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2003: El optimismo de la voluntad


Aunque con un poco de retraso: Ä„Feliz año nuevo! para los lectores de El Mostrador.cl. Se dio vuelta una foja de nuestras vidas, en esta especie de cumpleaños colectivo que los occidentales tenemos cada 31 de diciembre.



Las noticias y los temas de interés no han variado en los substancial respecto del año recién pasado, aunque ya los veamos como hechos del recuerdo, por el simple factor formal que el tiempo tiene.



¿Qué de nuevo nos aporta este comienzo de año? Pues ni más ni menos que la posibilidad de una guerra en el Golfo Pérsico, concretamente en territorio de Irak, lo que va a tener no solo efectos brutales en la población de ese país, sino en el mundo entero. Ya comienza a hacerse sentir en nuestro suelo el alza de los combustibles y, seguramente, se acompañará de una artificial alza del dólar, cuya paridad depende cada vez menos de los datos reales de la economía de los EEUU y cada vez más de las medidas políticas que siembran temor en las bolsas mundiales, en los gobiernos y en los grandes grupos financieros que no participan del negocio de la guerra.



Eso parece ser, el negocio de la guerra y sus posibles resultados. No parece tolerable que la unipolaridad del equilibrio planetario consienta a una potencia, más bien a un gobierno, disponer del conjunto de los recursos planetarios para ponerlos, por voluntad o por fuerza, al servicio de sus propios diseños.



Más aún, se ha pasado de la guerra contra el terrorismo a un propio terrorismo toda vez que se pasa por alto las resoluciones de las Naciones Unidas y la presencia de los inspectores en territorio iraquí. De la guerra contra Al Qaeda a Saddam Hussein y contra quién se les ocurra.



Nosotros sabemos las limitaciones que tiene un país como el nuestro y un gobierno como el que lo dirige, pero a todas luces parece tonto hacerse cómplices de una política de facto, cuando había sido la misma ministra de Relaciones Exteriores de Chile quien insistió hasta el cansancio en la necesidad de usar la vía multilateral para enfrentar el conflicto USA-Irak, que cada vez parece más una pelea Bush-Saddam.



Desgraciadamente, esa parece ser la novedad que nos aporta este año 2003.



No es posible hacer como que no se entiende. Aquí hay un envenenamiento de la opinión mundial, pasando de una justa lucha contra el terrorismo al tema de las relaciones con Irak que, casualmente, representa la mayor reserva mundial de petróleo del mundo. Nos están arrastrando al riesgo de un enfrentamiento absurdo con todo el resto del mundo árabe y el complejo panorama mundial del Islam.



La otra novedad es la toma de posesión de Lula en la presidencia de Brasil y nada puede alegrarnos más. Tiene las espaldas suficientemente anchas como para ser un líder latinoamericano que nos ayude a salir de este empantanamiento en que se encuentran nuestros países cuando de discrepar con los grandes se trata. Pocas veces he encontrado una coyuntura que se ajuste más a una frase de Gramsci, dicha en épocas de grandes dificultades: «al pesimismo de la razón hay que oponer el optimismo de la voluntad».



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