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Brexit: el Reino Unido no tiene un plan, pero la Unión Europea sí lo tiene

Brexit: el Reino Unido no tiene un plan, pero la Unión Europea sí lo tiene

Los tres días transcurridos desde la votación fueron suficientes para que Jean-Marc Ayrault y Frank-Walter Steinmeier, los ministros de Relaciones Exteriores de Francia y Alemania, respectivamente, produjeran un documento de nueve páginas con la propuesta de un camino post-Brexit para la UE. Es evidente que había más planificación de contingencia en París y Fráncfort que en Londres con respecto a la decisión del Reino Unido.


No está claro en este momento si los vencedores del referéndum del Brexit tienen algún tipo de plan para poner fin a la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea y para la vida posterior al divorcio. Ninguno de los líderes de la campaña a favor de “salir” ha asumido la responsabilidad por las consecuencias de la votación, incluído Boris Johnson, el principal candidato a convertirse en el próximo primer ministro. Johnson asegura que todo seguirá como antes, pero que el Reino Unido no se verá sometido a las leyes de la UE y podrá quedarse con los fondos que ha venido aportando al presupuesto europeo. La UE, en cambio, ha desmentido su reputación de lenta: cuenta con un plan y con gente dispuesta a suscribirlo.

Los tres días transcurridos desde la votación fueron suficientes para que Jean-Marc Ayrault y Frank-Walter Steinmeier, los ministros de Relaciones Exteriores de Francia y Alemania, respectivamente, produjeran un documento de nueve páginas con la propuesta de un camino post-Brexit para la UE. Es evidente que había más planificación de contingencia en París y Fráncfort que en Londres con respecto a la decisión del Reino Unido.

Las dos velocidades diferentes de la respuesta del Reino Unido y Europa podrían reflejar la relativa debilidad de la postura de la UE y la relativa fortaleza de la británica. Hasta que el Reino Unido recurra al artículo 50 del tratado de Lisboa para iniciar el proceso formal de salida, la UE es una estructura debilitada. Muchas de sus decisiones exigen la aprobación de todos sus miembros, y el Reino Unido tiene poder de veto sin ninguna de las responsabilidades que le son inherentes. Por lo que parece, Johnson está dispuesto a utilizar esto en momentos en que los gobernantes de la UE instan al Reino Unido a que proceda con rapidez a abrir conversaciones formales. Bruselas ya designó un jefe de negociaciones. Se trata de Didier Seeuws, un ex portavoz de Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga y uno de los más fervientes federalistas europeos. Pero no hay nada que negociar hasta que el Reino Unido tenga un nuevo pministro y ejecute la decisión del referéndum.

Independientemente de la situación británica, sin embargo, la UE puede fácilmente refundarse a sí misma como una unión más estrecha de países que comparten ideas similares. Esa parece ser la esencia del plan Steinmeier-Ayrault, que comienza por reconocer que el Brexit es un momento grave para la UE y una oportunidad de evitar que la corrosión debilite sus cimientos.“El caso británico es único. Pero también debemos reconocer que el apoyo y la pasión por nuestro proyecto se han debilitado durante la última década en partes de nuestras sociedades. Ni un mero llamamiento a más Europa ni un período de simple reflexión pueden ser una respuesta adecuada. Para impedir la creciente erosión de nuestro proyecto europeo debemos concentrarnos más en las cuestiones esenciales y en satisfacer las expectativas concretas de nuestros ciudadanos. Estamos convencidos de que éstos no objetan la existencia de la Unión sino la forma en que funciona. Nuestra misión es doble: tenemos que concentrar nuestro esfuerzo conjunto en aquellos desafíos que sólo puedan encararse con respuestas europeas comunes, dejando otros para las tomas de decisión nacionales o regionales y la variación. Debemos responder mejor en aquellas cuestiones en las que hemos decidido concentrarnos”.

