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Acuerdos gobierno-empresarios, la discusión pendiente

La clase empresarial debería comprometerse en superar algunas debilidades estructurales de Chile, como la falta de un sentido de comunidad nacional que interprete a todos los grupos sociales. En la globalización los conflictos internos han cedido frente a la necesidad de articulación interna.


El acuerdo al que parecen haber llegado el gobierno y los empresarios es de gran importancia para actuar coordinadamente frente al complejo escenario económico regional y mundial.



Chile compite con otros países
Chile, inserto plenamente en los circuitos internacionales, compite con muchos países para vender productos, captar inversiones o desarrollar y aplicar tecnologías. En la economía global, los países compiten actualmente con todo lo que tienen. En este escenario juega un rol central la estabilidad de su sistema económico, la legitimidad de su sistema político, la calidad de su sistema educacional, la equidad de su sistema social, la transparencia de su sistema impositivo, y la visión y capacidad de concertación de su clase dirigente.



La concertación público-privada es fundamental para competir en el mundo. Los países divididos interiormente tienen menos posibilidades de captar inversiones y ganar un espacio en la competencia global por la localización financiera, industrial y de servicios. Esto vale más aún si se trata de un país emergente, obligado permanentemente a dar pruebas de estabilidad y de un manejo prudente de su economía.



La relación gobierno-empresarios
Uno de los problemas de Chile en la última década ha sido el desencuentro entre el sector empresarial y los gobiernos de la Concertación. Paradojalmente este desencuentro ha tenido más bien un carácter ideológico que real, ya que la alianza de gobierno ha sostenido el modelo exportador y los empresarios han respaldado la política macroeconómica de estos gobiernos.



La superación de la desconfianza de los empresarios ante el gobierno actual en el tema tributario, la reforma de la salud o la reactivación económica deberían permitir comprender de manera unánime en la sociedad chilena que en el mundo actual los países solo pueden competir con éxito si poseen cohesión social, y este ámbito forma parte del consenso para poder competir.



Falta de un modelo de desarrollo
La búsqueda de consenso presupone en una democracia una discusión pública, y todo indica que Chile necesita avanzar en la definición de un modelo de desarrollo acorde a la era digital. Para nadie es un secreto que el país ya no capta inversiones como en la década anterior, y los sectores dinámicos de la economía de exportación (minero, forestal, pesquero y agroindustrial) ya no generan la atracción del capital extranjero para crecer a un 7 por ciento o a un 5 por ciento anual como el país necesitaría.



Un ejemplo negativo
Este debate es importante, pues cuando las clases dirigentes no reaccionan a los cambios, los países entran en fases de estancamiento e incluso de crisis, como en el caso argentino. En ese país, además de la corrupción, uno de los grandes problemas ha sido que su clase dirigente no pudo reconocer a tiempo cómo las tendencias de la globalización impactaban en la economía doméstica. Si bien se llevó a cabo un proceso de privatización, no se logró un manejo macroeconómico acertado ni construir una economía de exportación, y se mantuvo la concentración en los sectores con escaso potencial de crecimiento.



A la larga, esto significó el derrumbe de la industria nacional, que no pudo competir en la economía abierta, y la paralización de las actividades económicas como resultado de la fijación artificial de la moneda.



Un ejemplo positivo
Un caso de rápida reacción de la élite lo tenemos en Finlandia. Ante el desplome de la Unión Soviética y del bloque países socialistas, el país perdió sus mercados preferenciales de exportación. Finlandia se vió obligada a buscar un modelo de desarrollo para no entrar en un proceso de pauperización acelerada. En 1990 las importaciones doblaron las exportaciones y la cesantía llegó al 20 por ciento.



El país no estaba preparado para la competencia en el mercado global. En un consenso entre la clase política, la élite empresarial y los sindicatos, se apostó por la tecnología. Ahí está Nokia, su éxito mas visible, pero sólo en Espoo, la segunda ciudad de Finlandia, existen cientos de empresas de alta tecnología que generan empleo y riqueza.



