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La final diseñada por Cruyff

El holandés afincado en Cataluña, el apóstol del juego ofensivo, es el referente del actual fútbol practicado por la «roja» y su influjo en el juego «oranje» permanece más allá de todas las variantes que ha sufrido.


El juego ofensivo desplegado a partir del balón, la libertad de movimientos de los jugadores, el fútbol de ataque, son las señas de identidad del fútbol de Holanda y España, las dos rivales de la final del Mundial de Sudáfrica, dos equipos inspirados en las enseñanzas de Johann Cruyff.

El holandés afincado en Cataluña, el apóstol del juego ofensivo, es el referente del actual fútbol practicado por la «roja» y su influjo en el juego «oranje» permanece más allá de todas las variantes que ha sufrido.

Vicente del Bosque ha sabido aprovechar la tendencia del juego «cruyffista» que comenzó su antecesor, Luis Aragonés, importado directamente del Barcelona por un puñado de jugadores criados en la Masía, el vivero de futbolistas ideado por Cruyff.

El Barcelona abrazó con convicción los principios del fútbol que impuso su entrenador entre 1988 y 1996 y, desde entonces, no los ha abandonado.

El primer equipo juega con esa filosofía y se nutre de elementos de una «cantera» que, desde muy niños, enseña a los jugadores el fútbol hilado y ofensivo ideado por el técnico holandés.

En la semifinal contra Alemania, hasta seis españoles se habían criado en la Masía, fieles creyentes en los principios de Cruyff, mientras que un octavo, Xabi Alonso, nunca ha ocultado la admiración que de niño profesaba a Pep Guardiola, un referente de la cantera blaugrana.

Entre medias, el club ha forjado su identidad de la mano de otros técnicos holandeses, Louis van Gaal y Frank Rijkaard, seguidores también de las teorías «cruyffistas».

El propio Del Bosque confesó tras desarbolar a Alemania (4-0) que no abjura de esos principios basados en un orden en el centro del campo que permita a los jugadores expresar su talento.

El influjo que al juego de España dan Puyol, Piqué, Xavi, Busquets, Iniesta y Pedro está directamente ligado a un tipo de fútbol que tiene mucho que ver con las ideas de Cruyff.

España quiere jugar como el Barcelona, que a su vez persigue el modelo del «dream team» blaugrana con el que el técnico holandés ganó cuatro ligas y una Copa de Europa a principios de los 90.

No en vano, el propio Cruyff ha asegurado que se siente más identificado con el juego de España que con el de ningún otro equipo de este Mundial.

Incluido el holandés, blanco de las críticas del técnico retirado, que ha considerado que se han echado en brazos del resultadismo en detrimento de la vía que él mismo había impuesto como jugador en los años 70.

Cruyff no ha sido clemente con el seleccionador holandés, Bert van Marwijk, el cual tampoco ha ocultado su preferencia por la victoria frente al juego preciosista.

«Si podemos ganar jugando un fútbol bonito, perfecto. Pero tenemos que ganar también partidos feos», aseguró el técnico. La receta, por el momento, le ha dado resultados, puesto que el equipo ha retornado a una final mundialista 32 años después de haber perdido la de Argentina contra los anfitriones.

En aquella cita no estaba Cruyff, que sí que había disputado la de cuatro años antes contra Alemania en Múnich, también con derrota de los «orange».

De aquellos años viene el estilo de juego característico de Holanda, personificado por Cruyff mejor que por ningún otro jugador, que además lo puso en práctica desde el banquillo años más tarde.

Por mucho que Van Marwijk haya querido matizarlo, los holandeses llevan ese fútbol en la sangre y se nota en su forma de jugar.

La «naranja mecánica» ha perdido algo de su pulpa pero conserva íntegro el zumo, el fútbol al más puro estilo «cruyffista».

Sobre el Soccer City de Johannesburgo se medirán dos equipos de gran talento formados entorno a una misma filosofía de juego encarnada por Cruyff.

«Asistimos a la victoria del fútbol ofensivo», aseguró Ruud Gullit. Como si el holandés afincado en Cataluña hubiera diseñado la final del Mundial de Sudáfrica.

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