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Allende, la fuerza de las ideas


«Â…el hombre del siglo XXI debe ser un hombre con una concepción distinta, con otra escala de valores, un hombre que no sea movido esencial y fundamentalmente por el dinero, un hombre que piense que existe para la fortuna una medida distinta, en la cual la inteligencia sea la gran fuerza creadora». Salvador Allende Gossens.



1.- Anticipando el comienzo de las actividades preparatorias de la conmemoración del centenario del natalicio del Presidente Salvador Allende (junio 2007-junio 2008) las y los «Socialistas de izquierda, socialistas como Allende», reunidos en jornada de reflexión política ratificamos nuestra lealtad incondicional a la herencia política y moral del Presidente Allende y a los principios históricos del Partido Socialista de Chile, en cuanto constituyen la expresión política de los y las trabajadores manuales e intelectuales que aspiramos a una sociedad socialista.



2.- Defendemos su carácter de partido de izquierda, popular, autónomo, democrático, latinoamericanista y revolucionario. Adherimos a los principios del marxismo crítico, como método de interpretación de la realidad histórica, económica y social, enriquecido y rectificado por la lucha libertaria de los pueblos, el desarrollo de la cultura, el avance de la ciencia y el devenir social, como nos lo legaran nuestros fundadores.



3.- Impulsamos la construcción democrática de mayorías sociales y electorales que hagan posible el proyecto de transformación profunda, en justicia e igualdad social, que encarna nuestro partido, orientado a establecer en Chile y en América Latina la construcción del socialismo, como superación de la pobreza, la ignorancia , la explotación y las desigualdades que genera el capitalismo globalizado y el neoliberalismo. El socialismo se construirá como un proceso sustentado en los cimientos de los valores plurales del humanismo socialista, de una democracia participativa y protagónica, en el respeto de los derechos humanos, económicos y sociales, en el marco de una economía social y solidaria, y de una ciudadanía plural en el conocimiento.



4.- Mantenemos en alto las banderas históricas del antiimperialismo. Condenamos toda forma de neo-imperialismo, del terrorismo tecnológico, del militarismo expansionista, del extremismo ideológico ultraconservador, que amenaza la paz, la libertad y la integración solidaria de los pueblos. Se trata de un imperialismo contrario al derecho internacional, a la autodeterminación y libertad de los pueblos, a la autonomía de los organismos multilaterales, a los tratados internacionales de control nuclear, medioambiental, al juicio universal a los crímenes y criminales de guerra.



5.- Solidarizamos con los pueblos y movimientos sociales que luchan en contra del colonialismo, por su independencia y autodeterminación. Nos declaramos partidarios de nuevas instituciones multilaterales reconstituidas en los principios de un derecho solidario, la justicia internacional, y en el reconocimiento de las nuevas doctrinas democráticas. Nos declaramos parte del movimiento planetario de mujeres y hombres libres que aspira a una transformación sistémica que asegure la paz, la justicia social y económica, el comercio justo, entre países, naciones y seres humanos y los valores de la solidaridad, la diversidad, la tolerancia, la pluralidad y la integración.



6.- Respaldamos y solidarizamos activamente con los nuevos procesos revolucionarios en nuestra América Latina en vía al socialismo, que encabezan Venezuela, Bolivia y continúa en otros países como Nicaragua y Ecuador, y que acompañan a la Cuba heroica, socialista y de mujeres y hombres libres. Se trata de proyectos fundados en sus realidades nacionales, conducidos por sus propios movimientos sociales y políticos y que nos parecen inspirados en las concepciones de transformación democrática, de mayorías populares y electorales, y de construcción desde la base de poder popular, propuestas para Chile por Salvador Allende. Tres décadas después, la historia revolucionaria de América Latina le hace justicia a la herencia política de Salvador Allende.