Este proceso no fue fácil. Tuvieron que redefinir el gasto público, reducir prestaciones sociales e invertir en el sector tecnológico con una activa política de competitividad internacional. La fortaleza de Finlandia para competir con éxito en el mercado mundial está en su sistema educacional homogéneo y de carácter público, que fue la base del rápido crecimiento económico basado en el conocimiento y la educación.



Su sistema educacional está evaluado en el estudio Pisa como el mejor del mundo. Hace apenas una generación, Finlandia era un país agrario, y hace 10 años se encontraba ad portas de la mayor crisis de su historia. Sin embargo, logró con rapidez reorientarse y lograr un consenso en base a un proyecto nacional.



Carencias de Chile
En el caso de Chile, las condiciones para mejorar la competitividad de la economía van unidas al mejoramiento de los estándares sociales, ambientales y educacionales que ponga al país en concordancia con los que rigen en el mercado mundial, en la era de la sociedad de la información.



El esfuerzo interno
La recuperación del dinamismo de la economía chilena no es sólo un asunto del impulso exterior: se requiere una acción mancomunada entre sector público y privado. En este contexto, el Estado juega un rol insustituible como formulador de propuestas, por ejemplo, para una política adecuada de formación de capital humano.



Competitividad y protección social
La tarea del Estado es también estimular la participación de los privados, especialmente en el área de las nuevas tecnologías. No cabe duda que la economía del conocimiento necesita flexibilidad para competir con éxito, y requiere de un mercado de trabajo desregulado pero con protección social, para que la medicina no sea peor que la enfermedad.



La experiencia de EEUU después del estallido de la burbuja financiera en el sector electrónico demuestra que son más importantes los contratos de trabajo con prestaciones sociales que poseer acciones cuyo valor puede ser muy efímero.



Nuevas empresas
Junto con ayudar a dinamizar el mercado con políticas reguladoras transparentes, el Estado puede estimular la creación de nuevas empresas facilitando el acceso al crédito, en particular a las Pymes, y eliminando trabas burocráticas, tema central de la agenda Pro Crecimiento.



Rol clave de la educación
Pero sobre todo debe haber recursos para el sistema educacional para estimular habilidades como creatividad, comunicación, conocimiento de las matemáticas, hábito de lectura, idiomas, internacionalidad, uso de nuevas tecnologías, aprendizaje constante y fórmulas de recalificación profesional.



Alianza con la élite científica
Los países exitosos en la economía globalizada han generado una alianza del Estado con el segmento científico-técnico. Esto significa en la práctica mayores inversiones públicas en las tecnologías de información y más dinero para investigación, desarrollo y fomento a la investigación estratégica, especialmente en las tecnologías de ensamblaje y en los servicios basados en conocimientos.



Los instrumentos existentes
Chile puede mejorar la relación entre investigación, desarrollo y comercialización de productos. Para esto cuenta con buenas universidades e instituciones con larga experiencia como la Fundación Chile, Corfo y ProChile, y puede acelerar el cambio estructural mediante la combinación entre ciencia, investigación, capital de riesgo, y servicios al empresario.



La agenda social
El país tiene también, sin embargo, una ineludible agenda social. Está en carpeta la reforma del sistema de salud en uno solidario y de ayuda a los perdedores de la globalización.



El acceso a servicios modernos para todos los sectores es una meta que debe alcanzarse rápidamente, entre otras cosas para que no se transforme en un factor de desestabilización de la sociedad.



La descentralización
La descentralización y el desarrollo regional es también un tema relevante, inexplicablemente postergado en la agenda gubernamental. Son las regiones las que se vinculan directamente con el mercado globalizado, y debe haber políticas de estímulo a la descentralización que fortalezcan las provincias. De esta manera se puede frenar el éxodo de profesionales y emprendedores a la capital que buscan oportunidades no siempre presentes en su región de origen.



