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Un Parlamento «odioso»

Creo que las críticas del Presidente de la República a la oposición y su llamado a los electores a que le den «un Parlamento que colabore y no un Parlamento odioso que se opone a todo» constituyen más bien otro ejemplo inequívoco del intervencionismo electoral sin precedentes que han llevado a cabo las autoridades de gobierno.


Se equivoca el Presidente de la República. Lejos de haber constituido una oposición «odiosa, que se ha opuesto a todo», hemos dado muestras de ser una oposición constructiva. Hemos señalado una y mil veces que nos interesa que al país le vaya bien, porque eso significa que Chile y los chilenos están bien.



Está muy lejos de nuestro ánimo ser una oposición a ultranza, que procura por cualquier medio hacer fracasar al gobierno. Por el contrario, nos hemos empeñado en consolidar al Senado de la República como un lugar de encuentro, donde se conversen, estudien y acuerden los grandes temas de interés nacional.



Y así ha sido. Durante los gobiernos de Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos se han despachado asuntos de gran trascendencia, como acuerdos económicos, financieros, internacionales y de toda índole. Entre ellos se cuentan la reforma procesal penal y la de la los integrantes de la Corte Suprema.



Creo que las críticas del Presidente de la República a la oposición y su llamado a los electores a que le den «un Parlamento que colabore y no un Parlamento odioso que se opone a todo» constituyen más bien otro ejemplo inequívoco del intervencionismo electoral sin precedentes que han llevado a cabo las autoridades de gobierno.



Ministros de Estado, subsecretarios y directores de servicios han recorrido cada centímetro del país apoyando a los candidatos de la Concertación -como lo ha constatado la ciudadanía- en acciones ética y jurídicamente reñidas con las normas más elementales de prescindencia que deben tener tales autoridades en épocas de comicios.



Este es uno de los vicios típicos que se registran cuando determinadas coaliciones gobiernan por demasiado tiempo. Así sucedió en México con el PRI, y esperamos que en Chile no lleguemos con la Concertación a los extremos conocidos en el país azteca. Por eso consideramos tan importante el principio de alternancia en el poder, que permite a los electores comparar qué grupo o coalición política lo hace mejor al frente del gobierno.



Invitamos al Presidente y al gobierno a resolver los grandes temas que interesan a la población, que tiene conciencia que por mucho que le digan que «en el exterior nos ven muy bien como país», al interior la desocupación, el clima de inseguridad, la pobreza y los problemas de acceso a la salud y la educación, entre otros, se enseñorean de norte a sur en Chile.



Por eso, en vez de gastar cuantiosos recursos fiscales para apoyar a los candidatos de la Concertación, bien haría el gobierno en utilizarlos para mejorar la situación de los chilenos que se debaten angustiados en medio de la peor crisis que se ha conocido en mucho tiempo.



Por nuestra parte, estamos disponibles, como siempre, para construir el Chile que deseamos y que brinde verdaderas oportunidades de desarrollo y bienestar a todos.



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