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Elogio de la vejez

Desde esta humilde tribuna he defendido la necesidad de nuevos rostros, nuevas ideas y nuevos estilos de hacer política en la coalición de gobierno. Pero creo que es un profundo error creer que eso esconde un desprecio de la vejez, hoy tercera edad (expresión que no me gusta, pues sabe a matemáticas y pierde el sabor del castizo viejo, como se le dice al que se quiere y respeta de veras).


Han llegado los cambios dentro de la Concertación de Partidos por la Democracia. Tras el resultado de diciembre, el Presidente Ricardo Lagos ha tomado la decisión de realizar una profunda reforma de las autoridades regionales y provinciales. Junto con ello se presenta una nueva agenda que busca potenciar el crecimiento y la seguridad social.



La prensa destaca profundamente el hecho que los «viejos políticos» se van y llegan los jóvenes. Y ello se aplaude.



Por cierto, desde esta humilde tribuna he defendido la necesidad de nuevos rostros, nuevas ideas y nuevos estilos de hacer política en la coalición de gobierno. Pero creo que es un profundo error creer que eso esconde un desprecio de la vejez, hoy tercera edad (expresión que no me gusta, pues sabe a matemáticas y pierde el sabor del castizo viejo, como se le dice al que se quiere y respeta de veras).



Para algunos la vejez es estar pronto a la muerte. Es la pérdida de fuerza y vitalidad. El anciano vive de recuerdos y puede disfrutar cada vez menos de la vida.



Cicerón, en un bello opúsculo acerca de la senectud, ya trató este tema. Presenta bellamente la vejez, tras una vida bien vivida y rodeada de jóvenes que escuchan la voz fuerte del anciano, cargada de experiencia y sabiduría, como una extraordinaria etapa de la vida. El viejo que al término de sus días ha hecho de su vida algo digno de ser contado posee algo que un joven quizás no tendrá jamás. Ä„Finalmente todos queremos llegar a viejos!



Lo central que quiero destacar, en tiempos en que llegan las nuevas generaciones al gobierno -cosa que nos alegra- es la importancia central de la sabiduría y la experiencia sobre la falsa superioridad de la eficiencia del más rápido o laborioso.



Grandes patricios han prestado enormes servicios a la patria, alega Cicerón. Son servicios que todos debemos reconocer. Y aún más grande es el legado de los viejos que han dejado sucesores, que han creado instituciones y que han actuado con la sabiduría del campesino de edad avanzada que planta árboles para los que están por venir. Arboles que no darán frutos y sombras para ellos, sino para los descendientes que se dejan.



«Nada aducen quienes dicen que la vejez no se ocupa de los negocios, y esos tales se asemejan a los que afirman que el piloto nada hace en la navegación, ya que él se encuentra sentado reposadamente llevando el timón, cuando unos suben a los mástiles, otros van y vienen por los corredores y otros achican las aguas de la sentina. No hace lo que los jóvenes, pero realiza una labor mayor y mejor. Las cosas verdaderamente importantes no se realizan con fuerza, velocidad y aceleración de los movimientos del cuerpo, sino con reflexión, autoridad y juicio; y de esas cualidades no suele carecer la vejez, sino que las aumenta», aclara Cicerón.



Todo gobierno, toda comunidad y toda familia necesitan la sabiduría, autoridad y juicio del viejo.

Un dicho africano lo recuerda: «cuando un viejo se nos va, es una biblioteca entera la que se quema».



Queremos un Chile profundamente comunitario, es decir, diverso en la unidad. Un Chile intergeneracional para jóvenes y viejos, mujeres y hombres por igual.



Qué bien que entren jóvenes al gobierno, y ojalá que sean los mejores. Pero hagámoslo con el respeto que solo las canas dan.





* Abogado y cientista político, director ejecutivo del Centro de Estudios del Desarrollo (CED).



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