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El desconcierto de la Concertación

Los tiempos políticos que se avecinan no serán nada fáciles, porque si es cierto que la Concertación está agotada y terminada, debe gobernar hasta marzo de 2006, cuando asuma un nuevo Presidente de la República.


Gran revuelo causaron las declaraciones del presidente de la Democracia Cristiana, quien señaló que la Concertación era un pacto político agotado y que estaba terminada.



Fue incluso más allá: señaló que la coalición de gobierno no tenía un proyecto de país y que lo único que la ha mantenido últimamente era el afán de poder y de cargos públicos.



En verdad el timonel DC no ha dicho nada nuevo y que nosotros no hubiéramos manifestado anteriormente, pero la verdadera connotación de estas declaraciones es que provienen de un actor importante del interior de la Concertación, y reconocen una realidad que la ciudadanía puede apreciar a simple vista. Por eso son inútiles los desmentidos que se empiezan a escuchar de otros dirigentes que buscan mantener el pacto oficialista.



La descomposición interna de la Concertación ocurre desde hace algún tiempo, y se manifiesta en la frustración de sus electores, en la desconfianza y apatía de un gran sector ciudadano respecto de la actividad política, en peleas al interior de la coalición que han llegado a límites increíbles, y en la descomposición ética del quehacer gubernamental evidenciado en el conocimiento casi a diario de un nuevo escándalo.



La situación descrita ha llevado a la Concertación a un serio desgaste, y deben ceder ante la irrupción de la corriente de oposición de centroderecha. Como simples ejemplos valgan los resultados de las últimas elecciones estudiantiles, en las cuales las listas acordes a la Alianza por Chile no solo recuperaron la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Santiago, sino también ganaron la Federación de Estudiantes de la Universidad de Valparaíso y tuvieron un avance espectacular en los recuentos de votos de la Universidad de Playa Ancha, estas dos últimas históricamente en manos de fuerzas de izquierda y de la Concertación.



Con estos resultados se hace carne el principio democrático de alternancia en el poder, el mismo que reclamamos para el gobierno central del país.



Los tiempos políticos que se avecinan no serán nada fáciles, porque si es cierto que la Concertación está agotada y terminada, debe gobernar hasta marzo de 2006, cuando asuma un nuevo Presidente de la República. En el intertanto, debemos estar atentos para evitar que Chile se desmorone por las peleas internas de la coalición de gobierno y para apoyar constructivamente todas las iniciativas que efectivamente traigan beneficios al país, sin que ello implique blanquear los graves hechos acaecidos.



Paralelamente, debemos prepararnos para ser gobierno al menos por dos períodos, para dar el impulso que requerimos como nación con el fin de alcanzar los niveles de desarrollo que estuvimos a punto de lograr hace pocos años, y que se esfumaron por obra y gracia de sucesivos gobiernos de una Concertación que hoy, luego de tres períodos presidenciales, tiene un país más empobrecido y con una coalición gobernante que, como lo reconocen algunos de sus propios dirigentes, se encuentra agotada y terminada.



El desconcierto que se aprecia al interior de la Concertación no es más que el reflejo de la realidad.



* Senador, Quinta Región (Cordillera), Renovación Nacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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