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Chile y el cobre: la viga maestra


La ausencia de políticas país en el área del cobre ha provocado que el gran logro de la nacionalización se esté viendo amagado. Hoy el cobre ha vuelto ha ser controlado mayoritariamente por multinacionales extranjeras, que generan el 62% de la producción chilena, aportando anualmente al fisco a través de impuestos, alrededor de US$165 millones. Codelco con el 35% aporta 700 millones.



En los últimos doce años los ingresos provenientes del cobre han disminuido vertiginosamente. A fines de la década de los ’80 Codelco entregaba al Fisco alrededor de 2 mil millones de dólares al año, cifra tres veces superior a la de hoy, y hay que tener en cuenta que en la actualidad produce un tercio más.



Esta baja en los aportes se debe a la exigua cotización del mineral, que es inferior a la de hace una década. Y ello, a pesar de que el consumo mundial ha aumentado ostensiblemente, siendo el crecimiento de la demanda en la década pasada casi tres veces superior al de la década de los ’80.



Este favorable contexto, no se ha traducido en una mayor cotización del rojo mineral, debido a la sobreproducción generada desde Chile, que es lejos el mayor productor del mundo, al exportar dos terceras partes del cobre que se comercia internacionalmente. Sin considerar a Chile, el último cuarto de siglo la producción mundial creció 1,1 millones de ton., mientras que Chile, en igual periodo, incrementó su producción en 4,2 millones.



Esto demuestra que nuestro país es el único responsable del excesivo aumento de la producción de cobre a nivel mundial, la que se ha incrementado mucho más que la demanda, lo cual está en el origen de la merma en el precio del cobre.



Lo anterior tiene como lógico resultado, que hoy nuestro país perciba por este concepto mucho menos que hace 10 años, cuando producía la tercera parte de hoy.



Lo más lamentable de esta situación, es que la baja de precio provocado por la sobreproducción chilena, tiene graves consecuencias para nuestra economía. Entre otras, dejar sin empleo a varias decenas de miles de personas en el norte, que no se pueden dedicar a la pequeña minería del cobre dado que sus costos de producción son superiores al precio del metal rojo.



Peor aún resulta constatar que las empresas extranjeras que operan en nuestro suelo prácticamente no tributan, aprovechando la pasividad de nuestras instituciones, que permiten evadir y eludir impuestos a quienes usan figuras legales y artificios, como los precios de transferencia y la depreciación acelerada, para conseguir tales fines.



Resulta emblemático en este sentido, el caso de Disputada de las Condes, filial de Exxon, que en 22 años de funcionamiento nunca ha pagado un peso de impuesto, al declarar pérdidas en todos los ejercicios.



A pesar del magro precio del cobre, su importancia para Chile no ha disminuido. Codelco es la mayor empresa de cobre del mundo, y en los últimos 10 años ha aportado al Fisco más que el impuesto de primera categoría del conjunto de empresas privadas que operan en Chile, realidad que ubica a la cuprífera estatal, como la «viga maestra» de la economía.



A 30 años de la nacionalización, ratificada por la unanimidad del Congreso Nacional, es necesario volcar nuevamente las miradas a nuestra principal riqueza, reflexionar entorno al significado que tiene para Chile su abundante presencia y proyectar, en el contexto de una estrategia de desarrollo nacional, su papel en el desenvolvimiento económico y social de nuestro país.



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Jorge Lavandero Illanes es senador de la República.



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Otras opiniones sobre el tema:
¿Inesperada caída del precio del cobre o complicidad? por Orlando Caputo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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