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Golazos


El Congreso chileno debería, cada año, publicar un librito consignando las anécdotas pequeñas, las que no salen publicadas, para que así al menos no se pierdan.



Lo otro, es simplemente hacer el esfuerzo para recopilar esas historias mínimas, muchas veces ligeramente ridículas, que nos recuerdan que los parlamentarios no son más que cualquier vecino, aunque a veces algo peor.



Sería cuestión de revisar:
El diputado Rodolfo Seguel, abriéndose paso a codazos y empellones para acercarse a Pinochet a darle la mano y aparecer en televisión correctamente sumiso, oportunamente humilde, fotogénicamente dócil.



El legislador Moreira, atacando a empellones -por la espalda: detalle a registrar- a su colega Schaulsohn, cuando éste hablaba a la televisión, en un acto de matonaje callejero, pero ni siquiera completo: ataque a medias, agresión chilensis.



Las señoras Pérez y Ovalle, afanadas en una discusión de vecinas agrias, una suerte de conventilleo ligeramente chillón y como de gallinero.



Los ponderados Andrés Palma y Tomás Jocelyn-Holt (cada uno en su línea: el primero, un joven aseñorado; el segundo, un abuelo achiquillado) volando por la ruta 68, convencidos de poder ir hechos las velas porque andan en un auto con una calcomanía que dice «Diputado de la República» y después despotricando, insistiendo en que mostrarlos transgrediendo la ley era una campaña contra el Poder Legislativo.



Otra: Jaime Naranjo, hierático, serio y circunspecto, prometiendo que nunca iba a aprobar una ley de divorcio -por ser católico y, suponemos, deberle algo a la Iglesia- a pesar de confesar tras cartón que él es anulado y vuelto a casar, pero argumentando que su caso es especial, especialísimo y único, como si el de los demás chilenos que se separan no fuera igualmente único y especial.



Pues bien, hace algunas semanas, otra mínima historia nos brindó un grupo de legisladores. Un racimo de diputados formó una comisión para promover que el Mundial de Fútbol del año 2010 se realice conjuntamente entre Argentina y Chile.
La comisión la preside Naranjo, y la integran, entre otros, Alberto Espina, Julio Dittborn y algunos más. No nos sorprendamos si estos muchachones emprenden vuelo a Buenos Aires, un fin de semana, a ver las cosas «en terreno» y terminan haciéndose hinchas de Boca o River de tanto trabajar en el asunto.



Engordarán de tanto comer bife chorizo y de seguro deberán estar el torneo del 2002 de Corea y Japón por razones profesionales. Cuando el fatídico 2010 tengamos que ver ese Mundial por la tele, con la pelota rodando en tierra extranjera y remota, nos recordaremos de estos diputados con algo de gracia (por lo ridículos) y no poca rabia (por lo frescos).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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