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Cantos de sirenas


La última encuesta CEP (diciembre de 2006) muestra que luego de agitar hasta el exceso los casos de corrupción que afectan a la coalición de gobierno, la derecha obtuvo un magro 24% de aprobación en la forma como ejerce su labor opositora. Peor aún, para ella y su política obstruccionista, si la Agenda Anticorrupción no se concreta, un 57% de los encuestados dice que será responsabilidad del gobierno y de la oposición. Por tanto, un 82% de los chilenos pide a todos los dirigentes políticos que trabajen en conjunto para combatir este flagelo. Es obvio, entonces, que por la vía de escarbar en la corrupción y condenar todo acuerdo con el gobierno, la derecha se ha acercado muy poco a las grandes mayorías nacionales.



Lo afirmado en el párrafo anterior no significa que estos últimos tres meses hayan dejado indemne al sistema político. Y cuando lo afirmo, no me refiero sólo al desgaste de figuras públicas, sino que a un daño más estructural. Sube en casi veinte puntos promedio la percepción de que hay mucha corrupción no sólo en los partidos políticos, sino que también en los tribunales de justicia, congreso, municipios y empresas públicas. Chile era visto internacionalmente con un país estable, probo y transparente. Una de las fortalezas de la competitividad de Chile es que su Estado es profesional y eficiente. No lo digo yo, lo dicen los informes internacionales más serios a este respecto. Bueno, ese intangible está siendo tocado.



Por cierto la derecha más autoritaria aplaude con alegría. El desprestigio de los partidos políticos, del Congreso Nacional y de las instituciones políticas es la antesala de la crisis de legitimidad de la democracia. Así fue en España, Italia y Alemania en los treinta, o en Argentina y Brasil en los años sesenta. Por otro lado, la dferecha más ideológicamente neoliberal aprovecha de arremeter contra el Estado. Busca jibarizarlo aún más, porque, a diferencia de 1984, cuando generosamente salvó a la banca privada de la quiebra, hoy ya no sirve a sus intereses. Sin embargo, la derecha política, la que busca el poder mediante los votos se sume en la angustia. Ni por las vías de la seguridad ciudadana, ni del discurso antipolítico ni de la corrupción logra cautivar a la ciudadanía. La Moneda se le vuelve esquiva.



Por eso, surgen voces de cambio o complementación de la estrategia. Con una mano golpeando ferozmente a la Concertación y al gobierno. Con la otra, haciendo señales de invitación a la Democracia Cristiana. En una semana, un ex candidato presidencial de la UDI envía una carta alabando a un ex presidente del PDC. El actual timonel de Renovación Nacional hace llamados a «la infantería» democratacristiana con la cual comparte tantos valores, el mismo rechazo al socialismo y la misma vocación de «corrección del modelo». Finalmente, un senador aliancista proclama en un semanario que para la DC está llegando el momento de salirse del gobierno.



Para rematar el punto, sospechosamente la encuesta CEP incluye una pregunta destinada a los simpatizantes de la DC. Al consultar si ellos creen que en el futuro se separarán de la Concertación, un 27% responde que cree que sí. Las dudas muy legítimas que surgen son:



– ¿Por qué no le preguntaron a los partidarios de RN si quieren separarse de la alianza con la UDI?

– ¿Por qué la pregunta alude a creencias y no derechamente a si los simpatizantes DC quieren salirse de la Concertación?



Esas son preguntas para el CEP. Encuestador interpelado.



Recuerdo a nuestro Ulises y su Odisea. De vuelta del país de los difuntos, el Hades, y enfilando rumbo a Itaca, Ulises es advertido por Circe de las peligrosas sirenas. La historia es universalmente conocida, pero su belleza merece ser recordada. «Así, pues, todo eso ha quedado cumplido; tú escucha lo que voy a decir y consérvate un dios su recuerdo. Lo primero que encuentres en ruta será a las Sirenas, que a los hombres hechizan venidos allá. Quien incauto se les llega y escucha su voz, nunca más de regreso el país de sus padres verá ni a la esposa querida ni a los tiernos hijuelos que en torno le alegren el alma. Con su aguda canción las Sirenas lo atraen, le dejan para siempre en sus prados; la playa está llena de huesos y de cuerpos marchitos con piel agostada».



Lo cierto es que no sólo la dirigencia demócrata cristiana viene, desde 1989, ratificando su política de concertación, sino que sus bases responden a ella. La misma encuesta CEP lo demuestra. ¿Por qué ocurre esto? Porque, mirando al pasado, la coalición de centroizquierda hunde sus raíces en un pasado traumático que no quiere volver a repetir. Nunca más cavar abismos entre izquierda y centro, clases medias y sectores populares. Además, porque mirando al presente y al futuro, la tarea de terminar la democratización política y social de Chile es imposible de concretar en alianza con una derecha que entraba las reformas políticas y sociales. Derecha que, para colmo de males, acusa de corruptos y ladrones a quienes quiere seducir. Cantos de sirenas que no arrebatarán a nadie en su sano juicio.



¿Significa esto que todo está bien entre la DC, el PS, el PPD y el PRSD? Por cierto que no, pero eso será motivo de otro par de comentarios venideros. Ulises no llegó a Itaca en un día.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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