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¿Prohibición o integración de tecnologías? Expertos en educación rechazan proyecto de ley para prohibir celular en el aula CULTURA

¿Prohibición o integración de tecnologías? Expertos en educación rechazan proyecto de ley para prohibir celular en el aula

A mediados de mayo, un grupo transversal de legisladores anunció que presentaría en la Cámara de Diputados un proyecto de ley al respecto. «El celular puede ser una herramienta de apoyo, por ejemplo, para aprender a distinguir entre diversas fuentes de información», afirma Magdalena Claro, del Observatorio de Prácticas Educativas Digitales. Ella destaca que el profesor como fuente de información ya no es suficiente, porque «los niños saben que esa información está en Internet. Hay que enfocar la manera de hacer clase considerando eso».


Varios expertos en educación cuestionaron la propuesta de prohibir los celulares en la sala de clases de Educación Básica y Media, una medida que ya fue implementada en Francia y en algunas provincias argentinas.

A mediados de mayo, un grupo transversal de legisladores anunció que presentaría en la Cámara de Diputados un proyecto de ley al respecto.

“Profesores y directores se han quejado profundamente por el uso indiscriminado de celulares en las salas; no los dejan hacer clase, los estudiantes se evaden y no hacen caso”, argumentó el diputado Osvaldo Urrutia (UDI) en el diario Las Últimas Noticias.

«Si en un colegio ya no hay respeto por el profesor, eso va más allá de tener o no tener celular», resalta Ruth Arce, directora de Pedagogía Media de la UDP.

«Si en un colegio las normas básicas de comportamiento no han logrado regularse, tener o no tener celular no va a tener mayor impacto. Podría tener un estudiante sin celular y, aun así, desconectado de lo que está pasando en la sala de clase. El que no tenga celular no significa que va a tener más atención o aprender más», señala.

Amplio rechazo

Otros colegas de universidades como la U. de Santiago, la U. de Chile y la UC coinciden con ella.

«Creo que esta propuesta que pretende prohibir mediante una ley el uso de teléfonos celulares en las salas de clases, es una muestra más de la equivocada mirada adultocéntrica, que con nulo conocimiento sobre educación toma decisiones sin profundizar ni consultar a los directos involucrados: estudiantes y profesores, en este caso», replica Lorena Herrera, académica de Pedagogía en Educación Básica de la Universidad de Chile.

«Más que castigar se necesita educar», coincide Juan Silva, director del Centro de Investigación e Innovación en Educación y TIC (CIIET) de la U. de Santiago.

«Además los adultos deben educar con el ejemplo, los padres hacen en muchas ocasiones usos inapropiados de los celulares en sus hogares, también los docentes en las escuelas», dice.

Magdalena Claro, del Observatorio de Prácticas Educativas Digitales (OPED) de la PUC, califica de «exagerada» una legislación y estima que el tema debe quedar en manos de cada colegio.

«Es importante que esta sea una definición de cada institución escolar», plantea. «No estoy de acuerdo con prohibir, creo que es como tapar el sol con un dedo. Esto es parte de la vida de los niños. Sí creo que es importante orientar pedagógicamente. Si el profesor es la autoridad en la sala de clases, debiera saber cuando y para qué usarlo», precisa.

Estudio: celular afecta las notas

Una investigación de la Universidad de Los Andes reveló en abril que el número de horas de uso del celular tiene un efecto negativo en las notas.

El estudio «Efectos de la adicción al celular en los colegios» consideró entrevistas a 300 escolares de entre 10 y 18 años y a sus respectivos padres, y fue realizado por Ricardo Leiva y David Kimber, académicos de la Facultad de Comunicación e Ingeniería Comercial de esa casa de estudios.

“Los niños bajan hasta tres décimas sus notas por cada hora de uso de la pantalla brillante”, detalló Kimber durante la presentación del proyecto, que incluyó niños de los estratos ABC1, C2 y C3D.

Según el estudio, la edad promedio de recepción del primer celular fue 10,3 años. El promedio de horas declarado, en tanto, es de 6,8 horas, y el 59% usa el celular más de 6 horas al día. Los niños de 10 a 14 años utilizan el teléfono principalmente para jugar, ver videos y WhatsApp, mientras los de 15 a 18 años para WhatsApp, redes sociales
y escuchar música.

Asimismo, si bien tres de cada cuatro encuestados dice que en su casa hay normas para controlar el uso del aparato, ello empieza a relajarse a partir de los 15 años, y en los sectores bajos hay menos normas.

En cuanto al uso en el colegio, el 88% señaló que había normas al respecto en su establecimiento, y la principal es guardarlo en clases. Al mismo tiempo, el 86% reconoce llevarlo al colegio todos los días.

