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Debate en la Universidad de Chile


En el marco de los nuevos estatutos, un triunfo sin duda de toda la comunidad liderada por sus más altas autoridades, la Universidad de Chile ha sido convocada para un proceso electoral trascendente que incluye la renovación de las máximas instancias directivas junto a la instalación de un Senado que ejercerá un rol preponderante en los destinos de nuestra casa de estudios.



Quienes posean la capacidad, credibilidad y liderazgos suficientes, serán quienes conduzcan a nuestra Universidad en el Chile del siglo 21.



La transparencia y el debate abierto y con nivel es lo que cada uno de quienes constituimos esta comunidad esperamos de este evento.



Más aún en una Universidad que se asume en el pluralismo, la diversidad y la tolerancia.



Para aquellos hombres y mujeres de la Universidad de Chile que respaldamos la reelección del Profesor Luis Riveros, como Rector en una nueva etapa precedida por los éxitos de una gestión efectuada de cara a la comunidad y legitimada por elecciones democráticas, nos resultan a lo menos degradante acusaciones lanzadas en torno a la falta de transparencia que representaría dicha opción, su ilegitimidad ante la comunidad universitaria y el país, y el riesgo de transformarse en maquinaria de poder subterráneo, como señalan algunos detractores.



Luego del peso de la noche, pensamos que en la Universidad de Chile, al menos en los últimos años, se ejercitaba la libertad de expresión, el debate abierto y la crítica oportuna.



Así lo hemos asumido muchos académicos que cultivamos el talante disidente y no creemos en la adhesión total, como resulta ser el ethos de gran parte de esta comunidad universitaria enriquecida por la lúcida rebeldía de sus estudiantes y alimentada por el espíritu de servicio público y no por ello crítico de sus funcionarios.



Cuando estamos ad portas de darle contenido a la democratización de la primera universidad del país, el debate parece atrincherarse perdiendo el horizonte de un movimiento de ideas libertarias que se desvanecen al fragor de la campaña.



La comunidad académica decidirá con su voto quién es el mejor para encabezar los destinos de la Universidad de Chile, y con ello abogar por la suerte de la educación pública.



Algunos pensamos que ese liderazgo no se improvisa, por lo que al respaldar al ex Rector Luis Riveros rechazamos las descalificaciones que nos hacen aparecer como parte de «camarillas», por injuriosas y gratuitas.



Los cargos que ejercemos con transparencia y responsabilidad han sido ampliamente respaldados por nuestros pares. Pares que opinan libre y públicamente y que son dueños de adherir a las candidaturas que quieran abogando por un clima de respeto al pluralismo y diversidad de opiniones.



Ese es el espíritu de la Universidad de Chile y es pertinente y saludable recordarlo en medio de este histórico proceso electoral.



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* Faride Zerán es académica y directora del Instituto de La Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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