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Óscar Landerretche dijo que la industria minera se farreó el boom de las materias primas

Óscar Landerretche dijo que la industria minera se farreó el boom de las materias primas

En un poco difundido discurso que hizo como orador principal en la Cena de la Bolsa de Metales de Londres la semana pasada, el presidente del directorio de la minera criticó cómo la industria enfrentó el superciclo de las materias primas. Habló de la falta de empatía de la misma y de los “siete pecados mineros”, entre ellos, “ganancias sin productividad” e “inversiones sin continencia”. Dijo que los ajustes que está efectuando el sector tienen consecuencias que afectan la vida de familias y comunidades, y que eso no hay que olvidarlo. La gala se desarrolló en el marco de la semana de los metales, que todos los años reúne a los ejecutivos más poderosos de la industria minera en la capital del Reino Unido.


El presidente del directorio de Codelco, Óscar Landerretche, estuvo en Inglaterra hace unos días participando de la semana de los metales. Cada año el evento reúne a los ejecutivos más poderosos de la industria minera y este año no fue la excepción.

El tema que dominó la agenda fue el desplome de los precios del cobre –y otros metales– ante la compleja desaceleración china y las drásticas medidas de ajuste que la industria está tomando para enfrentarla.

Landerretche abordó esos temas y explicó en entrevistas y diversos foros los ajustes que está haciendo Codelco para enfrentar la crisis.

Pero quizás sus comentarios menos divulgados –aunque los más agudos–, los hizo en un poco difundido discurso que pronunció como orador principal en la Gala de Honor que la Bolsa de Metales de Londres organiza durante el evento anual para celebrar la semana. Habló de la falta de empatía de la industria minera y, basándose en argumentos de Ghandi, describió los “siete pecados mineros”, entre ellos, “ganancias sin productividad” e “inversiones sin continencia” de la minería.

En esa presentación el presidente del directorio de la minera de cobre más grande del mundo señaló que la industria minera se había farreado el boom de los commodities.

Reconoció que vive tiempos difíciles “y esto significa un momento complejo para inversionistas y accionistas”. Pero también afirmó que hay un lado positivo en la desaceleración, y es que “nos permite mirar los años de auge económico con una mirada crítica. También nos permite ver cómo nos hemos comportado y nos obliga a pensar si la próxima vez queremos actuar de la misma forma o queremos cambiar y, si este es el caso, qué podemos hacer para que así sea. Entonces los momentos difíciles son para que los balances sean más eficientes y los planes mineros más rigurosos, ¿no es cierto?», se preguntó.

Y agregó: «Sí, lo son, pero también son para limpiar el alma de nuestras compañías y purgar nuestros pecados mineros».

En una larga presentación habló de ética, principios y valores. En muchos aspectos fue un discurso de principios más que de negocios.

“Nadie podría decir que tener éxito en este mercado es posible sin esfuerzo. Todos aquí trabajan mucho para lograr lo que tienen. Pero debemos reconocer que a veces las circunstancias caprichosas de los mercados crean ganancias imprevistas y grandes márgenes donde nadie los proyectaba, los necesitaba ni los merecía. Por supuesto que esto sucedió en los últimos años, y así son los mercados. Sin embargo, debemos recordar que la sociedad no juzgará las ganancias imprevistas de la misma manera que a los retornos ganados con esfuerzo. Debemos entender que la riqueza es percibida como justa cuando es resultado de la productividad y no la casualidad. Y debemos reconocer que los cómodos años del auge económico quizás hayan generado un poco de pereza y complacencia. Ahora los años de escasez nos obligan a volver a la vieja ética victoriana de trabajo: retornos solo si hay productividad”, fue como comenzó a explicar los “pecados mineros”.

Afirmó que ese pecado de retornos sin productividad “también implica otra lección importante”: respeto por los accionistas. “Recordar, siempre, de que es su dinero el que estamos manejando y que el poder que otorga requiere esfuerzo, contención y responsabilidad. El caso de nuestra Codelco, nuestra compañía que, como ustedes saben, es 100% estatal, en el fondo, no es muy diferente. Nuestros accionistas son todos los ciudadanos de Chile, los profesores, las madres, los tuiteros enojados, los agricultores, los hinchas del fútbol, los jóvenes rebeldes que luchan por cambiar el mundo; ellos son los dueños, debemos demostrar nuestro respeto hacia ellos cuando invertimos sus activos, cuando gastamos su dinero, cuando moldeamos lo que, en definitiva, es su estrategia. Siendo honestos con nosotros mismos, durante el entusiasmo de los años de auge económico quizás los perdimos un poco de vista: los accionistas, los ciudadanos”, expresó.

Y puntualizó que los entusiasmos de los años de auge minero, las urgencias de la oportunidad, pueden haber causado que algunas personas tomaran atajos y olvidaran que los pecados, incluso cuando nos salimos con la nuestra, tienen esta desagradable costumbre de volver a penar, siempre encontrando alguna forma para corporizarse de vuelta. Siempre debemos considerar el daño que la indulgencia o, incluso, el aprovecharse del comercio poco ético o de la política sin principios, causa a las sociedades”.