A pesar de las normas, un 33% responde que lo usa en el aula y el 33% «a veces». Aún así, a la mayoría nunca se lo han quitado en el colegio.  Y aunque la mayor parte aseguró que su uso no le afectaba (53%), un 46% admitió que «la afecta algo».

Como conclusión, el estudio establece que al aumentar el porcentaje de horas de uso del celular en 100%, por ejemplo, pasar de 1 hora de uso a 2 horas, las notas caerán en 3,3 décimas en promedio.

«Los niños no deben hacer las tareas con el celular al frente. Deben apagar el teléfono hasta que terminen sus tareas y deberes. Así el celular se convierte en un incentivo y recompensa», recomiendan los investigadores.

Buen resultado de uso

Sin embargo, los expertos consultados por este medio señalan que el celular tiene buenos resultados si tiene un buen uso.

Claudio Maffet, académico del Magíster en Neurociencias de la Educación de la Universidad Mayor, afirma que el uso de celulares ha demostrado que permite ser una oportunidad de aprendizaje; ser un apoyo frente a una tarea con el uso de juegos o aplicaciones; y posibilita un tiempo de sociabilización y contacto con la tecnología.

«El teléfono inteligente no va a desaparecer de nuestro país, y los niños tendrán que experimentar, pero también comprometerse con las virtudes de la tecnología», puntualiza. «Hay que hacer un uso responsable de los celulares por parte de los padres, como es el entregar un libro, qué comer en forma saludable o qué programas ver en la televisión. Es educar. En lugar de huir del uso de la tecnología o prohibirla, hay que considerarla como una oportunidad para educar», asegura.

Para Maffet, lo mejor es enseñar a los docentes cómo realizar una clase más interactiva, multisensorial y con uso de tecnología. Silva coincide.

«Si es con fines pedagógicos, en el contexto de actividades de aula colaborativa, de motivación, diagnóstico, evalaución de investigación, (el celular) es un aporte. Extiende el aula, pone a la mano herramientas interactivas y la infomación de la web», estima el experto de la U. de Santiago.

En cambio, si el alumno saca el celular para ver temas personales, revisar sus redes sociales, etc., entorpece el proceso, se distrae y se transforma en una lucha con el profesor para que apague o no use el celular.

«Si los estudiantes están más atentos al uso del celular en un clase es porque la clase no es motivante y, por lo tanto, no es cautivante o llama la atención y no contribuye al aprendizaje», opina Maffet. «El que un estudiante esté con un celular no significa necesariamente que no esté atendiendo. Los niños y niñas tienen las capacidad de captar simultáneamente varios estímulos», explica.

Profesores no capacitados y rol de los padres

Un gran problema para Silva es que hay múltiples posibilidades del uso del celular en el aula –no necesariamente en toda la clase–, pero los profesores no están capacitados y lo ven como una amenaza «y quizás lo más simple y a corto plazo es prohibir, pero a la larga no es la solución».

Desde la U. Mayor destacan que para niños 3 a 5 años se han creado aplicaciones tales como Writing Wizard (apoyo a la escritura), Loopimal (relaciona música, imágenes, sonidos), Curiosityville (para fomentar la creatividad) y Respira, piensa y actúa (permite desarrollar resiliencia para evitar el estrés).

«Hay muchas aplicaciones que son de apoyo, por eso la tarea del Ministerio de Educación, en vez de prohibir, es generar oportunidades de aprendizaje a partir del uso responsable del celular», destaca Maffet.

«Hay que formar a los docentes para un uso educativo de los celulares en al aula, incorporarlos como una herramienta más, que además resuelve el tema de la falta de laboratorios de computación. Negar el uso de las tecnologías en el aula es un retroceso, por todos los beneficios que un buen uso de ellas tiene para los aprendizajes», recalca Silva.

«El celular puede ser una herramienta de apoyo, por ejemplo, para aprender a distinguir entre diversas fuentes de información», afirma Claro. Ella destaca que el profesor como fuente de información ya no es suficiente, porque «los niños saben que esa información está en Internet. Hay que enfocar la manera de hacer clase considerando eso».

En la Universidad Diego Portales, de hecho, ya enseñan a los estudiantes a usar el celular para buscar información, hacer actividades e interactuar con el profesor, señala Arce. «Tratamos de convertirlo en un aliado, más que en un enemigo», apunta.

Silva además destaca el rol de los padres: «Ellos deben, al igual que el colegio, modelar buenos usos, poner horarios de uso y modalidades de uso, que estos no intervengan en las actividades sociales de la familia, etc. Debe haber una coherencia entre el discurso respecto al uso del celular del colegio y el actuar de los padres, si no, se genera un conflicto para el niño, especialmente los más pequeños».

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