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Vargas Llosa se suma al blanqueo de la guerra y ocupación de Irak

La visita del escritor y ex candidato a la presidencia de Perú, Mario Vargas Llosa -quien viajó junto a su hija fotógrafa- tiene como objetivo declarado dar testimonio de la reconstrucción del país. Pero, en realidad, el periplo forma parte del intento desesperado por hacer más presentable ante los ojos del mundo la invasión y ocupación de Irak.


Apoyado por España, este peculiar team de padre e hija se hará cargo de contrarrestar las críticas que enfrentan los países promotores de la invasión iraquí, al menos para el "mercado" hispanohablante. La idea es que alguna buena noticia salga de esta pluma brillante en medio de la seguidilla de los golpes que han minado la credibilidad de los organismos internacionales que respaldaron o permitieron la intervención armada.



Los Vargas se suman a otras personalidades que han visitado la zona para dar su testimonio. A la visita del Presidente Bush, el arribo a Irak de figuras populares pro invasión -como Tom Cruise, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger- ha sido continuo. En tanto, las denuncias sobre irregularidades e ilegalidades que se comenten a diario en territorio iraquí quedan relegadas a organismos periféricos y no aparecen en la agenda de las Naciones Unidas ni de las cortes internacionales. Los organismos internacionales permanece en silencio, como si nada hubiera sucedido. Ya no importan las armas químicas. Lo central es legitimar la intervención.



Mientras personajes como Vargas Llosa encuentran todas las facilidades para ingresar a Irak, existe una nutrida lista de escritores y periodistas que esperan desde meses que se les autorice a entrar al país de los dos ríos para recoger sus propias impresiones. Su espera es del todo infructuosa: están en la lista de "indeseables". El cerco sobre la prensa no comprometida con los gobiernos aliados es riguroso y ha tenido muy pocas excepciones, como la de Robert Fisk y un par de periodistas del periódico británico The Guardian.



Recientemente, a un escritor que intentó tramitar su visa para entrar a Irak, la dirección del medio de presa para el cual colaboraba le respondió con rudeza: "No escribiremos al consulado norteamericano para solicitar tu visa porque eso significaría entrar en algún tipo de concesiones". Ese es el ambiente generalizado que se vive en la mayoría de los medios del mundo.



Fuentes cercanas a los lugares de los hechos nos señalan que la cosa está más dura que en los tiempos de la dictadura de Sadam: "porque, evidentemente, la guerra recién ha comenzado por lo que el cerco a la prensa independiente se mantendrá: no quieren malas noticias de Irak".



Coto de caza



"Los dados están echados y da lo mismo que se encuentren las armas o no. Entre el absolutismo islámico -otra suerte de peligro "comunismo" que justifica la expansión estadounidense y europea en la zona- y los métodos de la administración Bush, prefiero quedarme con la pax americana, no hay donde perderse", nos dice un analista de origen israelí, fervoroso defensor del plan Bush para el Medio Oriente y partidario de la invasión. Según él: "hay que buscar a los terroristas en las zonas donde la probabilidad de que se encuentren es mayor. Esa es una buena estrategia".



Si esa es la estrategia, entonces la ocupación se prolongará un buen rato y se ampliará el "coto" de acción hasta la propia Guinea Bisau, pasando por Mauritania, Argelia, todo el Magreb, Egipto, la zona del Canal de Suez, el Golfo Pérsico, por supuesto Siria, Jordania, Irán, Pakistán e India, para terminar en los archipiélagos de Indonesia y Filipinas. Eso sí, a los diseñadores de los planes de inteligencias se les ha olvidado que los terroristas más eficientes y de mayor precisión han provenido de un aliado asiático: Japón.



En todo caso, la exclusión japonesa no es antojadiza. Simplemente, para el eje finanzas-armamentos-energéticos que está tras la cruzada anti terrorista, el territorio a limpiar y proteger coincide con sus intereses comerciales. Un escenario con estabilidad al límite, con bastante trabajo e inversiones por delante.



Cierre del círculo



El desastre aliado en Irak está pletórico de lecciones. Por eso el compacto mediático que se prepara con figuras como las que representa Vargas Llosa, resulta «tenebroso». Nos hace recordar al gobierno de la URSS cuando paseaba a escritores de todos el mundo por congresos, festivales y encuentros de arte y literatura internacionales para pregonar las maravillas del socialismo.



