Hacer filas -o cola como se conoce en Venezuela– se ha vuelto parte de la rutina, sea en el supermercado, en el banco, en el hospital.
Hay quienes lo ven como un mal menor, porque hacer la «cola» les garantiza conseguir alguno de los productos que escasean a lo largo del país.
Además, tras esperar horas, en alguno de los supermercados del Estado tienen acceso a los productos a su precio oficial y regulado por el gobierno, en lugar de comprarlos a un revendedor por varias veces ese valor.
Otros, sin embargo, creen que la eterna espera en las filas son un símbolo de la crisis económica que vive Venezuela, afectada por la alta inflación y la escasez.
El corresponsal de BBC Mundo en Caracas, Daniel Pardo, estuvo en tres «colas» distintas en busca de opiniones: en el Abasto Bicentenario Terrazas del Ávila, un supermercado del Estado, en el privado Central Madeirense y en el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME) de Los Ruices, donde la gente esperaba para sacar el pasaporte.
