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Teniente Ojeda fue torturado por sus captores entre 24 y 72 horas PAÍS

Teniente Ojeda fue torturado por sus captores entre 24 y 72 horas

Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador
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El exoficial venezolano estuvo todo ese lapso colgado desde las muñecas y en suspensión, lo que a la larga impide que la persona respire. Su cuerpo presentaba además una serie de hematomas en la parte baja de la espalda, compatibles con golpes en los riñores.


Corría abril del año pasado cuando “Dennis”, el líder de la banda de motochorros conocida como “El enjambre”, que operaba en Providencia, fue secuestrado por varios sujetos. No era la primera vez que el hombre, de nacionalidad venezolana, pasaba por dicho trance. Meses antes ya lo había secuestrado el mismo grupo, que encabezaba el que hoy es uno de los sujetos más buscados en el país y el continente: Walter Rodríguez, un sicario que dirigía una célula del Tren de Aragua (TDA) y que se hizo conocido en febrero de este año, después que la Fiscalía Regional Metropolitana Sur lo identificara como uno de los implicados en “la extracción” del exteniente del Ejército venezolano, Ronald Ojeda, desde su departamento en la comuna de Independencia.

Aunque lo habitual es que los secuestradores escondan a sus víctimas hasta que se produzca el pago de un rescate (de ser ese el objetivo que buscan), en este caso los delincuentes actuaron de un modo distinto, pues llevaron a “Dennis” por la Ruta 68, hasta un sector de la misma, ubicada en la comuna de Curacaví. Estacionaron a un costado del camino y, pistola en mano, obligaron al plagiado a descender. A empellones, lo condujeron hasta la boca de un tubo de alcantarillado que atraviesa la carretera y lo obligaron a mirar hacia dentro del mismo, con el fin de que observara los cadáveres en descomposición de otros tres venezolanos, que yacían ahí y cuyos cuerpos fueron encontrados por la PDI el 20 de abril del año pasado. Se trataba de tres víctimas de secuestros extorsivos, cuyos familiares no habían pagado los rescates solicitados o habían ofrecido menos.

–Eso es lo que te va a pasar si no pagas –le dijeron en medio de los insultos del caso, aludiendo no solo al rescate, sino también a la deuda que el sujeto mantenía con el grupo, dado que para poder operar en el sector donde actúa “El enjambre” (desde Plaza Italia hasta el metro Salvador, aproximadamente) debían cancelar una “vacuna” al TDA, es decir, una suerte de impuesto territorial, y “Dennis” se había atrasado en ello, como ya había sucedido antes.

Luego del macabro téngase presente, se lo llevaron hasta una de las casas de seguridad del grupo, donde comenzó la negociación con la hermana del líder de “El enjambre”, que vive en Venezuela, quien terminó pagando 120 millones de pesos por la libertad de su hermano. Este, una vez fuera del poder de sus captores, decidió emigrar de Chile. Dos de los implicados en su secuestro fueron aprehendidos por la PDI en noviembre del año pasado, en medio de un operativo relacionado con varios secuestros en Los Vilos.

Sin embargo, dichos secuestradores no fueron detenidos en la Región de Coquimbo o en la Metropolitana, sino en Concepción, donde llevaban –para sus vecinos– una apacible vida como dueños de un minimarket de barrio, el cual regentaban sin mayores problemas.

El grupo de secuestradores que dirigía Rodríguez, además de usar tácticas de intimidación muy brutales (como llevar a su cautivo a ver los cadáveres de otras personas asesinadas por ellos), era también extremadamente violento y así lo prueban otros dos hechos que han marcado la agenda de seguridad y política del país en los últimos meses: el robo con homicidio de dos agricultores en Malloa (Región de O’Higgins) y el asesinato del mayor de Carabineros Emmanuel Sánchez.

En el primer hecho, ocurrido el 27 de enero de este año (casi un mes antes del secuestro de Ojeda), dos de los cuatro imputados eran parte del grupo que dirigía Walter Rodríguez. En tanto, en el crimen del oficial de Carabineros abatido por el grupo de cobertura de un motochorro, en la comuna de Independencia, el 10 de abril pasado, uno de los sujetos que se encuentra en prisión preventiva (Josué Ramírez Oliveros) también formaba parte del mismo grupo, a tal punto que vivía en la toma Vicente Reyes, en el camino a Melipilla, el mismo lugar donde el exteniente Ojeda estuvo recluido y donde se le dio muerte.

El asesinato

“Dennis” no fue el único que decidió dejar Chile, sin embargo. Un mes antes del secuestro del exteniente Ojeda, según información corroborada por El Mostrador, la familia directa de Maikol Villegas, el otro miembro del TDA que está identificado como partícipe del secuestro del exmilitar venezolano, dejó Santiago y solo quedaron en Chile su hermana y el esposo de esta, quien posee una empresa de transportes, uno de cuyos autos fue utilizado en el crimen de Ojeda.

Por dicho motivo, fue “persona de interés” en la investigación, pero a estas alturas ya está descartada su participación en el hecho, pues se estableció que le prestó el móvil a su cuñado sin conocimiento del uso que este le daría.

También está ya descartado como sospechoso un joven conserje de nacionalidad venezolana, de quien existe una imagen del circuito cerrado de cámaras del edificio donde vivía Ojeda, grabando con su teléfono celular lo que parece ser el departamento de la víctima. No obstante, el empleado explicó que ante las denuncias por ruidos molestos (frecuentes en cualquier edificio) la instrucción que tenían los conserjes era grabar el departamento desde donde se emitían estos, a fin de posteriormente poder aplicar las multas correspondientes. En efecto, en su teléfono celular tenía varios videos semejantes grabados en distintos pisos.

Otro hecho en que se avanzó en la investigación del asesinato del exoficial es en lo relativo a la forma en que murió.

Según fuentes ligadas a la investigación, el exmilitar estuvo colgado desde las muñecas y en suspensión durante mucho tiempo. Esa posición –explicaron las mismas fuentes– dificulta el mecanismo de la respiración y finalmente termina por matar por asfixia a la víctima. De acuerdo con la estimación del Servicio Médico Legal (SML), Ojeda alcanzó a estar con vida entre 24 y 72 horas en poder de sus captores, lapso en el cual se estima que estuvo siempre colgado desde las muñecas, al tiempo que era torturado con golpes muy específicos y dirigidos al parecer a los riñones, como se desprende del hecho de que presentaba varios hematomas en la parte baja de la espalda.

La suspensión es una forma clásica de tortura por parte de varias policías secretas del mundo y, según fuentes de la disidencia venezolana en el exilio, es un mecanismo que usa fundamentalmente la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) de Venezuela, que se cree pudo estar involucrada en el plagio del exoficial, ya bien en forma directa o por medio de un “contrato” ofrecido en este caso al Tren de Aragua, sobre todo teniendo en cuenta la participación de Ojeda –a estas alturas, plenamente confirmada– en el intento de derrocar a Nicolás Maduro y que el 14 de diciembre culminó con la detención del excapitán venezolano Anyelo Heredia, aprehensión de la que Ronald Ojeda logró escapar, tras lo cual regresó a Chile.

 

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