El rival de la Roja en el amistoso de Rancagua está dando un salto cualitativo que, a mediano plazo, lo puede ubicar como una potencia planetaria en este deporte.
Estados Unidos está llamado a convertirse en potencia futbolística. Así como China pasará en un par de décadas -quizá antes- a dominar la economía mundial, los gringos están destinados a luchar por ser los mejores del fútbol en un plazo similar. Tal vez no lo conseguirán jamás, pero hay demasiados factores que indican que el balompié de ese país se convertirá en un gigante.
No solamente porque cada vez es practicado por más millones de habitantes y a más temprana edad (gran parte son jóvenes en edad escolar), sino porque tiene una estructura bien consolidada y se nutre de jugadores de origen europeo y, sobre todo, latino de gran potencial.
Miles de emigrantes que viajaron hace unas décadas al gigante del norte con la esperanza de cristalizar el “sueño americano”, ahora incentivan a sus hijos a unirse activamente a la práctica del “soccer”.
Y si todavía no alcanza el nivel de popularidad de que gozan el fútbol americano, el béisbol, el básquetbol y el hockey sobre hielo, se augura que dentro de pocos años el panorama podría cambiar definitivamente.
De hecho, un estudio realizado por la Sports and Fitness Industry Association (que agrupa a más de 750 empresas, incluidos los gigantes Nike y Adidas) calculó que en 2014 más de cinco millones de niños estadounidenses -de entre 6 y 12 años- jugaron regularmente al fútbol.
La Major League Soccer, fundada con gran bombo en 1996, sufrió una debacle profunda, pero en los últimos años logró recuperarse y actualmente, con un promedio de 19 mil espectadores por partido, cuenta con 19 equipos económicamente fuertes y con buenos jugadores provenientes de las mejores ligas del mundo.
Tanto ha crecido la popularidad del “soccer”, que una encuesta de la cadena ESPN demostró que es el segundo deporte más popular en la población estadounidense de entre 12 y 24 años (sólo por detrás del futbol americano profesional).
A eso se suma la gran cantidad de partidos de fútbol europeos televisados por las redes de cable, lo que ha convertido a cientos de miles en fanáticos de los principales clubes internacionales, tal como lo demuestra la creciente venta de camisetas del Barcelona, Bayern Munich o el Arsenal.
¿Hasta dónde llegará el entusiasmo? ¿Hasta dónde crecerá el fútbol de ese país? Son preguntas que se contestarán en la cancha, con la gloria como límite de esta nueva historia.