Eso sugiere la voluntad de permitir una mayor concentración en algunos asuntos que los países de la UE pueden resolver mejor juntos. De todos modos, el contenido del plan de los ministros significa una invitación a avanzar hacia una federación. A aquellos miembros de la UE que no comparten ese objetivo se les dice que pueden permanecer al margen: el proyecto es solamente para quienes que lo deseen.

Ayrault y Steinmeier señalan tres áreas en las que Francia y Alemania seguirán un curso de acción conjunto: seguridad, frontera y política inmigratoria comunes y unión fiscal para los países del euro.

El documento habla de otorgar a la UE la capacidad de planificar y realizar operaciones militares mediante una “cadena de comando civil-militar permanente”. También se proyectan una fuerza naval de la UE y “capacidades de la UE en otras áreas clave”, así como un marco de inteligencia compartida dentro de la UE. Pese a que Francia y Alemania no han cumplido con su compromiso con la Organización del Tratado del Atlántico Norte de mantener el gasto militar por encima del 2 por ciento de su producción económica, muestran una sorprendente determinación de crear una costosa estructura defensiva paralela a la de la OTAN.

Los dos ministros proponen dotar a la Frontex, la agencia de fronteras de la UE, de personal permanente y el equipamiento necesario para operar como la fuerza de policía fronteriza común. También quieren adoptar leyes de inmigración y asilo comunes, comprendida una Ley de Inmigración Europea “que indique con claridad cuáles son las opciones legales cuando se trata del trabajo en Europa teniendo en cuenta las diferentes situaciones de los mercados laborales nacionales de la UE”.

Steinmeier y Ayrault dijeron que Francia y Alemania emprenderán una acción conjunta para convertir la zona del euro en una unión más estrecha, armonizando los esquemas de regulaciones, controles y tributación empresarial. El objetivo final es una unión fiscal que empezaría a “respaldar las inversiones en los estados miembros más afectados por la crisis” para 2018. Los ministros proponen que el Eurogrupo –en la actualidad un cónclave de ministros de Hacienda de la zona del euro que desarrolla decisiones políticas- tenga un presidente permanente, que respondería a un cuerpo legislativo especial compuesto por miembros de los parlamentos nacionales y europeo.

Todo eso implica un superestado con un parlamento electo y un gobierno con un amplio mandato económico y de seguridad. En momentos de erosión de la unidad, la propuesta no representa un modo realista de avanzar, excepto en que subraya que quienes no estén de acuerdo podrán optar por mantenerse al margen de esos planes de armado estatal.

Acerca de una política común sobre refugiados, la declaración dice que “de ser necesario, Alemania y Francia están dispuestas a actuar junto con un grupo de socios de ideas similares”. En cuanto a la unión fiscal, los dos países están dispuestos a iniciar acuerdos bilaterales a fin de dar ejemplos a otros.

Las propuestas no son un tímido llamamiento a la unidad en épocas difíciles. Son una exhortación a los socios de la UE a crecer y formar una verdadera unión como respuesta al abandono del proyecto europeo por parte del Reino Unido. El documento no sugiere abiertamente que los miembros fundadores de la UE seguirán ese curso de acción sin importar si los otros coinciden. No es una declaración de “quien no esté con nosotros está en contra de nosotros”. Sin embargo, dadas las circunstancias del momento en que aparece, indica una voluntad de seguir adelante como un grupo más pequeño, tal vez más chico que la UE-27.

En el caso del Brexit, la UE es la parte desairada. El dolor del abandono puede ser una fuerza constructiva, como lo sabe cualquiera que haya vivido un divorcio: puede fortalecer la resolución de tomar decisiones difíciles y dejar de ser comprensivo con los que impiden el avance. Si los gobiernos de Francia y Alemania tienen el valor de aplicar el plan de los dos ministros, el Brexit habrá contribuido al fortalecimiento de la UE. Es el momento de que países más pequeños y menos poderosos en el plano económico decidan si ése es el rumbo que deberían seguir, sacrificando más de su soberanía por la promesa de mayor apoyo económico de las economías más grandes.

Esta columna no refleja necesariamente la opinión de la junta editorial, la de Bloomberg LP ni la de sus dueños.

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