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La urgencia de subir impuestos a alimentos altos en azúcar, sodio y grasas: “Se podría recaudar en torno a los US$ 300 millones  por año, y se ahorraría, solamente en atenciones de salud, alrededor de US$ 80 millones» MERCADOS

La urgencia de subir impuestos a alimentos altos en azúcar, sodio y grasas: “Se podría recaudar en torno a los US$ 300 millones por año, y se ahorraría, solamente en atenciones de salud, alrededor de US$ 80 millones»

Iván Weissman S
Por : Iván Weissman S Editor El Mostrador Semanal
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Es el cálculo del economista Guillermo Paraje. Dice que debería ser algo urgente en la reforma tributaria que contempla el mandato de Sebastián Piñera. El académico de la UAI formó parte de la comisión del Gobierno anterior que descubrió que en Chile se pierden, anualmente, 290 mil años de vida por mala dieta y «que, si a esos años perdidos les sumamos los que se viven con discapacidad, se transforman en 349 mil años, que son alrededor de 17 mil muertes, mucho más que accidentes de tránsito, mucho más que tabaco”. El informe fue retirado del sitio de Hacienda a los dos días de asumir el nuevo Gobierno.


Guillermo Paraje es uno de los que más sabe de la economía de la salud en Chile. El economista y académico de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) fue miembro de la Comisión Asesora Presidencial para la Reforma del Sistema Privado de Aseguramiento de la Salud (2014) y, a fines del año pasado, fue parte de un grupo de economistas y expertos en salud pública que convocó el Gobierno de Michelle Bachelet para estudiar el impacto que tendría establecer y aplicar impuestos a los alimentos altos en nutrientes críticos como azúcar, sodio y grasas saturadas.

Estos son conocidos por tener sellos “altos en”, desde que se instaló en Chile la Ley de Etiquetado de Alimentos, en junio de 2016.

Paraje, que tiene un doctorado de la Universidad de Cambridge y se ha dedicado a investigar la economía de la salud (reforma de sistemas de salud, economía de las adicciones, etc.) y desarrollo económico, dice que los resultados a los que llegaron son contundentes.

En la comisión de la administración anterior trabajaron 5 profesionales: 3 economistas y 2 expertos en salud pública. Además de Paraje, estaban Claudio Agostini, Claudia Martínez y, por el lado nutricional, Camila Corbalán y Cristóbal Cuadrado.

El estudio fue publicado en la página web del Ministerio de Hacienda, pero a dos días de asumir el nuevo Gobierno ya no se encontraba disponible.

Para el economista de la UAI, aumentar los impuestos a los alimentos altos en azúcar, sodio y grasas debería ser una urgencia en la reforma tributaria que pretende implementar Piñera. “Se podría recaudar en torno a los 300 millones de dólares por año, y se ahorraría por año, solamente en atenciones de salud, alrededor de 80 millones de dólares, es decir, que uno tiene los dos componentes: que por un lado recauda y que, por otro lado, ahorra costos”, puntualiza.

“En Chile se pierden, anualmente, 290 mil años de vida para mala dieta, ya sea por obesidad, hipertensión, diabetes, infartos, enfermedades cardiovasculares. Hay una colección de enfermedades impresionantes que están asociadas al consumo de estos alimentos. Si a esos años perdidos les sumamos los que se viven con discapacidad, se transforman en 349 mil años de vida, al año Chile pierde eso, que son alrededor de 17 mil muertes, mucho más que accidentes de tránsito, mucho más que tabaco”, apunta.

Y agrega que eso no incluye «los costos de salud, que los pagamos todos, de Fonasa, y hay que pagar los tratamientos de las personas con enfermedades crónicas. Los costos asociados a esto son astronómicos”, recalca.

Dice que introducir impuestos a alimentos no saludables sería el complemento natural que tiene la ley de etiquetados, «donde uno le informa de una manera gráfica y fácil de entender. Sin porcentajes que la gente no entiende ni semáforos que confunden, se le informa a la gente qué alimentos tienen riesgos para su salud. Esta segunda parte viene a afectar el precio de esos alimentos, es decir, darle un empujoncito más a las personas para que sustituyan estos alimentos no saludables por otros saludables”.

Paraje señala que este tipo de impuestos, si están bien diseñados e incentivan a las empresas a reformularse, «la recaudación se cae, y está bien, y ese es el énfasis que se hace en salud pública, que estos elementos no son
herramientas fiscales, son herramientas de salud pública. Se implementan para bajar gastos”, indica.

Rechaza categóricamente que el impuesto golpee más a los pobres. “Se hacen las mismas críticas que al tabaco y al alcohol. La primera es que el impuesto es regresivo, es decir, que si uno impone esto, los que lo van a pagar más son proporcionalmente los pobres, y eso es falso. Como ejemplo, el 40% del consumo de azúcares libres viene de bebidas y aguas saborizadas, y tiene una demanda elástica, eso quiere decir que, cuando suben los precios, los consumidores tienen alternativas y buscan sustituirlas, y la alternativa es el agua. Chile tiene 100% de cobertura de agua potable, entonces la imposición sobre esos bienes no puede ser regresiva», afirma.

«La segunda crítica es que va a destruir empleos, y esa viene de manual, lo cual es falso también. Si la gente consume menos bebidas, la industria va a producir menos y va a haber menos trabajo, ese es el argumento, pero lo que se sabe a nivel internacional es que ese argumento es falaz, porque si yo antes gastaba mil pesos en un litro de bebida azucarada y ahora deseo no comprarlo porque subió el precio, esos mil pesos los gasto en otra cosa. Entonces, los empleos que potencialmente podrían perderse en esa industria, se generan en otras partes de la economía”, detalla.

Y va más allá. Paraje plantea que estos impuestos podrían generar empleos. «Gran parte de la industria de alimentos es capital intensiva, entonces, yo podría generar empleos netos en la economía si reduzco el consumo de bienes que son capital intensivos y genero bienes que son trabajo intensivo», sostiene.

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