Es la guerra ideológica que no descansa, estampada en una nueva guerra fría que pocos quieren ver. Se observa nítidamente en Blair investido como el nuevo Churchill, por los EEUU. Incluso se puede constatar en Chile con declaraciones como las del escritor Jorge Edwards, quien aún con una rabia enconada contra el comunismo difunto, moteja a su colega Volodia Teitelboim de estalinista porque apoya a Cuba. También se ve en la presa que aprovecha cada ocasión propicia para señalar al estalinismo como el único referente de sistema totalitario.



Esta tendencia fue inaugurada por el secretario Donald Rumsfeld cuando declaró que Sadam y sus estatuas se juntarán con las de otros de dictadores como Lenin y Stalin. Alguien le pasó el dato que no mencionara ni a Kim Il Sung ni a Mao porque con sus herederos aún EEUU está negociando. De paso, también obvió a nuestros dictadores, los cuales fueron impuestos por administraciones republicanas como la de Bush. Es extraño que nadie se asombre con la repentina resurrección que han experimentado personajes del comunismo difunto, a raíz del tema de Irak.



La razón de fondo radica en que pese a su fuerza mediática, el argumento del peligro del fundamentalismo islámico como sistema totalitario no ha sido suficiente. Agregar que el comunismo ha sido la lección más clara de totalitarismo es más contundente. Uno se pregunta si las nuevas generaciones realmente están preocupadas de ese totalitarismo añejo que sus propios sustentadores, reconvertidos hoy a la social democracia, lo desdeñan con agresividad. Como un diputado socialista con un marcado pasado de ultra izquierda, que me dijo en una oportunidad con vehemencia, como para que quedara erradicada cualquier duda: "¡Nunca fui marxista!".



En búsqueda del eslabón perdido



En cualquier "formato" en que se encuentre a Sadam -acribillado, destruido por las bombas, codificado en clave ADN, acorralado, con margen para negociar- es impresentable e "inútil" para los aliados: nada ayudará a recuperar el índice de popularidad perdida de los tres jefes de Estado que se apresuraron en la invasión.



La credibilidad de la Administración Bush -a pesar de que su popularidad se mantiene por sobre el 50%- corre un grave riesgo. Así, al menos, lo reconoce su poll master y estratega Karl Rove, en un artículo aparecido el 12 de mayo pasado, en The New Yorker.



La credibilidad continúa siendo cuestionada fuera y dentro de los EEUU, a pesar de que la voz del New York Times se ha moderado y el resto de la prensa "mainstream" de los EEUU continúa siendo presionada por la Casa Blanca para mejorar la imagen de lo que sucede en Irak. Según algunas fuentes consultadas, encontrar a Sadam Husein sería un "proxy" de la ausencia de armas de destrucción masiva. El tema nuclear en Irán cumple el mismo papel de compensación.

Por efecto refractario, el intenso debate sobre la legitimidad de la invasión, creado en el parlamento británico, y sobre el posible fraude de información de las armas químicas, tiene efectos en el Partido Republicano y la administración Bush no está inmune al tema central de la legitimidad de la guerra, la credibilidad de las políticas llevadas a cabo, y la pertinencia de los que operan en el aparato estatal en EEUU. Karl Rove está consciente de este factor y con ese antecedente prepara la estrategia de la reelección.



En España, así como una vez el Presidente del PSOE, Rodríguez Zapatero -antes de la guerra- le advirtió a Aznar que: "la política exterior española no debía ser comandada por los designios del Congreso de los EEUU", ahora le toca el turno al Presidente Bush, pero a la inversa. Se le advierte que tome atención de lo que está sucediendo en el Reino Unido. Para apoyarse mutuamente, Blair es considerado, ahora, por los EEUU como el Churchill del presente por su apoyo a la estrategia de acción preventiva y que, a todas luces, fracasó en Irak.



La comparación no es tan lejana de la realidad. Churchill no fue un pacifista. Por el contrario, hay una suculenta bibliografía disponible en donde se expresa la belicosidad de un político militarista. Un híbrido de animal político, un arquetipo que se iría desarrollando con el tiempo y que tendría su máximo esplendor en los años 50. No es por una razón fortuita que el término «guerra fría» fue acuñado entre Roosevelt y Churchill con una participación más vehemente de éste último, cuando se hacía el pacto con Stalin para derrotar el eje alemán-ítalo-japonés.



Churchill es famoso con su frase: "si para derrotar al nazismo hay que hacer un pacto con el Diablo, entonces hay que hacerlo", en referencia al pacto con Stalin y el mundo comunista.



