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Devastación territorial y ambiental en la V Región


Entre los balnearios de Reñaca y Concón, situados en la V Región de Valparaíso, se encuentra un patrimonio ambiental de más de 150 hectáreas denominado Campo Dunar de Concón, el que, en opinión de la CONAMA regional «es un tesoro geológico en vías de extinción», razón por la cual el diputado UDI Gonzalo Ibáñez por escrito invitó recientemente al presidente Ricardo Lagos a conocerlo con el objeto de que evaluara su significado para la ciudadanía viñamarina. Este vasto paraje le pertenecía antiguamente a la Sucesión Borgoño, cuyo apellido tiene la avenida que une el borde costero de ambos balnearios. Hoy día le pertenece a una serie de ávidas inmobiliarias.

Sobre este asunto se ha hablado bastante en el último tiempo y por ello es conveniente hacer un poco de historia para que así las actuales autoridades asuman sus responsabilidades delegadas por los chilenos que votan cada 4 y 6 años. Recordemos que a fines del 2005 tendremos elecciones presidenciales y de parlamentarios, cuyos carismáticos y sonrientes candidatos invariablemente se declaran respetuosos del medio ambiente porque ello «es lo políticamente correcto».



Pues bien, bajo el gobierno del presidente Patricio Aylwin (Marzo 1990/Marzo 1994) se tomaron en cuenta el ORD. NÅŸ 329 del 14 de Abril de 1992 del Alcalde de Viña del Mar, refrendado por un informe técnico de un connotado profesor de Geomorfología de la Escuela de Geografía de la Universidad de Chile y el Oficio NÅŸ 12.386 del 4 de Marzo de 1993 del Presidente de la Cámara de Diputados, razón por la cual el Consejo de Monumentos Nacionales, dependiente del Ministro de Educación, procedió en consecuencia y tomó el acuerdo respectivo para declarar a una parte de ese territorio como Santuario de la Naturaleza.



Y así fue como el Presidente de la República y el Ministro de Educación firmaron el Decreto Supremo NÅŸ 481 del 5 de Agosto de 1993, mediante el cual se resguardaron los sectores A1 y A2 (50 hectáreas) del plano respectivo, porque «consideraron que existe una inquietud creciente en el mundo sobre el tema del medio ambiente y porque el ser humano tiene una íntima relación con ese medio».



Es más, los abogados especialistas que redactaron el Decreto señalaron textualmente que el valor educativo y científico del Campo Dunar se distingue por sus arenas relictas y sus caracteres fisiográficos, que constituyen registros de la historia de la evolución de los paisajes costeros. También hicieron notar el valor escénico y estético como el especial ambiente y belleza de este conjunto de dunas, asociadas a un borde costero de hermosos requerios. Enfatizaron que, por lo anterior, las dunas constituyen un patrimonio natural de gran valor que debe preservarse para las generaciones presentes y futuras.



Cuando los agentes del mercado inmobiliario tomaron conocimiento del sano y civilizado comportamiento del gobierno, se iniciaron las acciones conducentes a dejar sin efecto tal protección ambiental, contándose para ello con la valiosa y ágil cooperación de influyentes personeros políticos. Así fue como el 9 de Marzo de 1994, las mismas autoridades firmantes del Decreto Supremo NÅŸ 481, suscribieron el Decreto Supremo NÅŸ 106 que modificó el anterior con el justificativo de que «la conservación del medio ambiente no se puede plantear en un sentido restrictivo porque nuestro país requiere satisfacer necesidades crecientes de vivienda, salud, educación, energía, turismo, etc.», limitándose la declaración de Santuario de la Naturaleza a un reducidísimo espacio de 12 hectáreas localizado entre los sectores «Segundo Sector Roca Oceánica» y «Tercer Sector Mirador de Cochoa».



Es decir, el grandilocuente discurso inicial quedó en nada y sólo se salvaguardó un desmedrado 8% de la superficie del Campo Dunar. Los lectores comprenderán que esta «vuelta de chaqueta» se produjo para favorecer los intereses particulares de quienes se movilizaron oportunamente para continuar haciendo negocios con la bandera de que la actividad constructiva genera empleo y aporta un alto porcentaje en el crecimiento económico. Claro que no se dice que esos empleos son precarios y transitorios. Por ello, entre otros, el sector «El Encanto» ya no es como su nombre lo indica, porque está atiborrado de torres habitacionales que transfiguraron la zona.



En todo caso las autoridades de la época fueron habilidosas en su tarea «anti-trabas» al crecimiento de la oferta de bienes inmuebles, ya que para evidenciar su afecto por el interés general del Estado argumentaron que «la autoridad competente no había tenido conocimiento de la existencia de un gravamen sobre el predio que garantizaba una obligación del propietario con una institución fiscal, sitios que coinciden exactamente con los que el Decreto declaró Santuario de la Naturaleza». Asimismo manifestó que dicha autoridad competente tampoco sabía que la Municipalidad de Viña del Mar había otorgado un permiso de construcción en ese territorio: curiosos errores.



Pues bien, ya que oficialmente no se mencionó a la institución fiscal acreedora del propietario de las dunas, señalamos en esta columna que se trata del Instituto de Normalización Previsional (INP), organismo público a cuyo Director le hemos solicitado una entrevista para que nos informe cual ha sido el comportamiento de pago de su deudor, transcurridos más de 10 años desde que éste «salvó» su inmenso terreno, lo que nos indica que sí dispone de ingentes recursos económicos para cumplir su compromiso con el INP.



Con respecto al presunto permiso de construcción, sabemos que éstos caducan a los 3 años de su otorgamiento y nos llama profundamente la atención que la Municipalidad de Viña del Mar, cuando solicitó la declaración del Santuario, no supiera que en ese sector existía un permiso ya otorgado (sic).



No sabemos cual será el desenlace de esta irregular situación, más aún si durante el 2002 el Intendente de la V Región y el Alcalde de la nueva Municipalidad de Concón han insistido ante el Consejo de Monumentos Nacionales para restituir la protección del Campo Dunar, sin obtener respuesta favorable a la fecha.



Estimamos que ha llegado la hora de que las autoridades nacionales actúen con seriedad y procedan de acuerdo a lo que desea la propia ciudadanía de esos balnearios, avalado por la decisión de todas las autoridades regionales. Sabemos que el Gobierno está pretendiendo ingresar al selecto grupo de 30 países que conforman la OCDE y que, para tal efecto, el ministro Dockendorff ya estuvo en Europa mostrando las «credenciales» de Chile para que sea admitido.



A la luz de este desgraciado episodio y de todos los otros que la opinión pública ha conocido, creemos que nuestro país todavía está en una etapa preliminar del desarrollo, tal como éste se entiende en los países más evolucionados. Pero, a pesar de ello, somos optimistas y tenemos la esperanza de que los actuales ministros de Educación y Vivienda y Urbanismo impartirán las instrucciones de rigor para restituir, dentro del más breve plazo, la protección del Campo Dunar de Concón, decisión que valorará la comunidad regional.



Está claro que si estos flamantes ministros no se dan por aludidos, permitiéndose así la depredación continua de las dunas, lo único que queda es que la Cámara de Diputados en Marzo próximo apruebe un proyecto de acuerdo solicitándole al Presidente de la República que tenga presente su antiguo Oficio NÅŸ 12.386 del 04/03/03, desoído a la fecha. En esta eventualidad, debiéramos suponer que el Primer Mandatario «ordenará la casa», tal como lo hizo con el humedal de Valdivia, degradado por una actividad productiva mal monitoreada por la institucionalidad ambiental.





Patricio Herman. Agrupación «Defendamos la Ciudad».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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