Esta nueva realidad social y política alienta la integración bolivariana de los pueblos. No es la integración hegemónica de la uniformidad impuesta por el discurso del neoliberalismo transfinanciero bajo la hegemonía política y militar de los Estados Unidos y defendida en Chile por la derecha pinochetista y los liberales de la Concertación y la Cancillería chilena. Por el contrario, se trata de la nueva integración de pueblos en el ideal bolivariano, como un signo concreto de la re-escenificación en el continente de la dignidad y alteridad de los principios de igualdad, solidaridad en la vida, justicia social, reparación histórica, libertad. Ideas poderosas que alientan el proyecto de autodeterminación, independencia cultural y política, e integración latinoamericana.



7.- El proceso de reconstrucción democrática bolivariana está fundado en cimientos de nuevas Constituciones Republicanas, generadas por Asambleas Constituyentes, sustentadas en las voces de quienes fueron históricamente excluidos por sus oligarquías nacionales. Muy diferente a lo ocurrido en Chile, donde, inspirados en las «reformas de los cuñados», el gobierno liberal de Ricardo Lagos se esmeró por cambiarle el color del barniz a la Constitución ilegítima de 1980. Esa cosmética mantuvo intacto sus fundamentos autoritarios y neoliberales, una institucionalidad oligárquica y antidemocrática. Este hecho terminó por reforzar la alianza entre el antiguo civilismo pinochetista con una nueva clase política cooptada por el mundo de los negocios, abandonada a la adoración tardía de las ideas liberales. Es el abandono al proyecto de reconstrucción de una República decente, necesaria, entonces, a la salvaguarda de intereses oligárquicos, el modelo económico neoliberal, el saqueo al Estado chileno, la impunidad por los crímenes de la dictadura, y la protección de los intereses del hegemonismo transfinanciero.



8.- Llegó la hora, de la necesidad impostergable, de convocar al conjunto del pueblo, en una reconstruida unidad de las fuerzas verdaderamente democráticas, a construir Constituyentes democráticas, Comuna por Comuna, para generar desde la base social, una Asamblea Constituyente que nos dote de una Constitución representativa y legítima. No sabemos cuan larga y difícil puede ser esta lucha, pero es la única forma de terminar con el actual régimen jurídico institucional que ampara la exclusión, privilegios y corrupciones. La decadencia del pacto de gobernabilidad del civilismo pos-pinochetista y los sectores liberales de la Concertación son un freno al desarrollo democrático del pueblo chileno y a su bienestar.



9.- Esto hace imperativo recuperar el partido para los socialistas. Es más necesario que nunca, en el Chile de hoy un Partido Socialista desde su identidad de partido de la transformación social. No podrá haber transición en Chile si el Partido Socialista no asume un protagonismo de nuevo tipo en la construcción de una República verdaderamente democrática. Un Partido Socialista que inspire y conduzca alianzas cada vez más amplias hacia el mundo popular, que permitan terminar la herencia pinochetista intervenir y superar, en su especificidad, el modelo capitalista del pos-pinochetismo, así como sus instituciones y privilegios transferidos e impuestos como condiciones de vida y de ciudadanía económica y social a todos los chilenos.



10.- Conscientes, que estamos ante un desafío histórico, que exige a los militantes socialistas una generosa y amplia voluntad unitaria, Los «Socialistas de izquierda, socialistas como Allende», nos declaramos disponibles para fortalecer las iniciativas de convergencia unitaria, de manera inmediata, desde la base, en todo el país, de manera participativa y protagónica, en el respeto a la democracia partidaria de los socialistas chilenos, sin afanes caudillistas. Invitamos a todos los socialistas que, cómo nosotros, creemos en los principios históricos de nuestro partido y en la herencia política y moral del Presidente Allende a unirnos en una sola voz, en una sola idea, en una sola fuerza, capaz de recuperar el partido y reinstalar en la sociedad chilena su proyecto de transformación histórica. Esta es la razón más importante y significativa de la vigencia del Partido Socialista.



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Carlos Moya Ureta, Ex -Vicepresidente del Partido Socialista

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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