Compromiso empresarial
Por otro lado, la clase empresarial debería comprometerse en superar algunas debilidades estructurales de Chile, como la falta de un sentido de comunidad nacional que interprete a todos los grupos sociales. En la globalización los conflictos internos han cedido frente a la necesidad de articulación interna.



La falta de conciencia que la cohesión social es básica para la competitividad (y para negociar soluciones a largo plazo para problemas complejos de la economía de exportación como el manejo sustentable de los recursos naturales) genera fría indiferencia frente a las desigualdades. Esto se refleja de manera brutal en el sistema educacional.



Problemas estructurales en la educación
Un país pequeño debe lograr que todos sus estudiantes alcancen un alto nivel educacional, no sólo los de los segmentos de mayores recursos económicos. De lo contrario, se detiene un enorme potencial de crecimiento.



Las diferencias culturales y la falta de niveles de enseñanza común para todos los jóvenes es, quizás, la debilidad estratégica de Chile para enfrentar la era digital. Existe una diferencia abismante en la calidad de la educación a causa del origen social. Esto genera un país dividido, pues las posibilidades que ofrece la educación se miden en función del ingreso de los padres. Se restringe así enormemente la dinámica de la movilidad social.



El país debería establecer servicios de apoyo especiales para ninos de hogares pobres para que las desventajas producto del origen social no se perpetúen, y sean efectivamente superadas por el acceso a la educación. Los países escandinavos ofrecen modelos interesantes, entre cuyos ejemplos se cuenta el apoyo a los hijos de los inmigrantes.





Falta de solidaridad y discriminación social
Chile ha superado en gran parte las diferencias dolorosas del pasado. Sin embargo, falta aún una cultura de diálogo, de confianza y de solidaridad entre las personas y los grupos sociales.



Además, existe un déficit en la incorporación plena de la mujer a la vida económica y social. Este atraso cultural y social impide doblar el potencial productivo, especialmente grave para un país de escasa población relativa.



Falta de una cultura plural
A pesar de una década de apertura política, todavía falta aceptación de la diversidad, por ejemplo, en lo valórico, o en el respeto a las minorías. Esto se refleja en un conservadurismo y un pesimismo que bloquea a la sociedad para discutir productivamente (más allá de la necesaria estabilidad macroeconómica) y con mayor certeza hacia dónde ir, en un cuadro internacional complejo que exige a la vez soluciones prudentes pero imaginativas.



El freno cultural impide soltar las amarras a un debate para avanzar en una visión de un proyecto nacional de desarrollo en el contexto de la globalización. Esta debilidad cultural explica también que el país se mantenga detenido en el supuesto unilateral que sólo las fuerzas del mercado resolverán sus problemas, sin el concurso de un Estado y una sociedad civil muy activa.



Fortalezas de Chile
Chile cuenta, sin embargo, con fortalezas comparativas sobresalientes en la región y en el marco de los países emergentes. Entre estas fortalezas destacan escasa corrupción, una élite calificada, un presidente de prestigio internacional, un amplio núcleo empresarial con experiencia en el negocio exportador, una homogenidad étnica, problemas sociales manejables y paz social.



El país dispone también de un consenso sobre el modelo exportador, mano de obra disciplinada, sindicatos responsables, y ha logrado erradicar la violencia política, lo que constituye un logro notable. Finalmente, está considerado en los parámetros internacionales como un país seguro respecto a la criminalidad.



Todos estos elementos permiten suponer un rol responsable y activo de todos los actores nacionales para evitar que las dificultades que provienen de la región afecten la estabilidad de Chile. En este cuadro, el acuerdo gobierno-empresarios constituye un hito muy relevante y llega en el momento adecuado.



* Doctor en Economía y Ciencias Sociales de la Universidad Libre de Berlin.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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