El término acuñado, en su génesis, por Churchill denota, principalmente, una guerra ideológica, la antesala o el reemplazo de la guerra total que era la confrontación nuclear entre los dos mundos: el libre de occidente y el totalitario del comunismo. Hoy, esa guerra ideológica empieza a caminar otra vez.



Hasta el senador demócrata por Massachussets John Kerry, quien apoyó la invasión y hoy es precandidato a la presidencia, reculó estratégicamente y, ahora, está fustigando a la administración republicana por no haber presentado argumentos convincentes que justificaran una guerra que ha sido tildada, mundialmente, como ilegitima.



Poker



Que la Casa Blanca continúe su obstinada cruzada por justificar la invasión y ocupación de Irak, la cual no tiene fecha de término, es sólo explicable en el plano de la búsqueda del objetivo de la acción que no es ni más ni menos que la cabeza de Husein.



EEUU puso a los jerarcas del régimen iraquí en un mazo de naipes hace más de dos meses, pero el «as de ases» no aparece. El poker se ha convertido en una obsesión que calza con el ambiente creado a nivel mundial por las expectativas construidas a través de los medios de comunicación. El punto es que pueda existir una negociación a espaldas del público para conseguir la entrega de Sadam y en el cual el simbolismo del juego de cartas se puede transformar en un nuevo bluf.



Fuentes cercanas a El Mostrador.cl en la zona de los hechos, señalan con la discreción y cautela que ha caracterizado el flujo de información, se debe a que "el gran dolor de cabeza es cómo hacer presentable ante la opinión pública estadounidense los diferentes escenarios en que podría reaparecer Sadam Husein".



Todavía no hay una decisión tomada de cómo presentarlo: si vivo o muerto. La posibilidad de encontrarlo entre los escombros de los primeros bombardeos se desvaneció: hay demasiados testigos iraquíes para desmentir esa posibilidad.



Lo que si se comenta -y que los medios acreditados se niegan a publicar por línea editorial- es que el gobierno de los EEUU sabe donde está Sadam, pero no se podría llegar hasta él porque está "protegido" de tal manera que el desastre sería de proporciones.



Sin embargo, como todo el fenómeno de esta guerra, esta situación está bajo un intenso proceso de negociaciones. "Nada de lo que aparece en la prensa es genuino. Es información altamente destilada para crear un clima previo al desenlace. En esto los medios están sincronizados, sin ponerse de acuerdo porque las fuentes información son filtradas y son muy pocas", nos dice un periodista apostado en la zona.



El cautivo de Bagdad



La hipótesis de que Sadam pueda estar en Irán, la que más se ha trabajado recientemente, presenta una situación de alto riesgo por lo complicado que sería una operación en ese país. Para otros, el ex líder iraquí podría estar en cualquier país donde EEUU tendría dificultades para actuar. Abanico bastante amplio que deja a Sadam Husein, de estar vivo, espacio suficiente para ocultarse más allá del Golfo Pérsico.



En el poker que se juega en la zona, incluso se ha mencionado a Malasia como refugio ideal para Sadam. El argumento es simple: EEUU no puede penetrar en un país que se ha opuesto enérgicamente a la invasión, que es altamente esquivo y que maneja códigos con los cuales la inteligencia de los EEUU tendrá más dificultad de las que tuvo en Irak.



Pero, al igual que ocurrió con Manuel Rodríguez, en el imaginario colectivo Sadam es ubicuo; está aquí y allá. Lo han visto manejando una camioneta en Bagdad, refugiado entre los beduinos nómadas, reorganizando la resistencia en las montañas e, incluso, en la lejana Indonesia, país que se ha convertido en la nación por antonomasia más anti-estadounidense.



Otro destino probable es Argelia. Posibilidad más remota por la fuerte conexión francesa que mantiene el régimen de Argel. Podría encontrarse hasta en las mismas zonas turbias y que son tierra de nadie de las fronteras entre Pakistán y Afganistán.



Las hipótesis más osadas plantean que podría estar protegido por el gobierno sudafricano, que se opuso tenazmente a la invasión con declaraciones del propio Mandela. En ninguno de los casos mencionados, Sadam va a ser entregado, y en todos se especula que hay negociaciones en curso desde hace semanas.



El tema central es cómo presentarlo ante el público. Muchos piensan que todas estas hipótesis son una artimaña distractiva y que Sadam está vivo en el propio Irak. Pero lo que es peor, es que Sadam está escondido en el alma de muchos más iraquíes de lo que podrían haber imaginado los aliados cuando planificaron la invasión.





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