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La verdadera integración entre Estados hermanos


Qué duda cabe que el artículo escrito seis meses atrás por nuestro actual flamante Canciller generó un malestar enorme en la clase política argentina, particularmente, en el Partido Justicialista ya que estaba en el centro de las críticas del entonces académico Walker. Sin embargo, la reciente declaración de los legisladores trasandinos se amplia a otras colectividades del Senado. Varios argentinos piensan que la reacción de los políticos argentinos ha sido desproporcionada a la sola redacción de una columna de opinión personal. Que lo que ocurriría es que gatilla molestias a la conciencia, al cuestionar las propias raíces sobre la forma de hacer política en Argentina.



Muchos otros, tal vez la gran mayoría de los peronistas, probablemente, sienten gran enfado porque consideran injustas las críticas de Walker, ya que sienten que sus conductas políticas han sido las pertinentes y apropiadas, y que en el peor de los casos no se entienden desde «fuera de la caja». En cualquier situación, se concatenaron un conjunto de fuertes emociones negativas que derivaron en el asomar de las pancartas de los unos y los otros a cada lado de la Cordillera de los Andes.



Personalmente no tengo los elementos suficientes para evaluar si el académico Walker tenía o no tenía razón para cuestionar la forma de hacer política de los argentinos, ni tampoco sería capaz de medir el efecto de la institucionalidad política sobre la historia del desarrollo argentino de los últimos 100 años. Sin embargo sí puedo observar un fenómeno social y comunicacional tremendamente interesante para el proceso de integración entre Chile y Argentina, del cual tenemos que sacar provecho.



Este tema de la hermandad de nuestros pueblos se posicionó en pocos días en el ámbito de diplomáticos, políticos e intelectuales en ambos lados de la frontera. Entre quienes reclaman y quienes dan explicaciones. Caló profundo. Por la parte argentina aparecen conocidas figuras como Andrés Cisneros, Ex vicecanciller ó Antonio Cafiero, ex Embajador de la Argentina en Chile, para escribir en relevantes periódicos argentinos y chilenos. Salen a hablar, fundadamente, sobre la hermana República de Chile y acerca de las culturas de entendimientos entre los Estados de origen común.



Este redescubrimiento de un hecho básico, que obedecemos al mismo linaje y por tanto somos seres sociales históricos, es un gran regalo para los procesos de integración. Sentimientos genuinos de fraternidad que colocan, algo sorpresivamente, al mismo nivel a un particular discurso del académico Walker, escrito en un contexto muy específico, con toda una historia de siglos entre dos países con más de tres mil kilómetros de frontera común.



Es decir la integración de Chile y Argentina no es sólo aranceles, reglas de origen y cláusulas de salvaguardias sino que muchísimo más. Somos naciones originales y comunes. Somos núcleos básicos de aglutinación americana, necesaria en un entorno global, frente a los nuevos fenómenos del tamaño de la nueva China e India. Estas profundas declaraciones de amor fraterno no estaban ni por lejos en la prensa de Buenos Aires y Santiago una semana atrás, previo a la molestia de la Casa Rosada.





Eugenio Pössel M., Ingeniero Comercial, U. Adolfo Ibañez, Profesor de Marketing Internacional.USACH.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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