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Cuatro Veces «No»


La atención que ha despertado el caso Spiniak en el último mes y medio, ha permitido ocultar ante la opinión pública varias situaciones que han estado afectando al gobierno y que, en definitiva, tendrán consecuencias tarde o temprano para todos los chilenos.



Si sumamos al menos tres o cuatro de esos hechos, no obstante su bajo perfil en los medios de comunicación, es evidente que la Concertación ha terminado por arrinconar al Presidente Ricardo Lagos, abandonándolo precisamente cuando más necesitaba de su colaboración, para sacar adelante materias que son fundamentales para su gobierno.



Desde luego, lo ocurrido con los proyectos legislativos para enfrentar los temas pendientes en Derechos Humanos, y que fueron fruto de una extensa ronda de reuniones del Presidente con todos los sectores políticos, incluidas las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos, debió colmar la paciencia de Su Excelencia. Y no es para menos. Después de conformar una comisión que trabajó seriamente en la elaboración de esas propuestas, orientadas principalmente a consolidar la paz y a develar la verdad, los parlamentarios oficialistas, por distintas razones, obstruyeron su tramitación en el Congreso, debiendo postergarse su discusión para «más adelante».



En un área de tanta sensibilidad para la convivencia nacional y para cientos de familias de víctimas de la violencia política, la mayoría anónimas y sin la tribuna pública para protestar, la Concertación ha privilegiado sus propios intereses electorales, por sobre la posibilidad de que el Presidente Lagos se alzara como el gran gestor de una reforma que permitiría, si no cerrar del todo las heridas, avanzar hacia la plena reconciliación.



El ambiente de desobediencia no se agota ahí. El gobierno ya va en su tercer intento, en menos de 60 días, por reformar el sistema de licencias médicas que, tal como ha funcionado hasta ahora, admite un uso irracional y abusivo de ese beneficio legal, con un costo para Chile de miles de millones de pesos al año. Los parlamentarios concertacionistas han optando, nuevamente, por mantener a toda costa sus posiciones, fundadas en un irresponsable sentido de lo «popular», aunque ello implique negarle la colaboración al gobierno para resolver un problema grave.



Pero el Presidente no se doblega. Dispuso el envío al Parlamento del proyecto de flexibilización laboral, una aspiración de miles de chilenos cesantes, especialmente mujeres y jóvenes que no han podido insertarse aún en el mundo del trabajo, por la rigidez de los contratos establecidos en la ley; y por la discrecionalidad con la que se autorizan jornadas parciales o extraordinarias. Tanto en Chile como en el resto del mundo hay consenso respecto a que la flexibilidad laboral constituye una de las claves para el crecimiento económico y, más importante aún, para la superación de la pobreza. Sin embargo, como titulaba un diario hace unos días, el gobierno no ha logrado disciplinar a su coalición y la discusión de la reforma ha sido postergada también para mayo.



La guinda de la torta ha sido el espectáculo de esta semana. Mientras el Ministro de Hacienda explicaba a los parlamentarios que el reajuste salarial de 2,2% para los trabajadores del sector público, había sido calculado sobre la base de las estimaciones del crecimiento económico y era levemente por sobre la inflación proyectada, las huestes oficialistas, animadas por una concurrida y bulliciosa tribuna liderada por dirigentes de la ANEF, se oponían a esa cifra y aprobaban un alza de 2,7%. Si bien el 0,5% de diferencia aparentemente es una cifra menor, en los hechos le costará al país 10 mil millones de pesos adicionales.



Con este panorama, en el que paradójicamente la oposición más dura al gobierno está representada por sus propios dirigentes, podemos imaginarnos, desde ya, lo que puede ocurrir el 2004. El próximo será un año electoral y, de acuerdo al patrón de comportamiento que hemos estado observando, lo más probable es que las demandas de protagonismo al interior de la Concertación y la tendencia a sobreponer el cálculo electoral por sobre cualquier otra consideración para adoptar posiciones, harán la vida imposible al Presidente y a sus pacientes Ministros.



Hay, evidentemente, una desproporción entre la popularidad que mantiene el Presidente Lagos en las encuestas de opinión y el reconocimiento de su liderazgo entre los partidos que forman parte de su gobierno. La armonía que ha intentado proyectar la Concertación en las últimas semanas, es sólo eso, un intento por aparecer como buenos amigos, leales y colaboradores, pero en la práctica no hay ni lealtad ni menos colaboración. El plan de permanente rebeldía, puede ser un síntoma del estado de ánimo político por el que transitan sus dirigentes, enfrentados a lo que ellos – y una mayoría ciudadana – estiman será el último gobierno de la Concertación.



* Diputado de la UDI



pmeleroa@hotmail.com

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