Pero en su discurso hizo hincapié en que no hay que perder de vista “que más allá de las dificultades y problemas que estemos enfrentando, las consecuencias son mucho, mucho peores para aquellos mercados emergentes que intentaron aprovechar el boom de los commodities para reducir la pobreza y dar inicio a algún tipo de proceso de desarrollo”. Y sostuvo que la crisis actual, que demanda el ajuste de los mercados de metales a la nueva realidad de precios, “desafortunadamente, devuelve a miles y miles de familias alrededor del mundo a esa realidad, con consecuencias que rápidamente pasan de lo financiero a lo económico, a lo social, a lo político”.

Más adelante dice: “Me pregunto, ¿qué pueden hacer las empresas que se ven obligadas por las circunstancias a despedir y reducir, a optimizar y recortar? ¿Qué pueden hacer para reconocer, ante las comunidades en que están insertas, las dificultades y el dolor? Me pregunto: ¿qué tipo de ritual podríamos encontrar que demuestre, tal como la carta de condolencias, que los líderes, como los que están presentes en esta sala, saben, se preocupan, entienden y empatizan? Habiendo sido, hasta hace poco, un observador externo a esta industria, uno siente que debe preguntarse qué es lo que se podría hacer», manifestó.

Y, acto seguido, precisó: «Porque, y este es el punto, nadie espera que los empresarios –de hecho, tampoco otros tipos de líderes– anden contando cuentos de hadas a las comunidades, sociedades y familias. Nadie espera eso. Se espera que tomen decisiones difíciles y que ejerzan liderazgo tanto en momentos de éxito como en el fracaso. Lo que legítimamente se puede esperar, sin embargo, es el realismo, la transparencia y la empatía”.

Dijo que las personas entienden que se deben tomar decisiones difíciles para asegurar la viabilidad a largo plazo de las empresas, “de las operaciones e incluso de todo un sector económico. Sin embargo, no siempre queda claro que este es el criterio principal detrás de las decisiones. Supongo que la lección es: explicar, explicar y explicar”.

Asimismo, se refirió a la película El Padrino para ilustrar la situación actual que vive la industria.

“Los mineros más viejos nos tranquilizan. Nos dan el discurso de Clemenza de El Padrino. ¿Lo conocen? Cuando el gordo Clemenza está preparando la pistola para Miguel Corleone, que recién decidió dejar a un lado sus límites éticos por su familia y por el honor de su padre y se está preparando para asesinar a un narcotraficante –creo– y a un policía corrupto –si lo recuerdo bien–. Está nervioso, sabe que esto desencadenará una vendetta, una guerra entre las familias mafiosas que tratarán de hacer sobrevivir su negocio mientras se achican los espacios como resultado de la reacción de la policía. Sabe que se terminarán mordiendo unos a otros, como lobos en una jauría, disputando los restos», relató Landerretche.

Y continuó: «Entonces, Miguel Corleone pregunta a Clemenza: ‘¿Cuán malo piensas que va a ser?’. Y luego Clemenza dice –ya saben, como el viejo minero–: ‘Muy endemoniadamente malo. Pero está bien. Estas cosas tienen que pasar más o menos cada cinco años… diez años. Sirve para deshacerse de la mala sangre. Hace diez años desde la última vez'».

Así, el presidente del directorio de Codelco extrajo estas conclusiones a partir de su relato: «Tiene razón el gordo Clemenza. Estas desaceleraciones sirven para ‘limpiar la sangre'». Las costumbres y prácticas generadas durante los años de auge y sus entusiasmos, que quizás no son tan saludables ni tan benignas, tienen la oportunidad de limpiarse, como dice Clemenza, más o menos cada cinco años, diez años”.

Landerretche también destacó el poder que tiene la industria en cambiar la vida de las comunidades donde opera. “Una de las mejores cosas de ser el Presidente de Codelco es ser testigo de todas las sofisticaciones y complejidades de la minería del cobre. Su química, su física, su ciencia de la tierra, su biología, su logística, su economía. Sin duda que muchos de ustedes han viajado a mi país, a Chile. Si tienen la oportunidad de sobrevolar nuestro país durante el día y miran hacia abajo, verán cómo hemos transformado el paisaje, literalmente movido montañas, abierto cráteres, creado lagos, construido y abandonado ciudades en medio de las montañas y de los desiertos, entrelazado el paisaje con redes de energía, de agua, de relaves, ácidos y roca fundida. Es sorprendente, excitante, dramático, incluso heroico. Es maravilloso, tan maravilloso, el poder de la ciencia y de la tecnología, la energía de las finanzas y del capital, que podemos aprender, quizás, a encapricharnos con ello, nos puede seducir, y se puede convertir en sujeto de culto”, se explayó.

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