, independientemente de que su propia vida es un desastre absoluto.

Denis Villeneuve: El hombre duplicado (Canadá-España, 2013)

Enemy (su título original), es la adaptación cinematográfica de la novela El hombre duplicado, del Premio Nobel de Literatura portugués, José Saramago.

La exposición de un personaje desdoblado sirve como disparador para que el relato se reproduzca en capas, pero también para teñir la película con un tono sobrenatural que la lleva a los bordes del cine de género.

Villeneuve de introdujo en el thriller policial con La sospecha (Prisoners), y ahora lleva su capacidad para poner en escena el malestar (mental aquí, físico en aquella), en una suerte de existencialismo de cámara, con solo cuatro personajes (y tres actores) en escena. Una propuesta, sin duda, que se evidencia como más personal que la de Prisoners, tanto desde la producción como desde lo temático.

Con todo, Enemy –estelarizada por Jake Gyllenhaal y Mélanie Laurent- pone en escena a un profesor universitario que lleva una vida matrimonial algo penosa, y que un día alucina, al descubrir en una película del montón, la existencia de un actor secundario (más un extra que un protagonista), que es exactamente igual a él.

Obsesionado con esa aparición, decide investigar y hasta quizás llegar a saber quién realmente es ese clon imprevisto suyo, entrando así en un espiral de paranoia y locura. Un terreno en el que la película despliega su complejidad formal, en base a insertos oníricos y balbuceos del inconsciente, reforzando así su extrañeza general con una fotografía dirigida al sepia, sumada a una música insistente.

El Alfred Hitchcock más paranoico puede ser citado, pero también el Lynch más obvio y alegórico, y hasta los nombres de Antonioni y Bergman, pueden tener un lugar en el costado más denso y profundo de esta cinta. Enemy, en efecto, pertenece más al terreno del experimento formal y se haya más cerca de ser una curiosidad (es, por momentos, hasta bizarra), dentro de la carrera de este gran realizador canadiense.

Martin Provost: Violette (Francia, Bélgica, 2013)

“Me iré como llegué. Intacta, cargada con los defectos que me torturaron. Habría querido nacer estatua. Soy una babosa bajo mi estiércol. Virtudes, cualidades, valor, meditación, cultura. Me crucé de brazos y me astillé contra esas palabras”, decía Violette Leduc en su obra literaria La bastarda. La escritora protegida de Simone de Beauvoir inspira esta película del francés Martin Provost, impecablemente interpretada por la actriz Emmanuelle Devos. Y al igual que en su anterior filme, Séraphine, basado en la vida de una pintora desconocida por el gran público, el realizador galo rescata en Violette, la historia de otra excepcional artista anónima.

El filme se fundamenta en la intensa relación sostenida por dos mujeres que se conocieron a principios del siglo XX y que duró mientras vivieron. Violette Leduc había sido una hija bastarda y fue la primera literata que se atrevió a contar en público que había decidido abortar para dedicarse de lleno a la escritura, su pasión impenitente, gracias a la cual afirmaba haber encontrado la libertad. Simone de Beauvoir era consciente de que se estaba relacionando con una narradora fuera de lo común, que incluso en nuestros días pasa bastante desapercibida fuera de Francia.

La obra está estructurada en seis capítulos, cronológicamente ordenados, en los que se hace alusión a seis estaciones posibles de la vida de la protagonista. Esta decisión de montaje provoca que el espectador note una mayor consistencia y madurez en unos que en otros, aunque también se perciba una eufórica situación emocional de Violette, en la primera parte que se torna en una fuerte depresión, durante la segunda. Ese desarrollo desigual, se hace notar en este filme de época, ambientado a mediados del siglo pasado.

Así, Violette nos adentra en la vida de dos mujeres que supusieron un paso adelante, importante, en la consecución de los derechos femeninos frente a una sociedad eminentemente machista. En el plano personal, la pieza nos muestra el despertar sexual de Violette Leduc y su enamoramiento por Simone –la futura pareja de Jean Paul Sartre-, hecho que en realidad, también fue un intento por ser como ella.

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